El nuevo plan antidrogas del gobierno de Chile insiste en la prevención para proteger a los jóvenes del tráfico de sustancias ilícitas y, al mismo tiempo, apunta a controlar el envío a la vecina Bolivia de productos químicos usados en la elaboración de cocaína.
"La droga amenaza… conversemos", es el lema de la campaña lanzada este martes y cuya presentación tuvo lugar el lunes en un acto especial en el palacio de gobierno de La Moneda que encabezó el presidente Ricardo Lagos.
El programa busca luchar contra el aumento de la drogadicción en Chile, que según los últimos informes especializados se expande sobre todo en los sectores adolescentes y juveniles, con un desarrollo en gran escala del microtráfico en los colegios y en barrios populares.
Del mismo modo, la estrategia gubernamental se orienta a contrarrestar las facilidades que el narcotráfico encuentra para ampliar sus negocios ilícitos en los procesos de apertura y ampliación del comercio internacional y de las propuestas de integración fronteriza.
Lagos instruyó a las autoridades aduaneras para que realicen un estricto control de las partidas de ácido sulfúrico que se exportan a Bolivia desde el puerto chileno de Antofagasta, situado 1.200 kilómetros al norte de Santiago.
Los envíos de este producto químico al vecino país aumentaron de manera inusual de 8.170 toneladas en 1998 a 9.300 toneladas en 1999, lo cual hace sospechar que se esté utilizando en laboratorios clandestinos que elaboran pasta base y clorhidrato de cocaína.
La estatal Corporación del Cobre de Chile es la mayor exportadora de ácido sulfúrico con fines de uso industrial a Bolivia, donde se teme que sea desviado para su empleo como propulsor en la fabricación de droga que luego es contrabandeada en parte a territorio chileno.
El ácido sulfúrico se usa tanto en el tratamiento primario de la hoja de coca para producir la pasta base, como en la fase de elaboración del clorhidrato de cocaína, donde se agrega a otros químicos, como el bicarbonato, el ácido clorhídrico, el éter y el alcohol.
Chile, un país que carece de cultivos de coca, no es propiamente un productor de droga, pero se le considera un puente de enlace de las mafias del narcotráfico asentadas en Bolivia y Perú para el envío a terceros países.
A esta condición de territorio de tránsito se suma en los últimos años un alto incremento del consumo, cuyas características fueron reseñadas en el acto de La Moneda por autoridades, expertos y voluntarios de programas de prevención.
María Teresa Chadwick, directora del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace), recordó que en una reciente encuesta 47 por ciento de los estudiantes del último año de enseñanza media reconoció haber consumido algún tipo de drogas.
Juan Carlos Araneda, experto del Conace, especificó que, según esa consulta hecha a 46.900 estudiantes en todo el país, la prevalencia de vida de la drogadicción comprende a 23,6 por ciento de la población entre 12 y 18 años.
Estudios del Conace muestran que el consumo de marihuana y pasta base comienza alrededor de los 13 años y el de cocaína a los 14, indicó Chadwick.
La funcionaria destacó, además, que 50 por ciento de la población carcelaria en Chile cumple condena por delitos asociados a las drogas.
Cristina Girardi, alcaldesa de Cerro Navia, uno de los municipios más pobres de Santiago, sostuvo que en una de cada cuatro casas de los barrios más conflictivos de su comuna se vende marihuana, pasta base o clorhidrato de cocaína.
El municipio de Cerro Navia estableció mediante una encuesta que 48 por ciento de los habitantes de la comuna conocen los lugares en que se comercian esas sustancias ilícitas, pero no los denuncian por temor a represalias o por la relación de vecindad y amistad que tienen con los microtraficantes.
Manuel Castro, voluntario de un grupo juvenil de prevención del consumo de drogas en Peñalolén, otro municipio popular de Santiago, describió un panorama similar.
Los traficantes no son denunciados "por una mal entendida lealtad de los vecinos o simplemente porque la gente ya se acostumbró a este comercio ilegal", señaló el joven.
La campaña preventiva que lanzó este martes el Conace tiene como eje una serie de cortos para televisión y mensajes radiales, además de videos educativos, folletos y carteles, en los que se advierte sobre los daños de la drogadicción y se invita a conversar el tema.
La campaña busca "romper el silencio vergonzante para derrotar el miedo", indicó Chadwick.
En tanto, el ministro del Interior, José Miguel Insulza, anunció el inicio de un plan de prevención en establecimientos escolares de 56 municipios de Chile.
Insulza propuso la creación de una unidad policial especializada en delitos financieros ligados al narcotráfico para reprimir el lavado de dinero y planteó la necesidad de revisar la actual legislación antidrogas, que no prevé mayores sanciones para el microtráfico.
No obstante, las autoridades y las organizaciones sociales coinciden en que la prevención es la tarea prioritaria para combatir la expansión de las drogas en los círculos adolescentes y juveniles.
Nelson Mery, director de la Policía de Investigaciones (policía civil), calificó a la prevención como "la apuesta más eficiente".
La invitación al diálogo es fundamental "para que la gente pierda el temor, tenga confianza en la policía y se acerque a denunciar los delitos de narcotráfico", dijo.
El sacerdote Héctor Vargas exhortó a hacer un esfuerzo para buscar las causas del consumo de drogas entre los jóvenes.
"La droga no es el problema que tienen los jóvenes. Hay que reflexionar sobre la sociedad, la cultura, la marginalidad y la pobreza", sostuvo.
Vargas criticó al propio sistema educacional, que está orientado a la competencia por el éxito.
El actor Francisco López, presidente del Instituto Nacional de la Juventud, solicitó mayores espacios de comunicación entre los estudiantes y entre éstos y sus profesores, como igualmente de la comunidad escolar con los padres, policías y expertos en la lucha antidrogas.
López abogó por una participación efectiva, señalando que 60 por ciento de los jóvenes chilenos entre 19 y 29 años se considera marginado de cualquier debate y se siente en el ostracismo social. (FIN/IPS/ggr/dm/dv ip/00