El área de cooperación para el desarrollo de la cancillería de Italia ayudó a legalizar tres barrios pobres de Belo Horizonte, en el estado brasileño de Minas Gerais, que ni siquiera aparecían en los mapas de la ciudad.
Los habitantes de esos conglomerados llamados favelas en Brasil, además de enfrentar severas dificultades económicas y sociales, no estaban registrados legalmente, por lo tanto tampoco tenían derecho de voto ni podían participar en otras instancias civiles.
La asistencia italiana se canalizó a través de un proyecto que se desarrolla desde 1994 y concluye este año, con un aporte de más de cinco millones de dólares del área de cooperación para el desarrollo del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El balance de lo actuado es "más que positivo", dijo a IPS una de sus responsables, Paola Viero.
El plan llamado "Alborada" permitió mejorar las condiciones de vida de 50.000 habitantes de favelas de tres municipios de la región metropolitana de Belo Horizonte, a través de la recuperación e integración al tejido urbano y social de la ciudad.
El costo total del programa, que asciende a 10 millones de dólares, es financiado también con contribuciones de la Unión Europea y del gobierno de Brasil.
En ese marco se legalizaron 7.000 parcelas de terreno, con la concesión de títulos de propiedad, privilegiando la situación de las mujeres y los niños, se realizaron obras de saneamiento, instalación servicios de agua potable, electricidad y otros.
Viero subrayó la participación de los beneficiarios en la elección de los planes de desarrollo y en las obras de urbanización y de servicios sociales, de tal manera que se transformaron en "actores del proceso de mejoramiento de sus propias condiciones de vida".
También se transfirieron a las instituciones locales competentes capacidades de planificación, metodología de trabajo y los instrumentos apropiados para el control del desarrollo de los barrios.
En el proyecto se tuvo en cuenta en especial la situación de los menores, que son los principales afectados por la pobreza en las favelas, caracterizadas por la alta desocupación, ingresos insuficientes y la disgregación de las familias, en las que la mujer es en 80 por ciento de los casos su única responsable.
Todo eso provoca graves repercusiones en los menores, que quedan expuestos al abandono, a la violencia y a la criminalidad, dando origen al fenómeno de los niños de la calle y a la explotación infantil en todas sus formas, señaló Viero.
Existían dificultades en el acceso a la educación, debido a las escasas estructuras escolares y la carencia de maestros, lo cual "representaba para los adolescentes un factor de exclusión del mercado de trabajo, perpetuando el círculo vicioso de la pobreza de una generación a otra", agregó.
Basta pensar que más de 80 por ciento de los niños registra un atraso de 3 a 4 años respecto del normal desarrollo escolar y que apenas 20 por ciento accede a la educación superior, indicó la experta.
Para hacer frente a esta situación, el proyecto realizó sactividades en favor de los menores de 6 años, como la construcción de centros educativos administrados por asociaciones comunitarias.
En tanto, para los niños entre 7 y 13 años se ampliaron locales escolares para permitir su participación en actividades de apoyo al estudio, culturales y recreativas.
Los adolescentes de 14 a 18 años se beneficiaron con la formación de cursos de capacitación profesional, según las exigencias del mercado laboral, en colaboración con empresas.
En ese sentido se crearon servicios de búsqueda de trabajo, superando de este modo la carencia de información que a menudo constituye el primer elemento de exclusión social.
También se construyen cuatro escuelas y otras tres ya fueron habilitadas, a la par de que se otorgó apoyo de tipo formativo y económico a más centros, lo cual beneficiará a unos 1.200 niños.
Un total de 200 adolescentes completaron la escuela primaria y se han capacitado profesionalmente, más de 70 por ciento de los cuales ya ha conseguido trabajo estable después de sólo tres meses de haber terminado su formación. Se prevé que ese número se duplique, para llegar a 400 al finalizar el proyecto.
Además se construyeron centros sanitarios e impartieron cursos de formación para 50 agentes comunitarios de salud.
El apoyo dado a los niños y a los adolescentes , a través del estudio, debe prevenir los fenómenos de los "niños de la calle" y de la explotación del trabajo infantil, manifestó Viero.
La experiencia demuestra la posibilidad de que el niño pueda crecer, ser educado y llegar a ser adulto, incluso en situaciones de elevado riesgo, concluyó. (FIN/IPS/jp/dm/dv/00