CULTURA: Venezuela en busca del héroe perdido

El héroe independentista Francisco de Miranda vuelve a ser noticia en Venezuela después de 250 años de su nacimiento, cuando los homenajes para celebrar su figura están confundidos con enredos burocráticos, telarañas históricas y una accidentada aventura para repatriar de Europa sus olvidados huesos.

Generalísimo, ilustrísimo, precursor de la independencia americana, conde… Varios títulos y adjetivos rondan la figura del prócer venezolano, cuyo nombre quedó escrito en el Arco del Triunfo de París por su participación como mariscal de campo en la revolución francesa, un currículum envidiable, que tuvo triste final en una cárcel española.

Las autoridades venezolanas comenzarán el martes 28 de marzo, aniversario de su natalicio, un "año jubilar" para honrar la memoria de Miranda, en que el acto más relevante sería la repatriación de sus restos, aunque antes será necesario identificarlos, ácido desoxirribonucléico (ADN) de por medio.

En este momento se trata de ubicar los restos de una descendiente del prócer, quien fuera enterrada en un cementerio de Caracas a fines del siglo XIX, para tomarles una muestra de ADN y permitir así identificar sin dudas los célebres huesos.

Este estudio apoyará el rescate por parte de un equipo encabezado por la investigadora francesa Catherine Hani, de un centro de genética de Lyon.

Miranda, nacido en 1750, murió el 16 de agosto de 1816 en la cárcel de La Carraca, en la localidad española de Cádiz, y fue enterrado en el cementerio del arsenal. Sus restos, que no habían sido reclamados por nadie, fueron trasladados en 1870 a un osario común.

El objetivo del gobierno de Hugo Chávez, quien incluso hizo un llamado a los descendientes durante un acto público, es trasladar a Miranda desde ese osario común hasta el Panteón Nacional de Caracas, donde reposan las personalidades históricas de este país.

Pero el éxito del año jubilar depende ahora también de la solución a un dilema burocrático. Una comisión oficial que trabajaba desde el año pasado en los preparativos, incluyendo la identificación de los restos, renunció el 15 de este mes por falta de fondos.

El gobierno reaccionó nombrando a los suplentes, pero informaciones publicadas en la prensa local contribuyeron a dar la sensación de que no todo marcha bien a la hora de recordar al generalísimo, una personalidad de gran magnetismo histórico, que durante sus últimos años soñó con la libertad de América.

Miranda, en su juventud, se enroló en los ejércitos del rey de España hasta 1783. Entonces viajó por varios países, y de ese período data su célebre amistad con la zarina Catalina de Rusia, quien lo nombró coronel de ese país y le entregó un documento donde se lo señalaba como conde, pero de nacionalidad español.

A comienzos de la década de 1790 frecuentó a liberales británicos y su itinerario lo colocó en Francia, donde fue llamado por el alcalde de París, Jerónimo Petion, a incorporarse en la defensa de la revolución. "Fui nombrado mariscal de campo", recordó en su diario.

Miranda encabezó en 1806 una primera invasión libertadora a Venezuela, y en 1810 participó en los pronunciamientos por la emancipación de este país. Eran los tiempos de la declaración de la independencia, y el prócer fue nombrado generalísimo para enfrentar al ejército realista de España.

Ese paso por Venezuela terminó en un confuso episodio. Las fuerzas independentistas ya estaban vencidas y replegadas a una localidad costera de este país cuando un grupo de oficiales lo tomó preso, porque sospechaban de su traición, y lo entregó a las fuerzas españolas.

Ese grupo de oficiales estaba liderado por el joven oficial patriota Simón Bolívar, quien posteriormente lideraría la gesta independentista de Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, con lo cual ganaría el título de Libertador.

Bolívar fue uno de los últimos venezolanos en ver a Miranda, quien fue recluido en Cádiz alrededor de 1813. Testimonios sobre su reclusión revelan que en algún momento planificó su fuga y que, cuando murió, insistía en rechazar los ritos católicos que le querían administrar.

Un perfil de Francisco de Miranda elaborado por la comisión presidencial encargada de la repatriación de sus restos planteó que el generalísimo tuvo problemas para ser comprendido por parte de la sociedad venezolana de la época, que lo consideraba soberbio y ateo.

Más allá de los restos de Miranda, el año jubilar también servirá para volver sobre los pasos de su historia y para revisar sus ideas precursoras, que algunos historiadores consideran emparentadas con el "socialismo histórico".

Su biblioteca, cartas e, incluso, sus aficiones pasan por el cedazo de esta revisión aniversaria.

Entre las aficiones algunos mencionan su amor por las mujeres, mientras otros recuerdan la pasión por la música, su interpretación de la flauta y preferencia por un repertorio que incluía a Hadyn, Sammartini, Haendel y Quantz, incluidos en un disco de reciente aparición en Venezuela.

El flautista venezolano Luis Julio Toro grabó las piezas utilizando una réplica de la flauta barroca que perteneció al generalísimo.

Mientras, esta avalancha de información representa para los venezolanos la oportunidad de rescatar a un héroe perdido, que muchos identifican con un señor de pelo largo y canoso echado sobre un camastro en una celda.

El famosísimo cuadro de Artutor Michelena sobre Francisco de Miranda en prisión, considerado como una joya del arte venezolano, muestra a un prócer despeinado, con la quijada apoyada en su mano derecha y la mirada perdida. (FIN/IPS/lc/dm/cr/00

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