Líderes sindicales de 20 países están reunidos esta semana en Washington para coordinar esfuerzos contra la estrategia de globalización de la firma multinacional estadounidense General Electric Company (GE).
También impulsan la adopción por GE, una de las 10 empresas más grandes del mundo, de un código de conducta corporativa que promueva el respeto a los derechos laborales básicos, incluso a la organización y la negociación colectiva.
El encuentro, patrocinado por la Federación Internacional de Trabajadores Metalúrgicos, es el último de una serie de esfuerzos de los sindicatos para organizarse a través de las fronteras y poder hacer frente a la creciente movilidad del capital.
Los sindicatos pretenden reducir la capacidad de empresas multinacionales como GE para contraponer los trabajadores de un país a los de otro, en lo que muchos críticos de la globalización económica denominan "una carrera hacia el fondo".
"Cualquiera que haya estudiado a GE sabe que son maestros en contraponer los trabajadores de un país a los de otro", declaró Fred Higgs, presidente de Trabajadores Químicos Internacionales. "Esta reunión es un punto de partida para poner fin a esa práctica", agregó.
Por ahora, explicaron los delegados, la cooperación casi se limitará al intercambio de información sobre las operaciones y los planes de GE en los países donde está activa, una tarea dificultada por la presión de la firma sobre sus subcontratistas para que la sigan a otros países en busca de mano de obra más barata.
Así mismo, los participantes discutirán las tácticas adoptadas por los sindicatos para hacer responsable a la gigantesca empresa ante los trabajadores y las comunidades.
Pero a largo plazo, la Federación Internacional de Trabajadores Metalúrgicos y sus afiliados nacionales tienen mayores ambiciones.
"Realmente necesitamos la negociación colectiva mundial", declaró Edward Fire, del Sindicato Internacional de Trabajadores de la Industria Electrónica, que a fines de junio negociará con GE un nuevo contrato de tres años.
El encuentro de esta semana tiene lugar en un marco de creciente cooperación transfronteriza entre sindicatos para hacer frente al poder de las multinacionales, que han sido las principales beneficiarias de la liberalización económica mundial.
Con la reducción o eliminación de las barreras al comercio y la inversión en casi todos los países, las empresas trasladan sus operaciones a estados con bajos costos laborales en busca de mayores ganancias.
GE ha sido líder mundial en ese aspecto. Hace apenas 15 años, unos 300.000 de sus 370.000 trabajadores en todo el mundo estaban empleados en Estados Unidos.
Actualmente, en cambio, solo la mitad de una fuerza total de trabajo de 300.000 está establecida en Estados Unidos, y 10 por ciento está empleada en México, un destino favorito desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en 1994.
GE, que tiene operaciones en más de 100 países en todo el mundo, actualmente tiene plantas en Canadá, la mayor parte de Europa occidental y muchos países de medianos ingresos, como Brasil, Chile, Colombia, Hungría, Indonesia, Malasia, Singapur, Corea del Sur, Tailandia, Turquía y Venezuela, además de México.
La compañía también emplea al menos 10.000 obreros en China y 15.000 en India, según fuentes sindicales.
Además, GE ha ejercido enorme presión sobre muchos de sus proveedores estadounidenses para que también se trasladen el exterior, en especial a México, para reducir los costos y aumentar las ganancias.
Con activos mundiales superiores a 400.000 millones de dólares y ganancias de 110.000 millones en 1999, GE, que fabrica desde lámparas de luz hasta motores de aviones y otros complejos equipos, es una de las empresas más exitosas del mundo.
GE se transformó en la primera empresa estadounidense de la historia en hacer más de 10.000 millones de dólares en ganancias el año pasado, y su presidente desde hace 19 años, Jack Welch, es un icono de los negocios en este país.
Welch es un abierto defensor del traslado de las operaciones hacia países con mano de obra barata. "Idealmente, todas las plantas deberían estar sobre una barca", dijo, en una metáfora que confirma los peores temores de los empleados.
Dos tercios de los obreros sindicalizados de GE consideran que su empleo es inseguro, según una encuesta realizada entre los miembros a fines del año pasado.
Pero no sólo los trabajadores de Estados Unidos sienten inseguridad ante las prácticas migratorias de GE. El año pasado, cuando los obreros de una planta de GE en Hungría protestaron por recibir apenas dos dólares por hora, la compañía amenazó con trasladar sus operaciones a India, reveló un líder sindical.
"Tememos que Welch ponga nuestra planta en una barca y se la lleve a Vietnam", manifestó Gopal Vejaragavan, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Eléctrica de Malasia, donde GE emplea a unos 800 obreros en una planta.
"Compartimos este temor con nuestros hermanos de Estados Unidos", añadió.
"El problema es que no hay obstáculos para el movimiento internacional de las empresas", expresó Douglas Meyer, director de investigaciones del Sindicato Internacional de Trabajadores de la Industria Electrónica.
"El interés de los trabajadores (de los países en desarrollo) consiste en impedir que la presión de la globalización reduzca los salarios al nivel más bajo posible", explicó Meyer.
Agregó que "la amenaza a los trabajadores es la continua movilidad de GE", y reconoció que existen "inevitables conflictos de intereses entre sindicatos nacionales en la competencia por empleos".
El momento de la reunión en curso -la mayor de sindicatos internacionales relacionados con GE- se relaciona con las próximas negociaciones entre sindicatos estadounidenses y la empresa en junio, donde entre otras iniciativas volverán a proponer un código de ética. (FIN/IPS/tra-en/jl/da/mlm/lb/00