El suicidio del cardiocirujano René Favaloro, creador de la técnica del by-pass aplicada en todo el mundo, desató hoy en Argentina un debate acerca de la ingrata tarea de fundaciones privadas con fines públicos que dependen de una ayuda oficial imprevisible, que a veces nunca llega.
Dos argentinos ganaron el premios Nobel de Medicina: Bernardo Houssay en 1947 y César Milstein en 1984. Favaloro —propuesto para el galardón en Israel— se destacó por haber desarrollado la técnica de puente entre venas o arterias.
El presidente Fernando de la Rúa analizó este lunes un informe sobre las finanzas de la Fundación Favaloro, luego de que se acumularan acusaciones públicas por la crítica situación de esa entidad como causa de la decisión final del médico.
El ministro de Salud, Héctor Lombardo, rechazó los cargos al asegurar que el médico fallecido "tenía las puertas abiertas" en esa cartera, en cuyo consejo asesor participaba. Mientras, los beneficiarios de transplantes y cirugías se manifestaron a favor de su obra.
"¿Cómo no lo ayudaron?", clamaba un hombre frente a la Fundación, mientras una mujer especulaba con que "ahora que el doctor se mató, seguramente van a hacer algo por la fundación". Otros descreían que se hubiese suicidado y sospechaban que lo hubieran asesinado para "privatizar" su organización.
Favaloro se pegó un tiro en el corazón el sábado, a los 77 años, y más allá de las íntimas razones que lo llevaron a tomar la decisión de quitarse la vida, nadie duda de que su Fundación atravesaba un momento crítico debido a problemas financieros.
La técnica del by-pass coronario, aplicada por él mismo por primera vez en 1967 en una clínica de Ohio, Estados Unidos, sirve aún hoy para tratar las obstrucciones en vasos sanguíneos mediante un puente entre dos venas o arterias. Una operación de este tipo salva vidas en todo el mundo.
Con su prestigio, Favaloro creó en 1978 una fundación sin fines de lucro para brindar asistencia médica en trasplantes cardíacos, pulmonares y hepáticos, y desarrollar la docencia y la investigación. Unas 2.500 personas se operan allí al año, procedentes de los más diversos sectores socioeconómicos.
"Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida. La fundación tiene graves problemas económico-financieros como resultado de todo lo que sucede en nuestro país", había advertido el médico el 22 de junio, poco antes de recibir uno de sus últimos premios del Hospital Pompidou de París.
La Fundación Favaloro recibía fondos públicos para atender a personas sin recursos y darles el mismo trato que a los pacientes privados. Sin embargo, el Estado adeudaba tenía 18 millones de dólares a su clínica, que, a su vez, acumulaba una deuda cercana a los 50 millones de dólares.
"Cada vez se hace más difícil sostener nuestro trabajo diario que se brinda a toda la comunidad sin distinción de ninguna naturaleza, con tecnología de avanzada y personal altamente calificado", seguía la misiva, publicada por el diario La Nación al día siguiente de su muerte.
El médico reveló, además, que últimamente se había convertido en un "mendigo" y que no se lo recibía en algunos despachos oficiales, ni tampoco se contestaban sus llamados. "Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir con nuestra tarea", añadía la nota.
Así, Favaloro, un médico rural que había desarrollado una brillante carrera en Estados Unidos, que había vuelto al país para trabajar aquí y que había llegado a realizar 13.000 by-pass hasta su retiro para dedicarse a la docencia, se había transformado en un fracasado recolector de fondos.
No sólo el Estado le debía dinero, sino también las llamadas obras sociales, organizaciones de prestación médica que tienen los sindicatos para dar servicio a los trabajadores.
Dejando de lado la posibilidad de que el médico hubiera decidido suicidarse por motivos personales, el sanitarista Ginés González García, presidente de la Fundación I-Salud, comentó que "en otro país, a Favaloro esto no le hubiera pasado".
González aseguró que Favaloro le había comentado que hacía dos años que no percibía un subsidio "muy importante" que había acordado cobrar durante la gestión del ex presidente Carlos Menem (1989-1999).
"El problema de estas instituciones privadas con fines públicos en Argentina es que desde el Estado no hay una decisión política de sostenerlas. Distinto es en Estados Unidos, donde hay un fuerte esquema impositivo para financiarlas, o en Europa donde hay fuertes subsidios estatales", añadió el sanitarista. (FIN/IPS/mv/mj/he dv/00