La trágica muerte de unas 600 personas en lo que parece ser un suicidio colectivo en Uganda es el último ejemplo de una serie de sectas en este país que se remontan a principios del siglo XX.
Los cultos florecen desde la época colonial, pero en años más recientes se vieron fortalecidos por problemas como el VIH/sida y la pobreza.
El lunes, la policía descubrió un pozo con unos 100 cadáveres en una casa próxima a la iglesia de la localidad de Kanungu donde aproximadamente 500 personas, en su mayoría católicos del Movimiento por la Restauración de los Diez Mandamientos, murieron el día 16 tras prenderle fuego al edificio.
El culto se habría registrado como organización no gubernamental en 1997, aunque comenzó a operar en la zona en 1980.
Se sospecha que los cadáveres descubiertos este lunes serían de miembros del culto que habrían cuestionado el suicidio proyectado y que fueron envenenados, según el portavoz de la policía, Eric Naigambi.
El presidente Yoweri Museveni declaró que las muertes "no tuvieron sentido" y ordenó una investigación oficial. Representantes del gobierno dijeron que se adoptarán normas más severas para el registro y supervisión de este tipo de organizaciones e iglesias.
El Movimiento por la Restauración de los Diez Mandamientos es uno de los muchos grupos religiosos que proliferaron en este país en los últimos años. Incluso hay un canal de televisión, Lighthouse TV, que emite constantemente programas de presuntos milagreros.
Otros grupos sincretizan el cristianismo con religiones africanas tradicionales.
A fines de los años 90 surgieron muchos cultos que anunciaban el apocalipsis para el año 2000. El líder de la secta de Kanungu, Joseph Kibwetere, habría anunciado inundaciones y terremotos donde morirían todos los no creyentes.
Se cree que planificó el suicidio colectivo para aplacar el creciente descontento cuando su predicción no se concretó.
En el norte del país, una curandera llamada Alice Lakwena formó el violento y revolucionario movimiento Espíritu Santo en 1986. Aseguraba recibir mensajes del mundo espiritual que la ordenaban a formar un ejército, la Fuerza Móvil Espíritu Santo, para tomar el poder de Uganda.
Los seguidores creían que estarían a salvo de las balas si se embadurnaban de aceite de cocina y que las botellas o piedras que arrojaran contra las fuerzas del gobierno se convertirían en granadas.
Pero muchos murieron en el combate y Lakwena huyó a Kenia en 1987, donde vive en el campamento de refugiados Daadab.
La insurgencia continúa en la actualidad con el Ejército de Resistencia del Señor dirigido por Joseph Kony, un presunto místico relacionado con Lakwena. El líder habría secuestrado a miles de niños que son obligados a actuar como combatientes o concubinas.
Para Murindwa Rutanga, politólogo de la Universidad de Makerere, el origen del fenómeno se encuentra en la religión Nyabingi, de principios del siglo XX.
Entonces, la gente construía templos, ofrecía sacrificios y dedicaba sus hijas a un espíritu femenino que vivía debado de la tierra.
Nyabingi floreció porque le dio a la gente "promesas y un sentido de dirección en una época de crisis social de la misma manera que lo hacen grupos similares en la actualidad. No se olviden de lo que dijo Marx: 'La religión es el opio de los pueblos", señaló.
Curanderos y predicadores de todo el mundo visitan periódicamente al país, prometiendo milagros y exigiendo a cambio dinero de la gente desesperada y crédula.
El año pasado el gobierno denunció a una secta diabólica cuyos miembros habrían participado en sacrificios humanos y prohibió a dos cultos apocalípticos.
Ambos grupos tenían seguidores de Burundi, Congo, Ruanda y Tanzania. En septiembre, la policía allanó una granja en el centro de Uganda utilizada como base por el autoproclamado profeta Wilson Bushara y sus 1.000 creyentes de la secta Mensaje Mundial de Ultima Advertencia.
Los miembros debían vender sus propiedades y darle lo obtenido a Bushara. La jerarquía en la iglesia y el lugar que uno consiguiera en el cielo dependía de cuánto se entregaba al culto.
A los hombres se les obligaba a abandonar sus esposas a cambio de otras elegidas por Bushara, algunas de ellas menores de edad. El líder contaba con nueve esposas.
Todas las mujeres, desde las jóvenes a las ancianas, se vieron obligadas a contraer matrimonio y eran compartidas por los hombres, según la doctrina de hermandad de la secta.
Los líderes del culto fueron acusados de violación, robo y secuestro de niños.
Dos meses después, la policía antimotines detuvo a una profeta de 19 años, Nabassa Gwajwa, y a sus padres en el campamento Sembabule, de Uganda occidental.
Las chozas del campamento ilegal, conocido como Sodoma por los habitantes locales, albergaban a 500 seguidores. Las riquezas de Gwajwa, entre ellas una camioneta Datsun, 350 cabezas de ganado y varias casas, procedían de lo recaudado.
La joven, que presuntamente se alimentaba sólo con miel, aseguraba haber muerto en 1996 antes de ser devuelta a la Tierra con la misión de curar enfermedades. Su doctrina respondía a una mezcla de cristianismo y religión ancestral backwezi.
"Nuestra sociedad actual se concentra tanto en los problemas que la gente busca un dios que le conceda milagros", dijo el religioso Lawrence Kanyike, de la Universidad de Makerere.
En la Iglesia Católica "los problemas no se resuelven de inmediato, así que cuando alguien asegura que tiene poderes, la gente se adhiere emocionalmente a eso".
Cuando se aleja de su iglesia original, la gente es vulnerable. "Una vez que alguien pierde la fe, no es que no crea en nada. Cree en cualquier cosa", aseguró.
Kanyike también culpa a la postura inflexible de la Iglesia Católica por empujar a los fundadores de cultos a crear sus propias sectas.
"Kibwetere era un religioso ambicioso. Como no obtuvo lo que pretendía, comenzó su propia secta", comentó. (FIN/IPS/tra-en/ks/sm/aq/cr-ip/00