Un maestro de escuela fue a una comisaría de Bangladesh a denunciar la desaparición de su mucama, de 13 años, pero los policías le advirtieron que él también era sospechoso.
"Usted sabe, contrabandear una jovencita fuera del país es un negocio lucrativo. Mucha gente que parece inocente está involucrada", le dijo un funcionario policial. El educador, que pidió reserva sobre su identidad, quedó perplejo, pero pronto advirtió que el agente estaba pidiéndole un soborno.
"La policía de Bangladesh conoce todas las tretas sucias para sacarle dinero tanto a los delincuentes como a la gente inocente", dijo, por su parte, un empleado público jubilado.
El público ha perdido la confianza en la policía y prefiere mantenerse a distancia prudencial de ella, incluso cuando tiene problemas reales.
El último estudio de Transparencia Internacional, organización con sede en Berlín, reveló que la corrupción no es un problema exclusivo de la policía, pues también impera en otros sectores del Estado como la salud pública, la educación y hasta el Poder Judicial.
De 2.500 entrevistados por Transparencia Internacional, tanto en áreas urbanas como rurales, 68 por ciento dijo que la policía exige sobornos incluso para realizar procedimientos de rutina como registrar denuncias o brindar información.
Más de 90 por ciento indicaron que resulta imposible obtener ayuda policial sin dinero o influencia.
No fue sorpresa que una investigación realizada por un diario en idioma bengalí revelara que más de 100 funcionarios policiales en Dhaka tenían propiedades por valor de 60 millones de dólares.
Las mansiones más lujosas en las áreas residenciales de Dhaka pertenecen, sin excepción, a dirigentes políticos, oficiales de policía y miembros de la burocracia civil y militar.
Los ingresos de funcionarios policiales aumentan como resultado de extorsiones y sobornos, según un informe del Banco Mundial. Las cosas han llegado a un extremo tal que nada se mueve en el sector público sin sobornos o, como lo llaman los bancos, el rubro "cambio de mano del dinero".
A pesar de resonantes promesas de líderes gubernamentales, comenzando por el primer ministro, la plaga está devorando los recursos vitales de la nación y, a nivel internacional, Bangladesh figura como uno de los países más corruptos.
El Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Transparencia Internacional calculan que miles de millones de dólares cambian de mano cada año como resultado de sobornos, mediaciones, arreglos, favoritismo y nepotismo.
El informe del PNUD para 1999, tras calificar a la corrupción en un país pobre como Bangladesh como "insostenible e inaceptable", criticó a los partidos políticos y sus dirigentes, las organizaciones estudiantiles, los sindicatos, la burocracia, la policía, el Poder Judicial y grupos de comerciantes.
El Banco Mundial acusó tanto al oficialismo como a los partidos opositores por usar sus poderosos sindicatos, así como frentes estudiantiles y juveniles, para propagar la extorsión a cambio de favores del gobierno y otros beneficios.
Los políticos corrompen la administración a través de la creación, infiltración y patrocinio de empleos, y la policía mantiene lazos o está aferrada a los políticos, observó un informe estadounidense sobre derechos humanos en Bangladesh.
La corrupción se institucionalizó durante el gobierno de nueve años del depuesto presidente H.M. Ershad, que apeló a distintas prácticas irregulares para perpetuarse en el poder.
Ershad alentó las artimañas rentables, el soborno, la corrupción y el favoritismo. Durante su régimen, industriales y comerciantes deshonestos obtuvieron préstamos bancarios sin garantía y tomó cuerpo una cultura de fraude crediticio.
Cuando el mandatario fue derrocado en 1990, el monto de los préstamos morosos ascendía a 2.000 millones de dólares. Después que el Partido Nacional asumió el poder en 1991, Ershad fue el acusado en 21 casos judiciales, 19 de los cuales estuvieron relacionados con corrupción.
El ex gobernante militar fue sentenciado a 13 años de cárcel por corrupto y estuvo recluido los cinco años que duró el gobierno del Partido Nacional.
Sin embargo, después de las elecciones de 1996, tanto el Partido Nacional como la Liga Awami buscaron la ayuda de Ershad para formar gobierno. El ex presidente, al final, se inclinó por la Liga Awami y logró así salir de la prisión.
Muchos observadores acusan a países y agencias donantes de patrocinar la corrupción. Una coalición encabezada por el Banco Grameen, dedicado a dar créditos con tasas de interés reducidas a la población más pobre, denunció en 1991 que apenas 25 por ciento de la población se beneficia con la ayuda multilateral.
Los expertos dijeron que intermediarios, consultores de agencias donantes en complicidad con contratistas locales, políticos y funcionarios devoran la parte del león en ayuda y donaciones.
Moyeen Khan, miembro del parlamento y ministro de planificación en el anterior gobierno del Partido Nacional, dijo que a pesar de canalizar préstamos cuantiosos y concesiones por casi 2.000 millones de dólares desde 1974, la mitad de Bangladesh sigue sumida en la pobreza.
"La corrupción enriquece aun más a los ricos y empobrece más a los pobres porque estos últimos carecen de fondos para sobornar o pagar servicios que, supuestamente, deben ser públicos y gratuitos", dijo el banquero Frerik Temple.
Según el embajador de Estados Unidos, John C. Holzman, la avidez de la policía y los funcionarios gubernamentales, así como la violencia política, aumentan los costos comerciales directos y hacen de Bangladesh un país menos competitivo en la economía mundial.
"Debido a la corrupción, el dinero va a parar a gente que no es empresaria y esas grandes sumas son gastadas en sectores improductivos", señaló A.W. Mintoo, presidente de la Federación de Cámaras de Industria y Comercio de Bangladesh.
Temple recomendó tres remedios básicos: aumento de sueldos a funcionarios de la administración pública, financiacion de partidos políticos y elecciones y restricción del ámbito de influencia del poder público alentando la privatización.
Según el PNUD, si se frena la corrupción el producto interno bruto crecerá 2,9 por ciento y la pobreza se reducirá 25 por ciento. Además, se duplicará el ingreso por persona de 350 dólares a 700.
"Debemos elaborar elementos políticos y crear una fuerte opinión pública contra el cáncer de la corrupción", dijo el ministro de Finanzas, Shah Kibria.
Es trágico que mucha gente que denuncia la corrupción a menudo figure entre aquellos que la toleran con el pretexto de que es una herencia del pasado, sostuvo Kibria. (FIN/IPS/tra- eng/ti/rdr/ego/mj/ip dv/00