La III Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) terminó en fracaso en Estados Unidos, pero los 135 estados miembros ni siquiera concuerdan por qué no se pusieron de acuerdo para lanzar una nueva ronda de negociaciones de liberalización comercial.
Los ministros de Comercio partieron de la ciudad portuaria de Seattle entre acusaciones contra Estados Unidos por utilizar tácticas de prepotencia como presidente de la conferencia.
"Lo que importa es que la culpa se atribuya a quien se lo merece, y esos son Estados Unidos y la OMC", declaró el principal negociador del Caribe y ex presidente de la Comunidad Británica de Naciones Shridath Ramphal.
"Nos prometieron que todo país sería escuchado y tendría la oportunidad de expresar sus puntos de vista. Pero eso no es lo que ocurrió", agregó Tettah Hormek, de la Red Comercial Africana.
Para hacerse oír, bloques de delegados de Africa, América Latina, Asia y el Caribe plantearon protestas formales contra los procedimientos y anunciaron que no darían su consentimiento a una declaración ministerial que no reflejara sus inquietudes.
A pesar de las disputas, "estábamos dispuestos a ser flexibles en muchos puntos. Pero la ambición de Estados Unidos fue demasiada", dijo a IPS un delegado de Venezuela.
La representante de Comercio del gobierno de Estados Unidos Charlene Barshefsky y el Director General de la OMC Mike Moore pretendieron minimizar el fracaso.
Ambos declararon que se trata sólo de una "suspensión" de las negociaciones, lo cual permitirá a Moore asegurar mayor transparencia y democracia cuando se reanuden en una próxima fecha, aún sin decidir.
De todas maneras, los avances alcanzados en Seattle se mantendrán. "Se hizo mucho. Esa labor no se perderá", dijo Moore.
Sin embargo, "no podemos seguir donde estamos. Las ideas que discutimos están ahí, pero ya no directamente sobre la mesa de negociaciones", dijo el negociador europeo Frantz Fischler, lo que indicaría que ni siquiera hay acuerdo sobre el resultado de la conferencia.
Barshefsky dijo que había consultado al presidente estadounidense Bill Clinton antes de decidir el cierre de la conferencia y de que las objeciones planteadas por los países en desarrollo y las organizaciones no gubernamentales (ONG) sobre los temas negociados o la conducta en las sesiones no tenían peso.
"La suspensión de las negociaciones tuvo que ver con la sustancia de lo que se discutía", declaró Barshefsky a la prensa.
Pero según el Comisario de Comercio de la Unión Europea, Pascal Lamy, las negociaciones fracasaron por "el claro deseo de los países en desarrollo de tener más peso en el proceso (de decisiones de la OMC) que en el pasado".
Ese proceso debe ser "reevaluado, revisado, remodelado y quizá reconstruido. La OMC no tiene la fuerza, cultura o procedimientos institucionales para hacerlo bien", declaró Lamy.
La UE se aferró en Seattle a subsidios agrícolas que Estados Unidos y países en desarrollo culpan por perjudicar a sus productores. Los países pobres también se negaron a que sus subsidios sean limitados por la OMC.
"Negociaremos el nivel de nuestros subsidios con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial sobre la base de la fuerza de nuestra economía, en lugar de ser obligados por la OMC", declaró un alto funcionario de Tanzania a IPS.
Estados Unidos también irritó a los países del Sur en desarrollo al insistir en que mejoren el respeto por los derechos de los trabajadores.
Japón y otros países pusieron a los negociadores estadounidenses a la defensiva al exigir que Washington deje de proteger a sus industrias de las importaciones baratas mediante normas antidumping usadas para sancionar a los países que considera exportan debajo del costo de producción.
Los países en desarrollo también exigieron que no se discutan nuevos temas hasta que se debatan completamente los acuerdos comerciales existentes que no beneficiaron a los países más pobres.
Al final, las negociaciones fracasaron en un ambiente de rencor mientras los delegados del Sur en desarrollo criticaban a Barshefsky por excluirlos de negociaciones a puertas cerradas entre Estados Unidos y otras delegaciones elegidas por ella y Moore.
La rebelión de los delegados del Sur caracterizó a los cuatro días de negociaciones que concluyeron el viernes acompañados de masivas protestas, en ocasiones violentas, en las calles céntricas de Seattle.
La policía y unidades militares impusieron el toque de queda y dispararon balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a los activistas, que eran más de 40.000 cuando comenzaron las negociaciones el martes 30.
Varios cientos de personas iniciaron una fiesta frente a una cárcel local tras enterarse del fracaso de la conferencia. "¡Déjenlos ir!", coreaban los manifestantes mientras abogados negociaban la liberación de unos 300 activistas detenidos.
En total, unos 600 fueron arrestados o detenidos durante esta semana, informaron las autoridades.
"Nuestra tarea ahora es luchar por un sistema comercial mundial que sea democrático y dirigido a satisfacer las necesidades de la gente, no sólo de las grandes compañías", dijo Lori Wallach, directora de la ONG Public Citizen's Global Trade Watch, de Estados Unidos. (FIN/IPS/tra-en/aa/aq/if/99