RODRIGO BORJA: Contra el culto de la desigualdad (2-E)

IPS: ¿Es entonces la propuesta socialdemócrata de Borja contra el programa neoliberal de Mahuad?

BORJA: Es algo así, aunque yo tengo reservas, e incluso pudor, de llamarme socialdemócrata, puesto que la socialdemocracia es un fenómeno afincado en la Europa del norte, que tiene otro tiempo histórico, distinto al de Ecuador.

IPS: ¿Se definiría usted como un político coherente en el plano ideológico?

BORJA: Por supuesto que sí, porque esa coherencia no solamente responde a profundas convicciones, sino a una observación objetiva de la realidad. Mientras en el Ecuador y América Latina los desplazados del mercado sean tan numerosos, no habrá desarrollo posible.

IPS: ¿Qué significado tiene hoy el pensamiento de centroizquierda?¿

BORJA: La defensa de ciertos valores, como la justicia social, la equidad económica, la distribución justiciera del ingreso entre todos los que participan en el proceso de la producción.

Ser de centroizquierda, o sea de izquierda moderada, es hablar de igualdad en un mundo que ha suprimido esa palabra del vocabulario político. Vivimos una civilización montada sobre la desigualdad, en la cual las disparidades socioeconómicas se exaltan y cultivan.

IPS: ¿Afiliarse a la centroizquierda es defender las empresas rentables del Estado y las áreas estratégicas?

BORJA: Sí, pero bajo la conciencia de que hay dos realidades inocultables: los servicios públicos en el Ecuador son deficientes, y el Estado carece de dinero para mejorarlos y modernizarlos.

En esas condiciones, ya que no somos partidarios de las privatizaciones, por corruptas, hemos formulado la alternativa de un sistema de economía compartida que abra espacios para la gestión entre el sector público y el privado.

IPS: ¿Puede explicar esa propuesta?

BORJA: Proponemos la formación de empresas en las que el Estado aporte sus equipos, instalaciones, edificios, activos y la potencialidad de un mercado virtualmente monopólico, y la empresa privada el dinero fresco.

Ese sistema tiene una serie de ventajas. Por un lado, el Estado no "regala" sus bienes. Participa de las utilidades del negocio, se entera de su gestión y protege a los trabajadores del despido, ya que, al ampliarse la empresa con el aporte del sector privado, los trabajadores quedan asegurados en su empleo y sería necesario contratar nuevos trabajadores.

Además, el Estado no podría ser engañado en cuanto a las utilidades de la empresa, puesto que sería miembro de su directorio. Por otra parte, se suprimirían las compras especulativas que se producen en las privatizaciones.

IPS: ¿Es posible aplicar esa fórmula en Ecuador, donde todos quieren llevarse un pedazo del pastel, como ocurrió con el intento de venta de Emetel, la empresa telefónica?

BORJA: No sólo es posible, sino también conveniente. El propio caso de la telefónica lo demuestra. El sistema que propongo es el único que puede promover consenso. Será un factor de unidad hacia el futuro y de eficacia en la gestión de las empresas mixtas.

IPS: Izquierda y centroizquierda se presentaron separadas a las elecciones de 1998 y no pasaron a la segunda vuelta, cuando juntas lo habrían logrado e incluso podrían haber triunfado. ¿No era mejor conformar una gran alianza para alcanzar el gobierno y gobernar con apoyo en una base más amplia? ¿Por qué no se creó un frente, al estilo de otros países?

BORJA: Porque surgieron aspiraciones legítimas, aunque individuales, que conspiraron contra esa unidad en la primera ronda electoral. La gran unidad a la que usted se refiere habría surgido en la segunda vuelta, como siempre ha ocurrido.

IPS: ¿Y qué ocurrió con el Movimiento Pachakutik, conformado por los indígenas y varias organizaciones sociales? ¿Por qué su partido, la Izquierda Democrática, no logró acuerdo con ese sector, que no tenía aspiraciones presidenciales?

BORJA: No se logró un acuerdo electoral, pero en mis giras por el país me di cuenta de que las bases de Pachakutik y de otras organizaciones indígenas estaban con nosotros.

Y creo que la explicación es muy sencilla: mi gobierno dio a los indígenas la educación bilingüe que tanto ansiaron por décadas. Incorporó a 600.000 campesinos a los beneficios de la electricidad, y les construyó 1.300 plantas de agua potable y alcantarillado.

También les dio casas comunitarias para el cuidado de los niños, abrió posibilidades de crédito para los pequeños empresarios del campo, e hizo cuanto pudo por mejorar sus condiciones de vida.

IPS: Pero en 1990, durante su gobierno, los indígenas realizaron una de sus mayores movilizaciones, que les otorgó un nuevo protagonismo social y político.

BORJA: En aquella ocasión quedó claro que el levantamiento no era contra un gobierno sino contra un sistema de explotación que se acercaba a cumplir 500 años. Eso fue lo que me dijeron los propios dirigentes de la protesta.

Mi gobierno atendió la logística de su movilización e incluso les proporcionó tiendas de campaña para que acamparan durante su estadía en Quito.

Para mí, es un avance importante el hecho de que hoy los indígenas participen en la vida política como alcaldes o diputados. Sin embargo, no le oculto mi preocupación de que todavía prevalezcan ciertos sentimientos racistas en nuestro país.

IPS: Antes hablamos del financiamiento de la campaña electoral de Mahuad. ¿Cómo financió usted su campaña en 1998?

BORJA: Mi campaña costó apenas 600.000 dólares, puesto que no fue financiada por ningún banco ni banquero, tal como lo prueba la certificación del Tribunal Supremo Electoral.

En la Izquierda Democrática se conocía el origen de los aportes, para lo cual se contaba con un Comité de Financiamiento, integrado por 10 personas de probada honradez, que era el encargado de recibir las contribuciones. Fueron numerosos los casos en que se devolvieron aportes e incluso se rompieron cheques.

IPS: ¿Qué piensa usted de la experimentación con genes humanos que se desarrolla en laboratorios del Norte industrial, en especial el Proyecto del Genoma Humano, que involucra a comunidades étnicas de Ecuador?

BORJA: Como todos los adelantos de la ciencia, que no se detienen, los avances de la ingeniería genética y el tratamiento del genoma humano son ambivalentes: pueden servir para crear un mundo feliz o para las aberraciones de cualquier neonazismo.

Todo depende del modo como se conduzcan esos procesos científicos. Ya se advirtió hace años: las realizaciones científicas de los hombres tienen un nivel desproporcionadamente más alto que el de sus realizaciones éticas. (FIN/IPS/kl/ff/ip dv/99

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