PERU: Políticas publicas sobre violencia familiar

El recurso a la violencia como presunta forma de solución de conflictos se ha generalizado en Perú, y se extiende desde los medios políticos y económicos hasta el ámbito familiar.

El 59,6 por ciento de las mujeres de Lima que no trabajan fuera de su hogar fueron alguna vez objeto de violencia física, además de maltrato psicológico, según un estudio de la Universidad Federico Villareal.

Los porcentajes de víctimas de violencia familiar entre las mujeres que trabajan o estudian son significativamente menores: 32 y cinco por ciento, respectivamente.

Más de la mitad de las amas de casa limeñas que dijeron no haber sido nunca agredidas físicamente, reportaron sin embargo haber recibido insultos, humillaciones y otras formas de maltrato psicológico destinadas a lesionar su autoestima.

"En las estadísticas se advierte una constante a nivel de víctima, la mujer ama de casa, lo que revela la desprotección que padece una significativa cantidad de mujeres abandonadas a su suerte en la equívoca privacidad de su hogar", comenta la ex ministra de Educación Mercedes Cabanillas.

Frente a esta situación, el Estado peruano ha formalizado gradualmente la atención de los casos de violencia familiar a través de un marco legal y creado entidades e instancias locales de atención y prevención.

En 1981 se estableció en Perú y en otros países de la región el Día de la No Violencia Contra la Mujer, y desde entonces la movilización de las organizaciones feministas y de defensa de los derechos humanos ha conseguido la emisión progresiva de una legislación sobre el tema.

En 1996, Perú ratificó la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer, y en 1997 se promulgó la Ley de Protección frente a la Violencia Familiar, que concentró y completó en un texto único la legislación antes dispersa sobre el tema.

En el ámbito preventivo, se fomenta la creación de Defensorías de la Mujer a nivel municipal y, para julio de este año se habían creado en todo el país 1.052 oficinas, que acogen las denuncias y tratan de resolverlas o derivan los casos para su atención policial, judicial, médica o psiquiátrica.

"El derecho de las mujeres a no ser objeto de violencia en sus hogares está consagrado legalmente, pero no es reconocido en la práctica, pues no tienen todavía vigencia real en nuestro medio", afirma la abogada Silvia Loli, del centro feminista Flora Tristan.

"Es cierto que se han producido avances significativos, pues hace 18 años no se consideraba el tema como un asunto público, las mujeres no se atrevían a denunciar, entre otras cosas porque el delito no estaba configurado legalmente, y se suponía que era un problema individual", añade Loli.

La abogada sostiene que en el plano formal ha habido una respuesta adecuada: el Estado suscribe convenios internacionales, da leyes, reconoce derechos. Pero una serie de problemas obstaculizan su vigencia.

La Ley no es conocida por todos los funcionarios, y quienes la conocen la aplican parcialmente, según sus intereses, dice.

"La erradicación de la violencia familiar será mas difícil de conseguir que eliminar la violencias política o social, porque requiere de una transformación cultural", comenta la socióloga Imelda Vega, autora del ensayo "Imaginario femenino. Cultura, historia y poder", actualmente en prensa.

"La violencia doméstica surge de las raíces de nuestra cultura falocéntrica y la Historia se está construyendo desde hace miles de años sobre la exclusión de la mitad de la población, generando una cultura de dominación de un género sobre otro, que impregna todo el tejido social y político", añade.

Vega sostiene que el hombre no sólo es victimario sino también víctima, pues es forzado a jugar el papel dominante, con todos sus estereotipos y obligaciones, y la mujer no sólo es víctima sino que también es, a menudo, cómplice.

Según la Encuesta de Hogares sobre Vida familiar, en 1999, el 63,4 por ciento de las mujeres que denunciaron maltratos continúan viviendo con sus parejas.

El 63,4 por ciento adujeron que lo hacían por sus hijos, el 56,7 por ciento alegó carencia de ingresos propios, el 28,5 por ciento dijo que no tenía a donde ir, el 24,3 por ciento declaró no haber dejado el hogar por miedo a sus parejas y el 17,1 por ciento consideró normal que los hombres pegaran a sus mujeres.

En marzo comenzaron a implementarse, sobre la base de las Defensorías de la Mujer municipales, "Módulos integrales de atención contra la violencia familiar", conocidos como "Módulos Emergencia Mujer", que ofrecen a las víctimas en todos los servicios necesarios para atender su denuncia un solo lugar.

En los Módulos funciona una comisaría de mujeres, con policías femeninas, consultorio jurídico, área de medicina legal, fiscalía provincial de familia, asistencia social, un centro de conciliación y un servicio psicológico.

Entre marzo y octubre, los Módulos Emergencia Mujer atendieron a 6.428 víctimas de diversos tipos de violencia en sus hogares.

"Como fenómeno cultural, el machismo y la violencia familiar sólo serán erradicados cuando cambie la mentalidad de la gente", comenta la ministra de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano, María Luisa Cuculiza.

"Trataremos de imponer las normas a los adultos, pero sólo en los niños podremos sembrar nuevas actitudes", dice la ministra, cuyo despacho coordina con el Ministerio de Educación programas de difusión escolar sobre los derechos de la mujer y del niño, y contra la violencia familiar como parte fundamental de los derechos humanos. (FIN/IPS/al/ag/hd/99

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