El empleo industrial en Brasil se redujo en 48 por ciento en los años 90, según datos divulgados hoy por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), órgano del Ministerio de Planificación.
La pérdida de empleos en el año pasado fue de 7,3 por ciento, mientras el promedio salarial bajó 2,8 por ciento, provocando una caída de 10 por ciento en el total de salarios pagados.
La industria sufrió en la década los efectos más directos de la apertura del mercado nacional, antes fuertemente protegido, indicó Miriam Ferreira, gerente de análisis del sector del IBGE.
Justamente en 1990 Brasil inició un rápido proceso de reducción de aranceles y otras barreras, que incluían la prohibición de importación de miles de productos.
En los años siguientes se acentuaron las facilidades a la importación, se inició el proceso de liberalización comercial con Argentina, Paraguay y Uruguay, socios en el Mercosur, y hubo una fuerte sobrevaluación cambiaria de 1994 a 1998, para combatir la inflación y estabilizar la nueva moneda, el real.
Todo eso forzó a la industria a ganar competitividad, reduciendo costos y la mano de obra empleada, observó Ferreira.
Las crisis financieras internacionales, que tuvieron su epicentro en México, en varios países asiáticos y en Rusia, de 1994 a 1998, también repercutieron en Brasil, con efectos en el mercado de trabajo, añadió la analista.
Reestructuración administrativa, adquisición de tecnologías y equipos más avanzados, la informatización y la contratación de servicios externos representaron despidos masivos de empleados o su transferencia a empresas prestadoras de servicios a la industria.
Pero los trabajadores que lograron mantenerse en el sector industrial obtuvieron ventajas. El promedio salarial aumentó 19,2 por ciento en los 10 años.
Sin embargo, esa tendencia no se mantuvo en 1999, registrándose reducción salarial a causa del estancamiento económico provocado por medidas como la devaluación del real en 34 por ciento en todo el año, en respuesta a los efectos de las turbulencias financieras internacionales.
El aumento del desempleo restó poder de negociación a los sindicatos, determinando las pérdidas salariales, que también ocurrieron en 1992, cuando el país sufrió una fuerte recesión, señaló Ferreira.
Aun así, el resultado del año pasado fue mejor que el de 1998, cuando la caída del alcanzó a 9,1 por ciento. Además, el ritmo de la pérdida de empleos se redujo a lo largo de 1999, con el cuarto trimestre registrando sólo 4,1 por ciento, menos de la mitad del índice negativo del primer trimestre.
En la región metropolitana de Sao Paulo, donde el desempleo creció más en la década debido a que allí se concentra la industria brasileña, el índice general de desempleo en enero fue de 17,7 por ciento, según el Sistema Estadual de Anlisis de Datos y el Departamento Intersindical de Estudios Socioeconómicos.
Esto representa una recuperación, ya que en varios meses del año pasado el índice superó el 20 por ciento.
El tiempo promedio que necesita un trabajador despedido para obtener un nuevo empleo es de 54 semanas, es decir algo más de un año.
Pero la industria, responsable anteriormente de los mayores despidos, creó 6.000 nuevos empleos en enero, indicando una nueva tendencia en el sector. Comercio y servicios despidieron 93.000 empleados, resultado usual tras las fiestas de fin de año. (FIN/IPS/mo/ag/if/00