Uruguay registró en 1999 el mejor Indice de Desarrollo Humano (IDH) de América Latina, según un informe local del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) conocido hoy que corrige datos regionales anteriores.
El documento, el primero de esta índole que se produce en Uruguay, fue presentado por el representante del PNUD en Uruguay Eduardo Niño Moreno y por el presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, que el 1 de marzo de 2000 cesa su segundo mandato.
El trabajo de 130 páginas fue elaborado por especialistas convocados por el PNUD, quienes estudiaron la evolución del desarrollo humano y la pobreza desde que en 1985 Uruguay recuperó las instituciones democráticas luego de 12 años de dictadura militar.
El último informe global de desarrollo humano difundido por el PNUD en julio pasado colocaba a Uruguay en el tercer lugar en América Latina, detrás de Argentina y Chile.
Pero ahora pasó a ocupar el primer lugar, al corregirse el IDH con la consideración de la variable de la distribución del ingreso, en la que Uruguay aparece como más justo que las otras dos naciones.
Con ese ajuste, considerando los 10 primeros países de América Latina Uruguay es seguido en la región por Chile, Argentina, Costa Rica, Venezuela, México, Panamá, Colombia, Ecuador y Brasil.
El documento sostiene que este año Uruguay confirmó su posición como un país de alto desarrollo humano en el contexto internacional y regional.
«Con menos territorio que la mayoría de los países del hemisferio, también con menos población, sin petróleo ni grandes riquezas naturales, los uruguayos hemos llegado más lejos que prácticamente toda nuestra región y estamos entre los países de más alto desarrollo humano», dijo Sanguinetti.
El estudio indica que «en el marco regional Uruguay se distingue por un desarrollo social más elevado que el de sus pares latinoamericanos».
Ello se debe «no sólo a su nivel de desarrollo económico, sino a una preocupación de justicia social, cuya continuidad fue favorecida a lo largo de este siglo por una estabilidad relativamente alta».
Uruguay «ha logrado ingresar en una senda de desarrollo económico y social balanceado, bajo un régimen plenamente democrático y altamente participativo», afirmó.
El PNUD señaló que entre 1990 y 1997 el país bajó de 12 a seis por ciento la proporción de hogares por debajo de la línea de pobreza y de 6,2 a 4,7 por ciento el indice de desigualdad que surge del cociente entre el ingreso promedio del 10 por ciento más rico y el 40 por ciento más pobre.
Los especialistas señalaron que estos logros no responden a «fórmulas mágicas» sino a un modo de construir políticas y buscar respuestas a los problemas que aquejan al país.
Establecieron igualmente que en años recientes predominó la modalidad esencialmente democrática de transformar el viejo modelo de desarrollo, con dos consecuencias destacables.
Por un lado, la gran mayoría de los actores sociales tomó parte en las negociaciones distributivas, y por otro se asumió una orientación gradualista que demostró ser más eficaz que las acciones de choque para avanzar en el terreno del desarrollo humano.
El estudio también se refirió a los retos y problemas que presenta el desarrollo humano y entre éstos destacó el desequilibrio generacional.
Los sectores jóvenes, indica, gozan de una menor protección estatal que sus mayores y sus fuentes de ingreso y laborales son más precarias.
Una franja de la juventud uruguaya, la ubicada en los estratos sociales medios y altos, tiene pautas de comportamiento similares a las de los países desarrollados, con baja tasa de fecundidad y una tardía emancipación del hogar paterno.
En la otra punta se ubican los jóvenes pertenecientes a las clases bajas, entre los cuales hay una tendencia creciente a la maternidad y paternidad temprana y la deserción escolar.
Más de 70 por ciento de los nuevos hogares que se forman con jóvenes de entre 18 y 28 añosestán integrados por personas con menos de nueve años de educación formal.
En suma, los sectores más pobres del país son los que cargan con el grueso de la constitución de los nuevos hogares y por ello de la reproducción biológica y social del país, destaca el informe.
Por otra parte, el capítulo Uruguay del PNUD advirtió sobre el riesgo de la pérdida del alto nivel de cohesión social tradicional del país, ante la aparición de fuertes tendencias a la fragmentación.
Los analistas remarcaron la necesidad de la defensa de la educación y la seguridad ciudadana, «dos bienes públicos fundamentales». (FIN/IPS/rr/dg/pr/99)