Rusia estuvo interesada en el canal de Panamá, cuya construcción fue iniciada por Francia en 1880 y terminada por Estados Unidos en 1914, revela un informe rescatado del olvido por dos investigadores panameños.
La obra, denominada "La vía acuática mundial a través del istmo de Panamá", fue escrita en 1913 por el ingeniero V. E. Timónov, entonces presidente de la Comisión Interdepartamental del Ministerio de Vías de Comunicación y catedrático al servicio del imperio del zar Alexander I.
Los esposos Irina y José Ardila, quienes acaban de traducir el informe al español, dijeron sentirse maravillados por su extensa bibliografía, tal vez la más completa sobre la vía interoceánica en el período de 1854 a 1913, y por la temprana visión estratégica que el mismo dio a los pueblos de Europa oriental.
Los traductores mostraron a IPS el libro, que describe precisos detalles de la vida, las costumbres y la vicisitudes de los hombres que cavaron la gran zanja interoceánica, así como la tecnología utilizada para vencer a la selva tropical, plagada de mosquitos, serpientes y caimanes.
Timónov se trasladó a Panamá en 1911, como miembro afiliado a la Asociación Americana de Ingenieros, e hizo anotaciones sobre las grandes palas mecánicas giratorias, las grúas y el sistema de esclusas que abrieron la garganta del canal.
El ingeniero ruso se deslumbró con la exuberancia tropical y afirmó: "aquí el reino vegetal es inmenso, posiblemente mayor que en Java o en Siam".
Sin embargo, también describió el régimen discriminatorio del "gold roll" (nómina de oro) que permitía a los blancos devengar un salario promedio de 150 dólares al mes, mientras los negros cobraban por su trabajo 35 dólares mensuales a través del "silver roll" (nómina de plata).
Recalcó que durante los ocho años de construcción francesa que finalizó en la bancarrota, murieron en la obra unas 1.200 personas, lo que obligó a adicionar un gran cementerio en la caribeña y terminal ciudad de Colón.
"En este cementerio, por lo visto, enterraban sólo a los blancos, pues a los negros, como dicen, los enterraban sin ningunos ritos en las cavaduras y los transportaban sobre vagonetas, y la vagoneta (con tierra) que seguía, cubría el cuerpo", afirmó Timónov en su escrito.
Acompañada por mapas y diagramas, la obra documental destaca los esfuerzos de Estados Unidos para enfrentar el paludismo y la fiebre amarilla que diezmaban a los zapadores del canal y a sus familias.
A raíz de una epidemia de fiebre amarilla en Cuba, en 1900, el general George Sternberg, médico principal del ejército de Estados Unidos, designó una comisión para investigar la teoría del mosquito vector, postulada por el sabio cubano Carlos Finlay.
Timónov mencionó un experimento dirigido en La Habana por John Guiteras, quien sometió a un grupo de voluntarios a las picaduras de mosquitos. Tres murieron y se convirtieron en mártires de la humanidad, entre ellos la religiosa Clara Naass, Hermana de La Caridad.
Refrendado por el Instituto Luis Pasteur en Brasil, ese experimento tuvo un papel decisivo en la terminación del canal en Panamá. A partir de sus resultados se estableció un régimen sanitario obligatorio que redujo la mortalidad en zonas infestadas por el mosquito vector aedes aegypti.
Timónov mencionó que los hospitales receptores de enfermos de fiebre amarilla fueron ubicados en lugares elevados, protegidos con mallas, lejos de las aguas estancadas y liberados de vegetación herbácea y arbustos.
"Todos los charcos y fangos deben ser rellenados rápidamente y cubiertos con grava o con petróleo", dijo al describir el trabajo de erradicación de los jornaleros que seguían órdenes de William Gorgas, jefe de la organización médicosanitaria.
Bajo la jefatura de Gorgas se hicieron vacunaciones obligatorias contra la viruela, y se exterminaron ratas y pulgas vinculadas a un brote de peste, un procedimiento que estableció claras diferencias con el anterior proyecto iniciado por Francia.
Timónov atribuyó parte del éxito de la construcción del canal por Estados Unidos al liderazgo del coronel George Goethals, quien tras su nombramiento en 1908 logró la aprobación de una ley en Washington, que eliminó la multiplicidad de poderes y concentró toda la fuerza de decisión en sus manos.
Precisó que Goethals pasaba varias horas al día conversando con empleados de rangos inferiores, como capataces, maquinistas de palas de vapor y conductores de locomotoras, a quienes llamaba por sus nombres sin equivocarse y estimulaba haciéndoles creer que eran parte de una empresa común.
Pese a reconocer la grandiosidad del canal y la tenacidad de sus constructores, Timónov vaticinó que la vía marítima coadyuvaría a la transformación de Estados Unidos en el imperio del océano Pacífico y sería un factor importante para el incremento de las tensiones en Asia.
Asimismo, formuló interrogantes sobre los caminos que debía tomar Rusia para reducir, por un lado la presión de chinos y japoneses hacia Occidente, y por otra parte, atenuar la fortaleza y el creciente poderío de Alemania en Europa.
"No se puede predecir, pero es necesario buscar la mejor solución, prestar la especial atención a aquellos caminos que son todavía accesibles para salir al océano", escribió Timónov, para quien el canal representó en su momento una obra "perjudicial en el futuro" para los intereses del imperio zarista.
Con el devenir tiempo y los aires de la revolución rusa, su obra cayó en el olvido, pero después de 86 años la misma ha sido traducida y será publicada, como parte de una edición conmemorativa del Instituto del Canal de la Universidad de Panamá. (FIN/IPS/dc/ag/ip/99