El presidente electo de Argentina, Fernando de la Rúa, estrenará este viernes su gobierno con un primer fracaso: el rechazo en el Congreso del proyecto de presupuesto para el 2000 y de las medidas de ajuste fiscal que las nuevas autoridades reclamaban.
El sucesor de Carlos Menem había anticipado que su gestión se iniciaría con un severo ajuste fiscal, como medida necesaria para encarar un desequilibrio en las cuentas públicas de más de 10.000 millones de dólares, considerado el más alto de la década.
Para ello, envió a la Cámara de Diputados un presupuesto que reduce drásticamente el gasto público, una reforma impositiva que aumenta la carga sobre los sectores de mayores ingresos, y una nueva ley de ministerios, por el que se eliminarán unos 50 organismos públicos.
Pero los legisladores del Partido Justicialista, que hasta este viernes constituyen el oficialismo, resistieron la aprobación de la reforma tributaria y se negaron a votar las tres iniciativas juntas, por lo que el debate se aplazó para la semana próxima.
Los miembros del equipo de De la Rúa advirtieron que, para el caso de la ley de ministerios, el nuevo gobierno podría apelar a un decreto. Pero esa práctica resulta muy controvertida, porque Menem hizo un uso abusivo de los decretos y la Alianza prometió dar más participación al Congreso en su gestión.
El presidente del bloque de legisladores justicialistas, Humberto Roggero, explicó este jueves que los diputados de su partido estaban dispuesto a votar la ley de ministerios y el presupuesto, pero pretendían analizar con más tiempo la propuesta de reforma impositiva.
"Queremos saber de qué se trata, si compartimos los crieterios, la vamos a votar", prometió Roggero, en alusión a los cambios impositivos propuestos por las autoridades electas.
La Alianza de conetroizquierda, que asumirá este viernes el gobierno, consideró inaceptable esta aprobación parcial y renunció a tener las medidas que requería para el día en que se iniciará la gestión de De la Rúa.
"No sirve que lo voten en forma parcial, porque el nuevo presupuesto sin los impuestos, nos deja un agujero fiscal enorme", explicó el vicepresidente electo Carlos Alvarez, y lo mismo explicó el designado ministro de Economía José Luis Machinea.
Machinea sostuvo este jueves que "aumentar impuestos nunca es simpático" y "tiene un alto costo político". Sin embargo, consideró imprescindible hacerlo, "por el estado desastroso" de las cuentas públicas.
"Hicimos un esfuerzo monumental por reducir el gasto y redoblamos los esfuerzos para perseguir a los que evaden, pero aún así no alcanza, por el desbarajuste (desorden) que hay en las cuentas públicas", agregó.
Machinea aseguró que intenta, junto con sus colaboradores, ser "lo más equitativos posible", cargando 90 por ciento del aumento impositivo sobre el segmento de 10 por ciento de la población de mayores ingresos, y se cuidó de que ninguno de los aumentos afecte a los que menos perciben.
El reajuste impositivo recae sobre consumos tales como agua mineral, cigarrillos, bebidas alcohólicas, teléfonos celulares y automóviles evaluados en más de 20.000 dólares. También sobre los salarios superiores a los 2.500 dólares mensuales.
Menem, en una de sus últimas conferencias de prensa, advirtió al nuevo gobierno que siempre resulta impopular aumentar impuestos y que deberán evaluar muy bien las reacciones que pueden desatar entre los contribuyentes.
Machinea explicó que, para lograr la reactivación económica, el nuevo gobierno necesita reducir la incertidumbre y el riesgo país, para favorecer el descenso de las tasas de interés y la reanudación del crédito para las empresas y los consumidores.
Los intentos frustrados de esta semana para conseguir la aprobación de todo el paquete de medidas, encendieron señales de alerta. La firma internacional Goldman Sachs advirtió la incertidumbre que generan las demoras y su efecto negativo sobre las proyecciones de crecimiento.
"Si no podemos convencer al mundo de que somos capaces de enfrentar este problema, habrá aumento de la incertidumbre, del riesgo país y de las tasas de interés, y así de ninguna manera conseguiremos reactivar la economía", coincidió Machinea.
El economista se manifestó "convencido" de que el impacto negativo que tendrá sobre la demanda el aumento de algunos impuestos "estará más que compensado" si el gobierno demuestra ser capaz de ordenar las cuentas para lograr después la reactivación.
Pero, por el momento, ese contexto que reclamaba la Alianza para comenzar a trabajar el lunes deberá esperar a que los legisladores manifiesten voluntad para dar luz verde a las iniciativas de las nuevas autoridades. (FIN/IPS/mv/ff/if/99