El archipiélago de Jardines del Rey, unos 1.400 kilómetros de pequeñas islas al norte de Cuba, podría convertirse durante el próximo siglo en el primer polo turístico del Caribe para los amantes de la naturaleza.
Con más de 110 kilómetros de playas y la posibilidad de construir 33.000 habitaciones, el archipiélago reúne mayores potencialidades que Varadero, el principal balneario cubano, y muchas islas caribeñas que viven del turismo.
El proyecto contempla, además, aeropuerto internacional y puerto marítimo, campo de golf, centro de convenciones, edificios para oficinas, centro comercial y el Parque Natural El Bagá, con una extensión de 1.000 hectáreas.
«Estamos promoviendo sobre todo el turismo de familia», dijo Carlos Zamora, subdirector general del hotel Daiquirí, administrado por la cadena hotelera española Iberostar, en Cayo Guillermo, a unos 500 kilómetros de La Habana.
Desde la apertura del primer hotel en 1993, Jardines del Rey atrajo a más de 500.000 turistas. Entre enero y noviembre de este año los visitantes llegaron sobre todo de Canadá, Alemania, Italia, Francia y Argentina.
El sistema «todo incluido» y la decisión de que los niños no paguen por su estadía y consumo en los hoteles ha ido convirtiendo al archipiélago en un polo atractivo para los que desean descansar en familia.
La estrategia es parte de una política más amplia del gobierno cubano, que intenta borrar la imagen de paraíso en el Caribe para el turismo sexual que ganó el país en la última década.
«Cinco por ciento de los turistas que llegan son menores de 15 años. Unos 70.000 niños pasaron por Cuba este año», dijo el director comercial del Ministerio de Turismo, Juan Oscar Hernández.
Todos los hoteles que se construyen en Cuba están equipados con sistemas para servicios infantiles, cuentan con niñeras entre su personal y habitaciones que se comunican entre ellas para la comodidad de los padres, añadió.
Al mismo tiempo, la explotación de Jardines del Rey plantea entre sus retos la conservación del entorno de estos cayos e islotes como una reserva de biodiversidad, considerada única en el Caribe.
En el archipiélago se han localizado más de 250 especies endémicas y autóctonas, entre ellas 28 variedades de reptiles y más de 200 de aves. Sólo en Cayo Coco, a 510 kilómetros de La Habana, los investigadores reportan 340 especies de la flora.
En la zona pueden contemplarse, por ejemplo, bandadas de flamencos rosados, una especie en peligro de extinción.
«No queremos cazadores aquí. La pesca está regulada, la caza submarina prohibida, los hoteles no pasan de tres pisos y todas las construcciones se hacen alejadas de las dunas», dijo un guía de turismo de la agencia cubana Cubatur.
Cayo Coco, con 370 kilómetros cuadrados de superficie, se encuentra enlazado a Cayo Guillermo y conectado al territorio principal del país a través de un camino de piedra en el mar de 17 kilómetros de largo, conocida como «pedraplén».
Hoy se intenta remediar los errores iniciales, cuando los primeros proyectos de estos caminos de piedra no tuvieron en cuenta la circulación del agua y afectaron al ecosistema.
Los «pedraplenes», que unirán buena parte de los cayos, se construyen con pasos de agua para evitar mayores agresiones al entorno de la que ya causa la sola presencia del hombre en territorios despoblados y vírgenes.
La leyes ambientales cubanas adoptadas en esta década son severas y establecen que cualquier inversión en este refugio natural tiene que contar con el visto bueno del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
El ministerio rector y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) firmaron en noviembre un proyecto para la inversión de 4,6 millones de dólares en un período de cinco años para la protección ambiental de Jardines del Rey.
El proyecto incluye el establecimiento de ocho nuevas áreas protegidas en una extensión de 128.000 hectáreas, con financiamiento del Fondo Capacidad 21 del PNUD, el Fondo Mundial para el Medio Ambiente y los gobiernos de Cuba y Canadá.
«El proceso inversionista en la región se realiza bajo los principios del desarrollo sostenible, es decir, sin comprometer el futuro de esos ecosistemas», aseguró la ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Rosa Elena Simeón.
El archipiélago recibirá el año 2000 con 2.600 habitaciones, una ocupación cercana al 70 por ciento, más de 350 millones de dólares en inversiones y la presencia de las empresas hoteleras españolas Sol Meliá, Tryp e Iberostar, así como la operadora italiana Ventagglio.
Durante la Tercera Convención Jardines del Rey, realizada el domingo 20 en Cayo Coco, fuentes del Ministerio de Turismo informaron que para el próximo año deberán entrar al archipiélago la cadena francesa Accor y el grupo canadiense TMS.
«La política es introducir nuevos mercados de Europa y América del Sur, como pueden ser Holanda, Grecia y Chile, y reducir al mínimo la temporada baja de verano», afirmó Andrés González, gerente cubano del hotel Tryp Club Cayo Coco.
El desarrollo del turismo en los Jardines del Rey generó más de 700 nuevos empleos. El 44 por ciento de los productos que se consumen en los cayos son cubanos, 25 por ciento de ellos provenientes de la provincia de Ciego de Avila, a 461 kilómetros de La Habana.
Cuba cerrará este año con el arribo de 1,65 millones de visitantes, 50.000 menos de lo previsto por las autoridades, pero 16,5 por ciento más que en 1998. (FIN/IPS/da/ag/if/99