El ex teniente coronle Aldo Rico, que en los años 80 se sublevó dos veces contra la democracia en Argentina, renunció hoy al Ministerio de Seguridad de la provincia más poblada del país, tras una serie de escándalos.
Rico, que en la década pasada fundó un movimiento político de derecha y fue diputado y alcalde, había sido designado ministro en diciembre por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, quien intentaba aplicar "mano dura" contra el delito.
El justicialista (peronista) Ruckauf ganó en noviembre la gobernación con promesas de imponer la seguridad a cualquier precio en la provincia de Buenos Aires, caracterizada por el aumento de la delincuencia y las denuncias de corrupción de la policía.
La inseguridad pública y el desempleo son las principales causas de preocupación de la población argentina, de acuerdo con las encuestas, y Ruckauf hizo un ensayo político al designar al ex militar rebelde como ministro de Seguridad, para comandar a la policía y controlar el delito.
Sin embargo, las personas consultadas en las encuestas no creen que la solución de los problemas de inseguridad se logre con una conducción autoritaria como la de Rico, que se había levantado contra la democracia. Los encuestados opinan que el delito crece por falta de empleo y por el mal desempeño policial.
La policía es una de las instituciones más desacreditadas de Argentina. Oficiales de esa fuerza en la provincia de Buenos Aires estuvieron involucrados en delitos graves, como el atentado en 1994 contra una institución judía de la capital, que dejó como saldo 89 muertos, y en el asesinato de un periodista.
Este mes se supo que entre los responsables de una ola de asaltos a bancos figuran delincuentes excarcelados con ayuda de certificados fraguados de buena conducta, pagados a los policías que los custudiaban con comisiones sobre los robos.
Los constantes exabruptos de Rico -un ex "carapintada", como se conocía a los militares rebeldes, que se embetunaban el rostro en señal de guerra- obligaron a Ruckauf a pedirle una y otra vez que se disculpara, por palabras ofensivas contra el presidente Fernando de la Rúa, contra la prensa o contra otros "enemigos".
Hasta que, finalmente, y luego de una última semana de crisis, el gobernador le aceptó la renuncia este viernes.
La socióloga y analista política Graciela Romer, de la firma de encuestas que lleva su nombre, sostuvo que Rico representa un estilo de gestión relacionado con la intolerancia, la rigidez de pensamiento.
"La crisis de su breve gestión demuestra los riesgos que asumen los políticos que se inclinan por estos liderazgos", dijo Romer.
Otro analista, Enrique Zuleta Puceiro, consideró que el gobernador, que aspira a la jefatura del opositor Partido Justicialista y a la candidatura presidencial en 2003, "caricaturizó" y "sobreactuó" su preocupación por la inseguridad pública al llamar a Rico y no a algún político que pudiera crear consenso.
Ruckauf declaró este viernes, al reegresar de una visita a Estados Unidos, que aceptaba la "renuncia indeclinable" del "compañero Rico".
Pero puntualizó que, pese al cambio de ministro, mantendrá su política de orden público, diseñada para lograr "que los delincuentes estén presos y los ciudadanos seguros".
Rico protagonizó una serie de escándalos ya antes de su designación. En junio de 1999 ocupó un hospital del distrito municipal en el que se desempeñaba como alcalde, acusó a los médicos de "vagos" y afirmó que ese centro de salud le pertenecía, pues se hallaba en su área de jurisdicción.
Invitado por Ruckauf a participar del gobierno provincial, Rico aceptó seguir escalando posiciones, pero causó el disgusto del gobernador al amenazar a fotógrafos de prensa que lo seguían con quitárselos de encima con la policía. "¿Para qué me sacan tantas fotos? ¿Se masturban con las fotos ustedes?", dijo a los reporteros.
Aquella agresión verbal a los reporteros gráficos, tres años después del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, perpetrado por un grupo de policías y los custodios de un empresario, obligó a Ruckauf a exigir a Rico que se disculpara. Lo hizo, pero de mala manera.
Su última incorreción fue confundir en una futografía a un miembro de la escolta del presidente De la Rúa con un militar sublevado junto con el propio Rico en los años 80 y que, en realidad, estaba detenido y procesado por un delito común.
La denuncia fue rotundamente desmentida por la Presidencia, cuyos funcionarios debieron salir a aclarar públicamente que la persona señalada era un oficial de la Policía Federal de facciones parecidas a las del ex militar mencionado por Rico.
Obligado por Ruckauf, Rico redactó una carta de disculpas que en verdad fue un listado de quejas por persecuciones de las que supuestamente sería víctima. El gobernador debió entonces llamar al presidente desde Estados Unidos para excusarse por la ofensa gratuita del ex teniente coronel.
Analistas y medios periodísticos creyeron entonces que Rico daría un paso al costado, pero por el contrario, se mostró confiado en su continuidad, aseguró que nadie le había pedido la dimisión, y acusó a los medios periodísticos y a la Alianza, la coalición de gobierno, de pretender difamarlo.
La supuesta difamación fue una denuncia de un ex compañero de rebeliones y de campañas políticas de Rico, Carlos Castillo, quien le atribuyó la compra de combustible para automóviles oficiales en gasolineras de sus yernos.
Así mismo, Castillo aseguró que en los años 90, el entonces gobernador de Buenos Aires Eduardo Duhalde, candidato a la Presidencia por el justicialismo en diciembre, compró por 13 millones de dólares los votos del partido de Rico para su reelección.
Las denuncias de Castillo, que fueron apoyadas por otros dirigentes que habían acompañado a Rico, son investigadas por legisladores y por la justicia. (FIN/IPS/mv/ff/ip/00