DESARROLLO: ONU evalúa logros de campaña mundial de microcrédito

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzó a evaluar el lunes en Nueva York los resultados de cinco años de una campaña de microcrédito para las familias más pobres del mundo, y en especial para las encabezadas por mujeres.

La iniciativa de proporcionar microcréditos para autoempleo, así como otros servicios de asistencia financiera y en materia de negocios, fue lanzada en Beijing en 1995, durante la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, por un grupo que incluyó a Hillary Clinton, la esposa del presidente de Estados Unidos.

La meta planteada en aquella ocasión fue que el programa llegara a beneficiar en 2005 a los 100 millones de familias más pobres del mundo.

La revisión de la iniciativa se produjo en el marco de la sesión especial de la Asamblea General de la ONU "Mujeres 2000: Igualdad de género, desarrollo y paz en el siglo XXI", también llamada "Beijing más cinco", que evalúa el avance hacia metas planteadas en la Plataforma de Acción de la Conferencia de Beijing.

En un informe divulgado el lunes, con base en la revisión de los servicios prestados por 1.065 instituciones de microcrédito, se indicó que hasta el 31 de diciembre de 1999, los programas beneficiaron a 13,8 millones de las personas más pobres del mundo, 75 por ciento de las cuales (10,3 millones) son mujeres.

"Esto representa un incremento de 82 por ciento en los dos ultimos años, o sea 6 millones de las personas más pobres del mundo, la mayoría de las cuales son mujeres", se apuntó.

El objetivo de los microcréditos es brindar a los pobres pequeños préstamos con bajas tasas de interés, para que puedan afrontar los desafíos de las economía en desarrollo y establecerse en actividades sustentables.

Los responsables de la iniciativa de Beijing estuvieron presentes en la reunión de evaluación.

Además de Hilary Clinton, participaron Noeleen Heyzer, directora ejecutiva del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, Muhammad Yunus, fundador del Banco Grameen de Bangladesh y Ela Bhatt, fundadora de la Asociación de Mujeres Autoempleadas, de India.

También Sam Daley-Harris, director de la Campaña de la Cumbre del Microcrédito, y Bisi Ogunleye, vicepresidente de la Organización de Mujeres para el Ambiente y el Desarrollo, de Nigeria.

El microcrédito va en forma directa a los pobres, crea empleos en las aldeas y ayuda a las mujeres a lograr confianza en sí mismas e independencia, enfatizaron.

"El financiamiento de pequeños préstamos a personas y familias pobres tiene un gran potencial para estimular el crecimiento económico, no sólo en los países en desarrollo sino también en regiones pobres de Estados Unidos", afirmó Hillary Clinton.

"Es una herramienta invalorable para aliviar la pobreza y promover la autosuficiencia de las comunidades más desaventajadas", enfatizó.

"Préstamos modestos transforman las vidas, salvan de la decadencia a las áreas rurales, las aldeas y las ciudades", añadió.

"El microcrédito es una inversión sabia en capital humano. Cuando los más pobres, y en especial las mujeres, reciben préstamos, se vuelven actores económicos con poder para mejorar sus vidas y las de sus familias, sus comunidades y sus países", opinó el secretario general de la ONU, Kofi Annan.

"Se trata de mucho más que del acceso a dinero. Las mujeres logran control de medios para ganarse la vida, emergen de la pobreza y la vulnerabilidad, y obtienen fuerza económica y política en sus hogares, sus localidades y sus naciones", señaló Heyzer.

"Los microcréditos para mujeres del medio rural brindados por el gobierno, las instituciones financieras y las organizaciones no gubernamentales han transformado nuestro panorama social y económico rural", afirmó el primer ministro de Bangladesh, Sheikh Hasina.

Sin embargo, "los más pobres son excluidos de los programas de microcrédito por muchas razones", comentó Daley-Harris.

Esas personas "son las que menos se presentan como aspirantes, de modo que identificarlas y motivarlas implica costos adicionales. El monto reducido de los préstamos hace más difícil que las instituciones que brindan microcrédito lleguen a ser autosustentables", explicó.

El microcrédito es la única opción para muchas personas que no cumplen los requisitos exigidos por las instituciones financieras convencionales para conceder préstamos.

Según cálculos de la ONU, sólo 0,2 por ciento de los préstamos comerciales convencionales del mundo beneficia a las personas más pobres, quienes son un quinto de la población del planeta.

"La mayoría de los 1.500 millones de personas que viven con no más de un dólar por día son mujeres. Además, la brecha de ingresos entre mujeres y hombres ha seguido en aumento en la última década, un fenómeno al cual se denomina de costumbre 'feminización de la pobreza"', subrayó el foro mundial.

"Es frecuente que las mujeres que viven en la pobreza no tengan acceso a recursos cruciales como el crédito, la tierra y las herencias", añadió.

El Banco Grameen fue establecido hace dos décadas en Bangladesh, con financiamiento de Yunus, el primer programa de microcrédito, y ha proporcionado a cuatro millones de personas, muchas de ellas mujeres, el capital inicial para instalar pequeños negocios y lograr independencia económica.

La tasa de amortización de quienes reciben préstamos de Grameen es 95 por ciento, más alta de la que logran la mayoría de los bancos convencionales.

Los proyectos de microcrédito a menudo organizan a los beneficiarios en pequeños clubes que sirven como grupos de apoyo e implican una presión moral para pagar los préstamos.

El Banco Grameen sólo brinda préstamos a personas integradas a grupos de cinco o más miembros, y si uno de los miembros deja de pagar su deuda, todos los integrantes del grupo quedan inhabilitados para recibir nuevos créditos.

"Los grupos se transforman en comunidades de mujeres en las cuales emergen voluntad colectiva, solidaridad, confianza, respeto mutuo y redes de alianzas, que son las bases del capital social", comentó Heyzer.

"Cuando las mujeres desarrollan confianza e interés por el bienestar colectivo, hay programas de crédito exitosos, bancos comunitarios, intercambio de tareas, cooperación para cuidar a los hijos y un flujo recíproco de consejos y experiencias que lleva a la participación en la economía y la política" agregó.

Los defensores del sistema alegan que los microocréditos también ayudan a disminuir la violencia doméstica, al jerarquizar a las mujeres como aportantes de ingresos al hogar.

Los críticos apuntan, sin ebargo, que "crédito" es sólo un sinónimo de "deuda", y algunos temen que esos programas terminen empeorando la situación de los pobres donde no hay condiciones sociales y económicas favorables para el comercio.

"¿De qué sirve un préstamo para tejer cestas, si no hay un mercado en el cual venderlas o no existen caminos para transportarlas?", preguntó Martha Brant, una periodista de la revista estadounidense Newsweek.

Fawzi Al-Sultan, presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, señaló que los programas de microcrédito con base en estructuras comunitarias no son adecuados para las dispersas aldeas de Africa.

Esos programas requieren subsidios durante por lo menos cinco y hasta 10 años, y algunos activistas piensan que la competencia por el apoyo de donantes puede perjudicar a otras actividades para reducir la pobreza. (FIN/IPS/tra-eng/mjs/da/mp/dv/00

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