La movilización y la organización fueron determinantes de la conquista de derechos de los indígenas bolivianos, dijo hoy Nicolás Montero, líder de esas comunidades, al recibir en España el premio Bartolomé de Las Casas.
Montero preside la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente de Bolivia (Cidob), la organización premiada este jueves y que agrupa a los 36 pueblos indígenas originarios del actual territorio de ese país.
El Premio Bartolomé de Las Casas es otorgado cada año, desde hace nueve, por la Casa de América de Madrid, organismo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores para distinguir a quienes realicen tareas sociales importantes en América Latina.
El carácter conciliador y solidario de la Cidob ha permitido a la organización desarrollar una intensa y múltiple actividad "mediante el diálogo y en el marco y con el debido respeto a la Constitución y a las leyes del estado", dijo el príncipe heredero de España, Felipe de Borbón, tras entregar el premio.
La Cidob, que representa a la mitad de la población boliviana, ha logrado la titulación y consolidación de 15 millones de hectáreas, "equivalentes a 30 por ciento del territorio de España", explicó Montero.
La organización también logró el reconocimiento de sus formas tradicionales de organización y contribuyó a que Bolivia cuente con una política indígena de Estado, sea cual sea el partido que gobierne, dijo el dirigente.
Montero puntualizó, no obstante, que Bolivia es un país multiétnico y pluricultural, en el que la Cidob propuso nuevas formas de relación con el Estado y el gobierno, "dejando atrás enfrentamientos y discursos ideológicos" para presentar demandas e iniciativas concretas, tanto técnicas como políticas.
Felipe de Borbón, quien viaja cinco o seis veces al año a América Latina, expresó que "conociendo América los españoles nos conocemos mejor a nosotros mismos y nos hacemos universales".
También, se sienten "más comprometidos con sus causas, su desarrollo, la lucha contra sus desastres naturales, sus diálogos políticos y la defensa de sus necesidades vitales".
El príncipe también reconoció la labor de la Organización Indígena de Antioquia (OIA), que representa a 16.000 indígenas de las etnias emberá, tule y senú de Colombia, a la que el jurado destacó con una mención honorífica.
Estas etnias iniciaron en 1965 un proceso de organización social y política "como consecuencia de las luchas indígenas que se dieron a nivel nacional por la recuperación de tierras, la titulación de los resguardos, la reconstitución de los cabildos y la identidad cultural".
Con la OIA, los indígenas "se han erigido en sólidos baluartes de la justicia y, en consecuencia, en auténticos constructores de la paz, pues no puede haber verdadera paz donde no impera la justicia".
Felipe de Borbón fue aplaudido por los diplomáticos y dirigentes de organizaciones no gubernamentales presentes al subrayar que "la primera exigencia de la paz y de la justicia es el estricto respeto al más elemental de los derechos humanos: el derecho a la vida".
Contra la vida "no sólo se atenta cuando se la ataca violentamente, sino también cuando no se crea o no se permite el establecimiento de las condiciones necesarias para proveer a las personas de los medios mínimos para su sustento y para llevar una vida digna", dijo.
"Estos premios enaltecen, desde luego, a quienes los reciben, y nos animan a todos a reflexionar sobre el valor de la dignidad humana y el mérito de quienes se esfuerzan en asentarla y desarrollarla (…), clave de nuestra historia común", concluyó. (FIN/IPS/td/mj/pr hd/00