Activistas en América Latina y el resto del mundo realizarán manifestaciones de protesta e iniciarán campañas de educación este martes para llamar la atención sobre el perjuicio que provocan las grandes represas hidroeléctricas al ambiente y los seres humanos.
Las protestas en 19 países tienen el propósito de mostrar las experiencias que sufrieron comunidades desplazadas por las represas y el efecto de estas estructuras en los ecosistemas fluviales, señalaron activistas de la Red Internacional de los Ríos (IRN), un grupo de Estados Unidos.
El 14 de marzo ha sido el Día Internacional de Acción contra las Represas desde que así se decidió en 1997 en Curitiba, Brasil, en una reunión de perjudicados por este tipo de construcciones.
En Brasil, el gobierno calcula que un millón de personas fueron desplazadas de sus hogares por la construcción de más de 600 represas hidroeléctricas.
"Desde hace demasiado tiempo, los constructores de represas fomentan proyectos destructivos e ignoran las necesidades de la gente y de los ecosistemas", dijo Susanne Wong, una activista de IRN que ayuda a coordinar las actividades del martes.
La represa de Tucurui, la segunda de Brasil, en la zona de la selva amazónica, y que causó la expulsión de 40.000 personas, será objeto de la atención de la Comisión Mundial de Represas, integrada por comunidades perjudicadas, constructores, gobiernos y el Banco Mundial y otras fuentes de financiación.
En los últimos dos años, defensores y detractores de estas estructuras se enfrentaron ante la Comisión Mundial de las Represas. El objetivo es hacer una evaluación mundial del aporte de las grandes represas y recomendar normativas y pautas para proyectos futuros. Se espera un informe definitivo para agosto.
En América Latina surgió una nueva red de apoyo para las comunidades perjudicadas por las represas, señaló Jorge Cappato, de la Fundación Proteger, un grupo ambientalista de Argentina.
Uno de sus objetivos es la represa de Urra, en el norte de Colombia, que comenzó a funcionar en febrero después de más de 30 años de conflictos por el impacto ambiental que causaría el proyecto y que habría violado los derechos de los indígenas embera katio.
Gloria Rodríguez, del Instituo de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional, dijo que la represa "modifica radicalmente el sistema de control hídrico del río Sinu" sobre el que está construida, con efectos negativos para los agricultores, las comunidades pesqueras y los pueblos indígenas.
Desde su creación en 1998, la Comisión Mundial de Represas celebró una serie de audiencias públicas en todo el mundo con participación de opositores y defensores de las represas. La última se celebró en febrero, en Vietnam, y se centró en el este y sudeste de Asia.
Una de la represas de esa región, la del río Mun, en Tailandia, perjudicó a más de 20.000 personas al provocar la drástica reducción de la población de peces, sostuvo IRN.
El Banco Mundial, que brindó 24 millones de dólares para financiar el proyecto, construyó una "escalera" a un costo de un millón de dólares para permitir el pase de los peces, pero IRN aseguró que esta medida resultó "inútil".
En India, las comunidades locales intensifican su lucha contra la construcción de la represa de Maheshwar, en el estado de Madhya Pradesh, que según IRN desplazaría a más de 35.000 granjeros, jornaleros, pescadores y artesanos de 61 aldeas y sumergería unas 5.700 hectáreas de tierras fértiles.
Investigaciones del grupo ambientalista alemán Urgewald concluyeron que los proyectos de reasentamiento de este proyecto son "totalmente insuficientes" y que no existen terrenos disponibles para hacerlo.
El 24 de febrero, miles de personas en India lanzaron una protesta para obligar a detener la construcción de Maheshwar. Los manifestantes están realizando una "sentada" permanente en frente de la principal entrada al proyecto.
La resistencia al proyecto obligó a dos compañías de ingeniería alemanas y una estadounidense a retirarse del mismo en los últimos años. Los activistas intentan convencer a la Ogden Corporation, de Estados Unidos, para que no adquiera 49 por ciento de las acciones de la misma, como es su intención.
Mientras, activistas en Ghana protestan por la construcción de Bui, la tercera represa hidroeléctrica del país. Temen por la reubicación de unos 30.000 habitantes de la región Brong-Ahafo, en el noroeste, y por la reducción de la pesca en la zona.
En Lesotho, el Banco Mundial apoyó el proyecto de Aguas de las Tierras Altas, diseñado para desviar el agua al centro industrial de Sudáfrica y para conseguir divisas, por intermedio de los derechos del agua, para el pequeño país africano.
Pero la comisión de inspección del Banco Mundial recibió quejas de sudafricanos de bajos ingresos que deberán pagar tarifas más altas en su consumo de agua debido al proyecto. Habitantes en Lesotho también denunciaron la pérdida de terrenos fértiles.
En Estados Unidos, la discusión acerca de las represas se centra en la demolición de las estructuras ya existentes, sobre todo en la costa del océano Pacífico, en el noroeste, donde la población de salmones corre peligro por su causa.
El grupo Ríos Estadounidenses anunció que el río Snake es uno de los más amenazados del país porque cuatro represas dañan la ecología de la cuenca fluvial.
Pescadores, indígenas, biólogos y ambientalistas, e incluso algunos funcionarios, proponen desmantelar las cuatro represas para salvar al salmón.
La gente "debe actuar ahora para salvar a este legendario pez y votar para remover estas represas que sencillamente no tienen sentido", dijo Rebecca Wodder, presidenta del grupo. (FIN/IPS/tra-en/dk/da/aq/en/00