Persiste la inquietud sobre el futuro de las relaciones entre Ecuador y Perú, tras la crisis institucional que determinó la caída del presidente ecuatoriano Jamil Mahuad, firmante en 1998 del acuerdo bilateral que puso fin a medio siglo de conflicto fronterizo.
La incertidumbre surgió en Perú tras conocerse el importante papel que correspondió en la crisis política ecuatoriana al sector de las Fuerzas Armadas considerado opuesto al acuerdo de paz.
El convenio de 1998 confirmó la frontera establecida en el tratado limítrofe de 1942, cuya discusión provocó en el último medio siglo tres guerras y numerosos choques armados entre soldados de los dos países.
El general Paco Moncayo, comandante de las Fuerzas Armadas de Ecuador durante la última guerra con Perú en 1995 y opuesto al acuerdo de paz, respaldó públicamente la insubordinación encabezada por dos de sus oficiales mas próximos, los coroneles Lucio Gutiérrez y Carlos Cobo.
Fuentes próximas a la Presidencia peruana aseguraron que Gutiérrez y Cobo integraron el equipo de comando del general Moncayo en el escenario de la guerra de 1995, de acuerdo con informes de inteligencia.
La situación política en Ecuador fue considerada una situación de alerta máxima en Perú. Por eso, el presidente Alberto Fujimori canceló su presentación como orador principal de la clausura del Congreso Anual de Empresarios, programada para el 23, un día después de las sublevación popular en Ecuador.
El nuevo presidente ecuatoriano, Gustavo Noboa, declaró que respetará el acuerdo de paz y promoverá el proceso de integración fronteriza entre ambos países. Esas declaraciones aliviaron pero no acabaron con la inquietud en Lima.
"Aparentemente, la estructura de gobierno de Ecuador sigue intacta. El derrocamiento de Mahuad fue sólo la voladura del fusible que salvó al aparato político", comentó Flavio Solorzano, analista de la organización no gubernamental peruana Población y Desarrollo.
"Parece también que los militares que promovieron la agitación indígena o que se aprovecharon de ella fueron apartados y tal vez sean sancionados por su indisciplina. Lo que les ocurra a esos militares será un índice de la estabilidad de las Fuerzas Armadas", concluyó Solorzano.
"Hasta que no se vea con claridad el desenlace de las divergencia en las Fuerzas Armadas ecuatorianas persistirá la inquietud sobre la estabilidad de Noboa y del proyecto político que representa", comentó la sociologa Imelda Vega, del Centro de Estudios de Historia de la Iglesia Católica.
La derrota de los indígenas y militares rebeldes que tomaron el palacio de gobierno y el parlamento en Quito, así como la designación del entonces vicepresidente Noboa como presidente, fueron recibidos en Lima como "indicios favorables pero insuficientes"
El respaldo declarado por Noboa al proceso de paz con Perú y a los proyectos de desarrollo fronterizo ya acordados mejoró el clima en círculos políticos de Lima.
"La solución política adoptada en Ecuador ante la crisis no afectará el acuerdo de paz suscrito en 1998 y, por consiguiente, no creo necesaria una ratificación de dicho acuerdo", dijo Fujimori.
Parlamentarios oficialistas y opositores coincidieron en considerar positiva y oportunas las declaraciones de Noboa.
"Como peruano agradezco las declaraciones de Noboa, pero no considero necesario que expresara que respetará el acuerdo de paz, pues está obligado a hacerlo. Se trata de un tratado bilateral, por lo tanto irrenunciable, suscrito ante la comunidad internacional", declaró el congresista opositor Harold Foryth.
Similares expresiones formularon los parlamentarios Lourdes Flores, del opositor partido Popular Cristiano, y Ricardo Marcenaro, del oficialista Movimiento Cambio 90.
Las negociaciones sobre integración y desarrollo en la frontera habían sido suspendidas en París el mismo viernes 22, cuando se produjo el derrocamiento de Mahuad.
Tres días después debía comenzar en París, a iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una reunión entre representantes de Ecuador y Perú con los donantes, para evaluar proyectos de integración fronteriza que en conjunto requieren 3.000 millones de dólares.
Esa suma, ofrecida por el BID con el respaldo de países interesados en consolidar la armonía entre Ecuador y Perú, constituyó uno de los argumentos más importantes de Mahuad y Fujimori para destacar las ventajas de la paz.
Pero el gobierno ecuatoriano, envuelto en la crisis política, solicitó la postergación de la cita, que le fue concedida hasta marzo, cuando se realizará de forma paralela a la reunión anual del BID, que se celebrará en Nueva Orleans, Estados Unidos.
En la reunión en París debía contemplarse la entrega de 150 millones de dólares para los primeros tres años del Plan Binacional de Integración y la evaluación de otros proyectos de obras de infraestructura en beneficio de las poblaciones fronterizas. (FIN/IPS/al/mj/ip/00