FINANZAS: Washington da una de cal y otra de arena al FMI

El Fondo Monetario Internacional (FMI) quedó mal parado cuando el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Lawrence Summers, pretendió defenderlo en su última comparecencia en el Senado.

El mundo podría haber sufrido aun más a raíz de la crisis financiera asiática en 1997 y 1998 de no ser por el FMI, dijo Summers el martes ante el poderoso Comité de Relaciones Exteriores de la cámara alta estadounidense.

"Estas instituciones ayudan a promover un mundo más estable. Pueden ayudar a promover objetivos humanitarios vitales. Que no haya duda de que promueven cambios clave para el futuro económico y comercial de nuestra nación", aseguró.

Pero el propio Summers dio y quitó. El funcionario afirmó que la crisis asiática había revelado la necesidad de que el FMI controlara mejor la economía de sus miembros y abordara los problemas antes de que se convirtieran en crisis hechas y derechas.

"El FMI necesita prestar mucha más atención a vulnerabilidades financieras como las que causaron la crisis en Asia. Esto significa, en particular, una mayor atención a las cuentas fiscales", sostuvo.

El gobierno de Bill Clinton recibe presión del Congreso legislativo y de sectores de la sociedad de Estados Unidos para que impulse reformas en el FMI, una organización de 182 naciones cuestionada desde la crisis del peso mexicano en 1994 y 1995.

Entonces, la agencia se hizo cargo del primero de una serie de abultados rescates financieros.

La sugerencia de que el FMI había fracasado en su trabajo y de que Estados Unidos intentaba corregir sus pasos llegó a los oídos de los funcionarios de la agencia en el centro de Washington, a corta distancia del Congreso.

Estos funcionarios replicaron que Estados Unidos fue el principal impulsor de la apertura de mercados de los denominados "tigres" del sudeste asiático, incluso en materia bancaria y de inversiones, y luego hicieron oídos sordos a las señales de alarma.

Los gobiernos asiáticos abrazaron las reformas propuestas, pero se quejaron al verse obligados a proceder con extremada rapidez, lo que aumentaba la vulnerabilidad de sus países a la volatilidad. Las agencias regulatorias no podrían mantener el ritmo de la liberalización, advirtieron.

La respuesta de Estados Unidos, conocida sólo luego de la crisis, confirmó los temores asiáticos: el Tesoro intentó aprovechar todas las oportunidades de negocios que la debacle dejaba abiertas a los bancos, agencias de seguros y firmas financieras estadounidenses.

Corea del Sur se quejó de que a comienzos y mediados de la década del 90 la apertura del mercado era demasiado acelerada para ser segura.

Entonces, el Tesoro, entonces conducido por Robert Rubin con Summers como segundo al mando, respondió que Corea del Sur debía mantener la liberalización si deseaba integrar el club de países industrializados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Los funcionarios del Banco Central de Tailandia alertaron a Occidente a comienzos de 1997 que se avecinaban tormentas y le reclamaron que refrenaran a sus financistas. Alemania tomó debida nota, pero el Tesoro de Estados Unidos recomendó a Tailandia que dejara al mercado acomodarse solo.

Ese tipo de actitudes le ganó a Summers y a Rubin el calificativo de "dúo dinámico del capital libre".

Casi tres años después del comienzo de la debacle asiática, muchos de los funcionarios del FMI parecen convencidos de que los países deben determinar su propio ritmo para liberalizar los mercados, e incluso admiten el establecimiento de ciertos controles al capital.

Aunque también algunos funcionarios del Tesoro aligeraron sus discursos, Washington mantiene la liberalización de los movimientos del capital como una meta no negociable.

Summers parece haber confirmado esa posición, al impulsar propuestas tendientes a dominar al FMI y restarle funciones a la institución.

"Nuestros planes para la reforma del FMI comienzan con una simple adaptación a la nueva realidad del actual sistema financierao mundial, en la cual el sector privado es la fuente abrumadoramente mayoritaria de capital para el crecimiento", sostuvo.

El flujo de capital privado a los países en desarrollo es muy superior a la ayuda oficial, recordó.

"Creemos que el FMI debe reflejar ese cambio cada vez más, con una mayor atención a la promoción de la estabilidad financiera en los países, un flujo de capital estable entre ellos y una rápida recuperación luego de cualquier problema financiero", dijo.

Pero el presidente del Comité de Relaciones Internacionales del Senado, Jesse Helms, del opositor Partido Republicano, sostuvo que "el FMI, como funciona ahora, es una institución destructiva que por lo general causa más daños que beneficios a los países que se propone ayudar".

"Cada vez hay más gente que cree que es, tal vez, tiempo de abolir el FMI", agregó Helms.

Así, la aparición de Summers en el Congreso abrió el telón a dos espectáculos distintos. En el primero, el secretario del Tesoro atacó al FMI mientras pretendía defenderlo.

En el segundo, Helms, conductor de una cruzada contra entidades internacionales como la Organización de las Naciones Unidas y de una defensa acendrada de la expansión de empresas estadounidenses en el mundo en desarrollo, invocó los intereses de los países deudores. (FIN/IPS/aa/mj/if dv/00

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