Empresarios y políticos de Argentina atribuyen todos los males que afronta la agricultura y la industria al desequilibrio comercial producido por la devaluación en Brasil, pero algunos economistas recomiendan ahora buscar también culpas propias.
La prédica de industriales y productores rurales sobre los presuntos perjuicios que les causa la alianza comercial con Brasil han silenciado las explicaciones en contrario de varios expertos.
Uno de ellos es el director del Centro de Economía Internacional de la cancillería, Arturo O'Connell, quien cree que ese país es el nuevo "chivo expiatorio" de los argentinos, y advirtió que hay una "campaña deliberada" para ocultar que la balanza comercial sigue siendo favorable.
Argentina presenta un fuerte déficit comercial con Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y algunas naciones de Asia, mientras que con Brasil, pese a los conflictos, sigue teniendo un balance positivo, lo cual demuestra que el bloque es "extremadamente beneficioso", dijo O'Connell a IPS.
"Argentina ganó un mercado dos veces y medio mayor que el interno, y que está protegido de la competencia de los países industrializados por el arancel externo común" del Mercosur (Mercado Común del Sur, conformado también por Paraguay y Uruguay), señaló.
"El negocio es brillante", añadió, ya que la balanza comercial con Brasil es positiva desde 1995 y, si bien el saldo bajó en 1999, continuó siendo favorable para este país, que destina a ese mercado 30 por ciento de sus exportaciones.
Un estudio del centro dirigido por O'Connell reconoce que el año pasado hubo una retracción del comercio en el bloque, debido a la recesión en Argentina y Brasil y por la caída de los precios internacionales de sus principales productos de exportación.
El informe "Comercio Argentina-Brasil: Enfrentando la crisis" admite además que la "fuerte alteración" de la paridad cambiaria en Brasil "tiende a agravar aún más las dificultades comerciales derivadas de la recesión regional", pero no considera que la devaluación sea la causa de la desaceleración.
Inclusive, señala que las ventas argentinas a ese país habían llegado a 33 por ciento del total exportado en septiembre de 1998, para caer hasta 21 por ciento en marzo de 1999, pero en septiembre ya estaban otra vez por encima de 27 por ciento.
No obstante, los conflictos comerciales entre los dos países y los presuntos quebrantos que esta asociación comercial estaría provocando en Argentina ocupan varias páginas de los diarios en forma cotidiana.
La idea de conformar un mercado común del sur surgió a mediados de los años 80, pero solo fue en la década pasada, al menos hasta hace dos años, que el comercio regional mostró una gran dinámica.
Sólo las ventas argentinas a Brasil subieron de 500 millones a 9.000 millones de dólares desde la creación del bloque en 1991 hasta 1997.
El Mercosur, que contiene a más de 200 millones de habitantes, atrae más inversiones externas que la suma de cada uno de sus miembros. Muchas empresas de automóviles se instalaron entonces en Argentina para aprovechar los acuerdos de comercio con Brasil, el mayor mercado sudamericano.
Así, mientras las exportaciones globales argentinas se triplicaron en ese lapso, las destinadas al bloque crecieron más de 16 veces.
Sin embargo, en la actualidad los productores de agrícolas se quejan por el desequilibrio en la competencia con Brasil y le adjudican toda la responsabilidad de la crisis del sector.
Lo mismo ocurre con los industrias papeleras y del calzado, fabricantes de maquinaria agrícola y empresarios del sector automotor.
Pero si se estudian las dificultades en el mediano plazo se observa que la declinación ya se apreciaba con anterioridad a la devaluación dispuesta por Brasilia en enero del año pasado.
Los criadores de cerdo aseguran que Brasil es responsable de la quiebra de 20 por ciento de los productores argentinos, pero lo cierto es que el deterioro se arrastra desde 1990, dicen los expertos.
