Sindicalistas, padres y amigos escriben letreros con sangre para exigir en México la libertad de unos 200 estudiantes que participaron en las protestas que paralizaron durante 10 meses la principal universidad de América Latina.
"Haremos todo lo necesario para que nuestros hijos y amigos sean liberados, incluso huelga de hambre", dijo el miércoles Alfredo Ríos, padre de uno de los detenidos, quien se extrajo sangre el martes junto con otras personas y escribió con ella sobre algunas paredes "libertad a presos políticos".
Acusados de robo, secuestro y otros delitos, los estudiantes que comandaron la huelga en la estatal Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que finalizó a inicios de mes con la intervención de la policía, permanecen en un cárcel de la capital hacinados y enfermos, según grupos humanitarios.
La mayoría de estudiantes de la UNAM reanudaron ya sus actividades, pero dirigentes sindicales de esa universidad, amigos y familiares de los detenidos continúan realizando marchas callejeras por su libertad.
Autoridades universitarias prometen que harán los necesario para que que los estudiantes sean liberados.
A los detenidos de la UNAM, muchos de los cuales proceden de familias de escasos recursos, se sumaron este miércoles, pero en una cárcel del estado de Hidalgo, vecino a la capital, dos dirigentes estudiantiles de una escuela pública de formación de profesores.
Esos dirigentes, juntos con sus compañeros, mantuvieron durante una semana una protesta que dio origen también a una intervención de la policía.
En el caso de Hidalgo, la escuela no pudo ser reabierta, como pretendían las autoridades, pues pobladores atacaron a los policías que ingresaron a la escuela, los detuvieron y desnudaron en público hasta que los estudiantes capturados en el operativo policial fueron liberados.
Los líderes estudiantiles fueron, sin embargo, detenidos luego bajo cargos de asalto agravado, robo y secuestro.
El gobierno de México, país donde 10 por ciento de la población es analfabeta y sólo uno de cada 100 estudiantes que entran a la escuela ingresa a la universidad, es el culpable de llevar los conflictos a extremos inmanejables, acusan grupos opositores.
El gasto educativo público en educación aumentó de 2,4 por ciento del producto interno bruto en 1990 a cuatro por ciento en 1999, pero aún está lejos del ocho por ciento recomendado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
El gobierno de Ernesto Zedillo asegura que hace un gran esfuerzo para mejorar la educación y que ello lo demuestran las cifras.
Estudios oficiales indican que el nivel educativo promedio de los mexicanos pasó de tercero de primaria en los años 70 a segundo de secundaria en la actualidad.
Sin embargo, "hay buenas razones para pensar que el segundo de secundaria de hoy no es muy superior, en términos de calidad, al tercero de primaria de 1970", sostiene el analista Sergio Sarmiento.
En los casos de la UNAM y de la escuela de Hidalgo, los jóvenes estudiantes, que durante sus protestas llegaron a ser consideraros interlocutores de las autoridades para luego ser acusados de delincuentes, las protestas tenían como banderas centrales el acceso gratuito y masivo a la enseñanza.
Las protestas se realizaron aunque la autoridades educativas afirman que el aumento en las cuotas de inscripcion, anulado en la UNAM, y las nuevas regulaciones evaluatorias para los estudiantes, también eliminadas, no pretendían cerrar el paso al ingreso de jóvenes.
El gobierno de Zedillo, que en el caso de la UNAN intervino con el argumento de que la posibilidad de la negociación fue anulada por la actitud obcecada de los huleguistas, afirma que en el caso de los estudiantes detenidos lo único que hace es aplicar la ley.
Pero la lectura de los jóvenes, de sus familiares, algunos sindicalistas independientes y de dirigentes políticos opositores es otra. El gobierno actúa con autoritarismo para acallar protestas, sostienen.
Para los observadores, siendo 2000 un año electoral, es muy probable que en los próximos meses todos los estudiantes detenidos sean liberados. Sin embargo, quedarán pendientes las metas de mejorar la calidad educativa y ampliar su cobertura.
Mientras, los dirigentes estudiantiles continúan señalando desde la cárcel que no cejarán en su lucha por una educación gratuita y popular opuesta a la de elite y "neoliberal" que, dicen, es impulsada por el gobierno. (FIN/IPS/dc/mj/ed hd/00