La mayor amenaza para un periódico opositor en Malasia es tener éxito. Eso le sucedió a la revista Haraka, que recibió del Ministerio del Interior la orden de reducir su frecuencia de ocho a dos ediciones mensuales.
La decisión del gobierno, adoptada al aprobar la nueva licencia anual para Haraka, provocó una tempestad de críticas de partidos y grupos de derechos.
Haraka es el órgano del Partido Islámico (PAS), que logró una buena votación en las zonas donde es mayoritaria la etnia malaya, antes favorables a la Organización Nacional Malasia Unida del primer ministro Mahatir Mohamad.
La restricción es la última de una serie de medidas adoptadas contra Haraka desde entonces. Los funcionarios primero secuestraron ejemplares vendidos al público en la calle, con el pretexto de que violaba sus condiciones de publicación que permiten las ventas sólo a miembros del PAS.
La circulación bajó de 370.000 copias a 270.000, y podría haber descendido más si no hubiera sido por la lealtad de sus lectores. "El acceso (a la revista) es más difícil pero de todas maneras la popularidad de Haraka se mantuvo y hasta aumentó", señaló el analista Mustafá Anuar.
El director de la revista, Zulkifli Sulong, y su impresor figuraron entre las cinco figuras opositoras arrestadas por presunta sedición, punible con tres años de cárcel, por un artículo referido al viceprimer ministro Anwar Ibrahim, ahora en prisión.
Mahatir dijo que la reducción de frecuencia es un procedimiento "normal" impuesto a aquellos que infringen frecuentemente la ley.
"Cuando se viola la ley debe haber un castigo, porque la ley debe ser respetada", dijo refiriéndose a las ventas al público del periódico, que violaron el permiso de impresión.
Pero sus críticos afirmaron que las restricciones contra Haraka obedecen a razones políticas.
"Creo que es político porque Haraka brindó espacio a críticas tanto de malayos como de otras etnias", dijo Mustafá. Otros creen que las restricciones se deben a motivos económicos.
El 1 de febrero la coalición opositora Barisan Alternatif (Frente Alternativo) lanzó un boicot trimestral contra medios oficialistas, como el diario en inglés New Straits Times y el diario malayo Utusan Malaysia, así como la televisora privada TV3.
Las últimas restricciones son una suerte de salvavidas para los medios oficialistas objetos del boicot opositor, a fin de que puedan conservar su cuota de mercado, señalaron analistas.
Según Mustafá, Haraka dio "a muchos malasios una muestra de lo que significa la libertad de prensa, y ahora están hambrientos de ese tipo de periodismo crítico".
El PAS presentó un pedido de licencia para otro periódico que se llamaría Purnama, pero después de la última decisión contra Haraka se cree muy improbable que le otorguen el permiso de publicación.
Sin embargo, un resultado de las restricciones gubernamentales podría ser que cada vez más malasios se vuelquen a Internet para buscar noticias alternativas, aunque sólo cinco por ciento de la población tiene acceso a la red mundial de computadoras.
Al amordazar a Haraka, el gobierno, sin querer, hizo mucho más de lo imaginable para promover el uso de la computadora, según varios observadores.
El PAS lanzó una versión diaria de Haraka en Internet, además de la versión de su edición bisemanal, con lo cual se incorporó al torrente de sitios noticiosos alternativos que ya son muy populares en la Internet, como Laman Reformasi y Malaysia Kini.
Eso creó un dilema para Mahatir. A pesar de que le gustaría controlar esos espacios cibernéticos, no lo puede hacer sin poner en peligro su millonario proyecto para un supercorredor informático.
Con el fin de atraer a las principales firmas de computación a su zona de alta tecnología al sur de Kuala Lumpur, prometió a los inversores que el gobierno no censuraría Internet. Cualquier sugerencia que indique la intención oficial de controlar el ciberespacio podría ahuyentar a los posibles inversores.
Sin embargo, ante las críticas en Internet, los funcionarios formulan declaraciones contradictorias que reflejan el dilema del gobierno sobre cómo encarar el desafío que socavó el monopolio informativo oficial.
El mes pasado, la agencia nacional de noticias Bernama citó al viceministro del Interior, Choor Chee Heung, cuando dijo que el nuevo permiso de publicación para Haraka podría ser suspendido o revocado si la versión por Internet de la revista de PAS se publicaba más de dos veces por mes.
"Haraka debe someterse a los términos y condiciones del permiso si la edición por Internet usa el mismo nombre de la versión impresa", dijo el viceministro. "No pueden decir que nadie puede controlar la version en Internet", apuntó Bernama.
Un día después, Chor dijo que había sido erróneamente citado y que seguía siendo una política del gobierno evitar cualquier censura de publicaciones y materiales sobre Internet.
No obstante, en otra noticia publicada después, el ministro de Energía, Comunicaciones y Multimedia, Leo Moggie, confirmó que la edición en Internet de Haraka podría ser controlada por el ministerio del Interior porque se trata de una reimpresión de la revista de PAS en otro medio.
Sin embargo, dijo que si la misma información publicada por Haraka también se encuentra en otro sitio en Internet con formato distinto al de su versión impresa, el gobierno no podía controlarlo.
"Por el momento, las autoridades pueden esperar y ver, pero si se popularizan los sitios en Internet, podrían reconsiderar su intención de no intervenir", opinó Mustafá. (FIN/IPS/tra-eng/an/ral/ego/aq/cr-hd/00