El ingreso al país desde 1998 de productos a bajo precio se convirtió en "un asunto dramático para los pequeños productores", comentó el presidente de la cámara de productores porcinos, Jorge Rodríguez.
Los productores de este sector reclaman al gobierno que controle el ingreso de carne de cerdo más barata de la UE, pero al mismo tiempo advierten que se opondrán a que ese mercado sea sustituido por productos brasileños.
O'Connell también discrepa con los fabricantes de maquinaria agrícola de la provincia de Santa Fe, quienes atribuyen la caída de las ventas al ingreso de equipos más baratos de Brasil.
El experto sostiene que el problema es la grave crisis que afecta al campo. "Los productores no tienen dinero para comprar maquinaria, debido a la sequía de los últimos meses, los subsidios de la UE y la caída de los precios internacionales", dijo.
Brasil no tiene la culpa de que Argentina no quiera devaluar su moneda ni otorgar créditos a bajo interés a las pequeñas y medianas empresas, agregó.
El economista cuestionó también la posición del sector lácteo. "Dijeron que 80 por ciento de sus exportaciones va a Brasil y, por tanto, la devaluación del real tedría efectos tremendos, pero no precisaron que ese porcentaje es sobre seis por ciento de su producción", ya que el resto se destina al mercado interno.
También se desató la controversia en el sector arrocero, que destinaba la mitad de sus exportaciones a Brasil hasta el año pasado, cuando ese país pudo abastecerse de su producción local.
Los argentinos pusieron el grito en el cielo: "Esto es el acta de defunción del Mercosur", dramatizó el productor Enrique de León Belloc.
Pero sus colegas brasileños recomendaron a Argentina y Uruguay, el otro afectado en este campo, que en lugar de protestar incentivaran el consumo interno. El promedio en Brasil alcanza a 74 kilogramos de arroz por persona cada año, mientras que argentinos y brasileños solo consumen siete kilogramos.
Otro factor de discordia es la difusión por parte de la embajada de Brasilia en Buenos Aires de los beneficios impositivos, fiscales y crediticios para la radicación de inversiones.
Si bien es cierto que al menos seis estados brasileños compiten entre sí por ofrecer las mejores condiciones, Argentina también ofrece incentivos para la atracción de capitales, aunque no son debidamente promocionados, dijo O'Connell.
La Unión Industrial Argentina asegura que al menos 280 empresas ya hicieron consultas para trasladarse a Brasil, mientras que los funcionarios brasileños aseguran que sólo se trata de 40, y la mayoría son firmas de partes de automóviles, textiles y alimenticias.
Por su parte, el economista Roberto Lavagna, designado para negociar acuerdos entre el Mercosur y la Unión Europea, consideró un error culpar a Brasil por la falta de competitividad argentina.
Lavagna afirmó que Brasil hace lo mismo que otros países, que es encarar políticas en favor de la producción.
"Si esperamos que ellos renuncien a esos incentivos vamos por mal camino, porque no es lo que les conviene hacer", advirtió el experto.
Lo que se debe hacer es recuperar la competitividad con medidas internas de apoyo a la producción, y "coordinar" con Brasilia la aplicación de ese tipo de acciones, evitando que se implementen de manera unilateral e inconsulta en uno u otro país, agregó.
En cambio, legisladores argentinos también se sumaron a las críticas, al igual que Carlos Ruckauf, gobernador de la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país, quien advirtió que castigará a las empresas que trasladen sus fábricas a Brasil prohibiéndoles ser proveedoras de ese estado provincial.
Las medidas de ese tipo, como las denuncias por competencia desleal, riesgos sanitarios y otras no hacen más que tensar las relaciones comerciales.
El protagonismo pasará ahora a los presidentes del Mercosur que, a partir de este mes, establecidos los nuevos gobiernos en Argentina y Uruguay, retomarán el diálogo para procurar relanzar el bloque sobre bases de una mayor coordinación. (FIN/IPS/mv/dm/ip/00)