Problemas creados por la globalización económica en países en desarrollo fueron discutidos por casi 3.000 participantes en la conferencia mediante correo electrónico "Globalización, Desarrollo y Pobreza", que buscó promover un debate con participación de la sociedad civil.
La conferencia, auspiciada por el Banco Mundial y el Instituto Panos, con sede en Londres, que duró un mes y terminó el fin de semana pasado, fue la primera de una serie que continuará en los próximos meses.
Uno de los asuntos discutidos fue la situación de países emergentes como México, afectados por la incertidumbre en los mercados de capital del mundo, los precios internacionales fluctuantes de productos básicos y la escasa confianza de los inversores.
La sindicalista mexicana Alicia Sepúlveda, participante en la conferencia, apuntó en Washington que su país ha sido un disciplinado alumno de las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que los resultados sólo fueron creciente pobreza, desempleo y problemas económicos.
Ya han pasado dos décadas desde que México se embarcó en reformas dirigidas por el FMI para corregir los efectos de la mala administración, la corrupción, los regímenes comerciales restrictivos y los ineficientes sistemas bancarios y financieros.
"Tras millones de huevos rotos, leche derramada y harina robada, seguimos sin pastel. ¡Ni siquiera migajas!", se quejó Sepúlveda, secretaria del Sindicato de Trabajadores Telefónicos de México, que cuenta con 52.000 afiliados.
"Nos dicen que estaríamos peor si no hubiéramos aplicado esas políticas. ¿Es posible estar peor que ahora?", preguntó.
"El país ha privatizado casi todo. Nuestra moneda ha sufrido golpes severos. Hemos abierto nuestras fronteras y abolido las restricciones a las inversiones foráneas, entre otras cosas. Antes teníamos 26 millones de pobres absolutos y ahora estamos cerca de los 50 millones (la mitad de la población)", enfatizó.
El salario mínimo en México equivale a ingresos de unos 3,50 dólares diarios, y Sepúlveda dijo que está harta de escuchar que la política de "ajustar el cinturón" conducirá pronto a un milagro económico.
Otra de las cuestiones consideradas en la conferencia fue el modo de ayudar mejor a las naciones más pobres, como Mozambique, las cuales no pueden competir con eficiacia en el mercado internacional sin algún tipo de proteccionismo.
El gobierno de Mozambique discute en la actualidad si cederá a la presión del FMI para que recorte su protección a la producción de azúcar, o mantendrá esa protección para no perder nuevas inversiones extranjeras por valor de casi 400 millones de dólares.
Inversores azucareros como la firma Illovo de Sudáfrica y el consorcio Sena, con dsede en Mauricio, fueron atraídos por la los subsidios que otorga Maputo a la producción local de azúcar, para protegerla de las importaciones más baratas desde países vecinos.
Mozambique fue devastado hasta 1992 por casi dos décadas de guerra civil, reconstruye en la actualidad su infraestructura y necesita inversión privada, pero debe hacer equilibrismo entre las presiones del FMI y sus propios objetivos de desarrollo.
El profesor John Mucho Ngundam, de la universidad camerunesa de Yaounde, opinó durante la conferencia que las tendencias actuales de la globalización ofrecen pocas esperanzas a los países pobres.
No se debe partir de la base de que los países en desarrollo poseen conocimiento científico y tecnológico o infraestructura para desarrollar los recursos humanos que su economía necesita cada vez más, ya que incluso Estados Unidos tiene problemas en la materia, explicó.
"Los intereses de las multinacionales controlan el terreno, y me pregunto quién será capaz de poner las cosas en orden en el futuro", comentó.
El Banco Mundial dijo que la reunión de cuatro semanas no pretende cubrir todos los asuntos vinculados con el impacto de la globalización en el desarrollo y la pobreza, ni zanjar todas las discusiones planteadas, sino aclarar la dimensión del debate para un análisis posterior.
"Nuestro propósito es simple. Queremos ir más allá de los gritos y las proclamas, y contribuir a un debate público serio sobre la globalización y su impacto sobre los pobres", aseguró Kerry McNamara, gerente del Instituto del Banco Mundial.
"También deseamos asegurar que las voces de los países en desarrollo se oigan con fuerza y claridad en el debate", agregó.
El Banco Mundial y el FMI son objeto de diversas y crecientes presiones para que cambien sus políticas y procedimientos. Numerosas comisiones discuten en Washington si el banco aún presta demasiado dinero a países con niveles medios de ingreso, y no lo suficiente a naciones pobres.
El mes pasado, durante la reunión anual de primavera (boreal) del banco y el FMI, miles de activistas contra la globalización bloquearon las calles de Washington para pedir el cierre de ambas instituciones.
Sepúlveda admitió que la globalización no se esfumará como un mal sueño, pero subrayó las voces de los más afectados deben ser escuchadas.
"Creo que este foro demuestra que las voces de los pobres comienzan a escucharse, aunque ellos no participen en forma directa. Esa es la razón de que estas augustas instituciones se hayan decidido a oír lo que tienen que decir estudiantes, jóvenes economistas, sindicalistas y mujeres", señaló. (FIN/IPS/tra- eng/gm/da/ego/dv/00