MONGOLIA: Transición al capitalismo expulsa a niños de la escuela

La transición de la economía socialista a la capitalista impide que 100.000 niños y niñas de Mongolia, o la sexta parte de la población infantil de este país de poco más de 2,5 millones de habitantes, concurran a la escuela.

Como otros ex países socialistas, esta nación situada entre China y Rusia aplicó profundas reformas políticas y económicas al principio de la década del 90.

Entonces, el colapso de la Unión Soviética, el principal socio comercial y donante del país, provocó una profunda crisis económica. La financiación de la educación en el presupuesto estatal descendió de 11,3 por ciento del producto interno bruto en 1990 a 5,6 por ciento en 1996.

La crisis económica tuvo nefastas consecuencias en el sector social y amenaza con anular las conquistas de siete décadas de gobiernos socialistas que garantizaron el acceso universal a la educación.

La reducción del presupuesto incluso amenazó con el cierre a la red de escuelas internado que son vitales en este país donde la mitad de la población aún tiene un estilo de vida nómada y vive del ganado en zonas remotas.

"Los problemas del período de transición tienen un impacto muy negativo en el sector de la educación, con el deterioro del ambiente escolar y un total de 166.000 niños y niñas que abandonaron la escuela en 1996", indicó el Informe de Desarrollo Humano para Mongolia, en 1997.

Según datos del Ministerio de Ciencia y Educación, la deserción escolar aumentó de 6.311 casos en 1989 a 48.446 en 1992, antes de descender a 14.272 en 1996.

Durante la crisis, la matrícula escolar también bajó de 98,6 por ciento en 1990 a 65 por ciento en 1996. Eso significa que 20 por ciento de los niños no se inscribieron en las escuelas en esa época.

"Los factores económicos tuvieron un papel fundamental", dijo B Uranbileg, del Centro Nacional de la Infancia. "En 1991, se privatizaron más de 25 millones de cabezas de ganado. A medida que crece el número en al menos 1,5 millones de cabezas por año, los criadores necesitan más mano de obra".

En el ámbito rural, muchos criadores retiraron a sus hijos de las escuelas para ayudar a criar el ganado.

"Saben que los niños necesitan educación, pero muchos criadores sostienen que, una vez que crezcan, heredarán el ganado y ya no les hará falta enseñanza", comentó el sociólogo D. Dariima, del Centro de Género para el Desarrollo Sustentable.

"Cada uno de los 62 niños y niñas que residen en nuestra escuela internado deben aportar 61 kilos de carne, 10 kilos de arroz, uno de cuero de oveja y tres metros cúbicos de madera", informó L. Tegshjargal, director de una escuela primaria de la localidad de Telmen.

"El Estado ya no ayuda a los internados. Sólo en nuestro distrito, 34 niños de 24 familias no van a la escuela. Sus padres no tienen el dinero para comprarles libros, ropa ni alimentos, aunque les gustaría mandarlos a estudiar", agregó.

Más de 260.000 familias ganaderas viven de 33 millones de cabezas de ganado en el medio rural. Pero en las ciudades hay mayor desempleo y la pobreza tiene sus consecuencias.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) calculó que 37 por ciento de la población vivía en la pobreza en 1998.

"La actitud de la gente va cambiando en los últimos años a medida que los padres se percatan de la importancia que tiene la educación para el futuro de sus hijos", aseguró D. Oyunsaijan, funcionario del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en el país.

En los últimos dos años, la matrícula escolar se recuperó y el año pasado alcanzó 75 por ciento, aunque permanece el desequilibrio entre las zonas rurales y urbanas.

Mientras, organizaciones no gubernamentales implementaron numerosos proyectos de educación alternativos y a distancia para combatir la deserción y la pobreza, que fomentan el incremento del número de niños de la calle.

"Brindamos capacitación a muchos jóvenes con poca educación en zonas remotas y deprimidas económicamente", dijo Undraj, director de un proyecto de educación a distancia financiado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El proyecto de tres años de duración pretende capacitar a 35.000 adultos y jóvenes desempleados con el uso de emisoras de radio.

En 1998, más de 10.000 niños y niñas se beneficiaron con programas de educación alternativa de organizaciones como Unicef y el Centro Nacional para la Educación a Distancia.

El proyecto de "educación con base en la comunidad", financiado por Unesco, dio apoyo financiero a 4.505 niños y niñas del ámbito rural para permitir su retorno a la escuela. Otros 1.300 niños de familias ganaderas volvieron a las aulas con la ayuda del Fondo Noruego para la Infancia.

El Fondo Salven a los Niños, de Gran Bretaña y presente en Mongolia desde 1996, eligió un camino distinto.

"Nuestro principal objetivo es contruir una institución de asistentes sociales en las escuelas para que impidan que los alumnos abandonen sus estudios", dijo B. Temuujin, funcionario del Fondo.

En los últimos dos años, la fundación tuvo éxito en 29 escuelas y tiene el propósito de ampliar el proyecto.

Otros proyectos de otras ONG están en camino. World Vision, una organización benéfica internacional, introdujo un programa de rehabilitación que ayuda a 450 niños y niñas de familias pobres a volver a la escuela.

A pesar de estos esfuerzos positivos, el legado de la década de transición aún pesa sobre el futuro de la educación.

El Informe de Desarrollo Humano de 1997 predijo que ese legado generará una "ola menos educada" de habitantes en los próximos 70 años. (FIN/IPS/tra-en/lb/js/aq/ed/00

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