El fantasma del prócer venezolano Francisco de Miranda vuelve a pisar tierra firme casi 200 años después de su muerte, desde que el presidente Hugo Chávez anunció la búsqueda de descendientes para identificar con la prueba de ADN huesos rescatados de una fosa común.
Hace una semana, Chávez hizo un paréntesis histórico durante un larguísimo discurso al país para anunciar que los huesos existen, pero aún deben ser sometidos a pruebas genéticas basadas en el ADN (ácido desoxirribonucléico).
El mandatario pidió noticias de descendientes del prócer venezolano, indispensables para comparar el ADN, con el fin de asegurar que sus restos retornen desde el olvido hasta el Panteón Nacional de Caracas, para reposar al lado de Simón Bolívar.
El matutino El Universal aseguró el jueves que varias personas habían contactado su redacción afirmando que descienden de alguna de las ramas de la familia Miranda.
Mientras, se espera que Chávez nombre una comisión presidencial para ayudar en las investigaciones a los restos, realizadas en Francia por expertos en genética.
Francisco de Miranda nació en Venezuela en 1750 y murió en 1816 en la cárcel del arsenal de La Carrara, en Cádiz, España, tras un cautiverio inmortalizado por un famoso cuadro que lo muestra pensativo, echado sobre un precario catre.
Había salido de Venezuela a los 21 años para participar en numerosos combates, rondar los escenarios de la independencia estadounidense y llegar hasta el grado de mariscal en la Francia revolucionaria.
Su nombre, inscripto en el Arco del Triunfo en París, está asociado a una pasión inmensa por la libertad, a una intensa reflexión sobre la sociedad, y a una frustrante lucha por traer la independencia al sur de América.
No es un fantasma cómodo. Su recuerdo, asociado a la imagen de un antepasado con cabellera blanca atada en una cola de caballo, incluye invasiones fallidas contra la dominación española en Venezuela y un mandato breve y caótico.
Un Miranda ilustrado y conocido en círculos intelectuales desembarcó en la colonia venezolana en 1810. Fue alojado por Bolívar, y permaneció en el país un par de años, durante los cuales una República en plena forja era objeto del asedio constante de España.
A mediados de 1812 se produjo uno de los incidentes más confusos de la historia independentista de este país. El avance de las fuerzas españolas y un devastador terremoto tenían atenazados a los patriotas, ante lo cual Miranda, entonces en el poder, decidió rendirse.
Cuando partía nuevamente al exilio, presuntamente para organizar nuevas incursiones independentistas en el futuro, fue apresado por un grupo de oficiales independentistas, encabezado por el propio Bolívar.
Hasta ahora no están claras las circunstancias en que se produjo este acontecimiento, ni por qué Miranda fue entregado a los españoles.
Calificado como "generalísimo" y "precursor" de la independencia, escritor, filósofo, editor y agitador, Francisco de Miranda terminó así sus días en una cárcel en Cádiz.
En 1870, cuando se realizaron reformas que involucraron al cementerio de La Carrara en Cádiz, se anunció que debían retirarse los restos de las personas sepultadas allí. Pero nadie reclamó los huesos del venezolano.
En 1975 fueron depositados en un osario común. Los restos, compuestos por ocho huesos, fueron detectados en 1972 y se sospechó que estaban relacionados con Miranda por sus medidas.
Las pruebas de ADN se iniciaron a partir de 1997. Según El Universal, el análisis de la rama paterna resulto positiva, tras una comparación con los restos de su hijo, Leandro Miranda.
Pero la identificación sólo podrá ser completada si hay una prueba adicional, de la rama materna o del propio Miranda, para lo cual bastaría un mechón de pelo, aunque fuera resultado de una de las aventuras románticas que también le han ganado fama al prócer.
Mientras tanto, su legado sigue siendo de otra naturaleza: ideas, escritos, su biblioteca, numerosas cartas y el rastro indudable de su paso por la historia mundial. (FIN/IPS/lc/mj/cr/99