La tala indiscriminada de bosques en América Latina hará desaparecer a mediados de este siglo muchas especies de gran valor, si no se encaran políticas adecuadas de protección y producción, advierten expertos.
Los especialistas aseguran que los bosques pueden servir de fuente permanente de ingresos, sin necesidad de perjudicar su riqueza forestal ni atentar contra la sustentabilidad de los recursos naturales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Fondo Mundial para la Vida Silvestre afirmaron que en la primera mitad de los años 90 se perdieron casi seis millones de hectáreas de áreas forestales en América Latina, en especial en la selva amazónica.
Tradicionalmente se ha culpado de la depredación a los empresarios privados que se instalan en esas zonas con permiso de explotación otorgado por las autoridades, a cambio de inversión y reforestación, que por lo general no cumplen.
Pero esos conceptos comienzan a ser revisados por algunos expertos, a la luz de las últimas investigaciones.
El Instituto Nacional de Recursos Naturales de Perú (Inrena) señaló que la agricultura migratoria es mucho más responsable de la depredación forestal que la extracción de madera con fines industriales.
El Inrena afirmó que anualmente se pierden alrededor de 250.000 hectáreas de bosques en la amazonía peruana, a causa de la tala indiscriminada que realizan campesinos migrantes de las zonas andinas en suelos bajos en nutrientes de la selva.
El ex presidente de la Cámara Nacional Forestal Fernado Razzeto coincide con la evaluación oficial y afirmó categórico que "no hay una sola hectárea de bosques que haya sido destruida por la extracción con fines industriales".
Indicó, además, que la industria maderera realiza una extracción selectiva del recurso, dejando especies que posteriormente formarán un nuevo bosque.
"En cambio, cuando se tala una extensión de selva virgen, como suelen hacerlo los campesinos, se pierde la posibilidad de restituir el material genético que se requiere para reforestar el área depredada", explicó.
Esos campesinos, pobres y ansiosos de buenas tierras para sus cultivos, abandonan a los cinco años los bosques talados y sometidos a una agricultura intensiva para ir en busca de nuevos lugares, adentrándose cada vez más en la espesura amazónica.
Razzeto admite, sin embargo, que una gran cantidad de hectáreas de bosques naturales dedicada a la producción de madera para fines industriales se encuentra empobrecida, pero sostiene que con técnicas adecuadas puede recuperarse y formar nuevos bosques.
Otros expertos opinan, en cambio, que Perú no escapa a la tendencia de sobreexplotación y depredación de los recursos madereros de mayor valor en el mercado, como son el cedro y la caoba.
Basan sus afirmaciones en informes periodísticos que denuncian la depredación de grandes extensiones forestales en la amazonia y la construcción de carreteras para el transporte de madera extraída de manera ilegal, en especial en el departamento Madre de Dios, en el sudeste del país y fronterizo con Brasil.
También sostienen que detener la extracción indiscriminada de recursos forestales no requiere de prohibiciones o sobreprotección de los bosques, que priven al país de aprovechar sus recursos.
Por el contrario, impulsan una política racional que incorpore nuevas variedades de árboles y tecnología moderna, además de un plan de manejo de la explotación forestal, que va más allá de la simple reforestación.
Ignacio Lombardi, vicepresidente del Capítulo de Ingenieros Forestales del Colegio de Ingenieros de Perú, dijo que con un plan de este tipo cada empresa decidirá las operaciones para extraer determinada cantidad de madera y cómo recuperar lo extraído para mantener el bosque como una unidad productiva permanente.
"El plan de manejo es un concepto más avanzado para la conservación de bosques, que implica tener todas las técnicas de la silvicultura a disposición, en tanto que la reforestación es una más de las 30 técnicas que se pueden aplicar", detalló.
Lombardi precisó que los bosques amazónicos poseen una inmensa riqueza. Sólo en el caso peruano existen 2.500 especies forestales diferentes, de las cuales únicamente 20 se usan de manera intensiva.
"Existen más de 600 tipos de árboles que no son explotados, pese a que poseen una gran opción de ser comercializados en el mercado internacional", aseguró.
La FAO sostiene que una hectárea de bosque adecuadamente explotada reporta en promedio al país que la posee unos 116 dólares y genera alrededor de 24 dólares por concepto de exportación.
Algunos países de América Latina están explotando muy bien este recurso.
Bolivia coloca en el mercado mundial productos forestales por más de 200 millones de dólares, Brasil vendió al exterior unos 5.000 millones de dólares en 1999, mientras que Chile aspira a convertir el recurso en su primer producto de exportación en reemplazo del cobre. Y todo ello con un manejo sustentable.
Perú es quizá el que menos provecho saca de este inmenso recurso, pese a ser el segundo país de América Latina después de Brasil y sétimo en el mundo en riqueza forestal, con 80 millones de hectáreas de bosque, de los 3.500 millones que existen en el mundo.
Sus exportaciones llegaron el año pasado a los 70 millones de dólares, que representa un aumento de 35 por ciento respecto del año anterior.
Expertos aseguran que este país podría exportar unos 2.000 millones de dólares en productos forestales, si aprovechara adecuadamente los recursos naturales.
"Perú todavía no le ha pedido a sus bosques todo lo que debería", opinó Wilfredo Jurado, especialista en comercialización internacional y desarrollo industrial para la exportación de productos de madera.
Jurado y otros colegas creen que con un aprovechamiento racional de los bosques no sólo se estarán creando fuentes de ingresos permanente sino que se evitaría que muchas especies se conviertan en pocos años en "piezas de museo", debido a su extinción a manos de personas inescrupulosas. (FIN/IPS/zp/dm/if en/00)
