Grupos religiosos contrarios al uso del condón ponen trabas al combate contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en América Central y otras regiones del mundo.
"Es necesario actuar lo antes posible, pero algunos grupos religiosos son contrarios a la idea de promover el uso del condón", señaló José Enrique Zelaya, el asesor del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida (Onusida).
La incidencia del sida en "América Central se duplicó cuando se la compara con las estadísticas de cinco años atrás. Los países más afectados son Honduras, Belice y Guatemala", señaló.
Zelaya reconoce que esa situación sólo puede ser combatida solamente si se alienta el uso de los preservativos. Los gobiernos en la región necesitan promover el sexo seguro y, por lo tanto, ejercer el control sobre la propagación de la enfermedad, exhortó.
Negarlo sólo ayudará a la difusión del sida, apuntó Zelaya.
La alarmante situación en el Caribe y América Central con respecto a la propagación del sida llevó a las autoridades de Onusida a considerar esas áreas como "regiones prioritarias", declaró en Honduras Olavi Elo, director del organismo.
A fines de 1997, en la región había 1,3 millones de adultos y niños infectados con VIH/sida, la tercera en cantidad después de Africa subsahariana y del sudeste asiático. Actualmente, estudios del Banco Mundial y Onusida señalan que hubo "un marcado incremento" con respecto de esas cifras.
Los problemas que representantes del sector de la salud, como Zelaya, encontraron con los grupos religiosos opuestos a la distribución de condones también se experimentaron en otras regiones.
La situación en Bangladesh, en Asia meridional, es un caso emblemático. Allí, los imanes ortodoxos rechazaron enérgicamente las acciones preventivas en una situación que, según los médicos, "tiene todos los elementos para convertirse en una epidemia incontenible".
Menos de 20 por ciento de las personas sexualmente activas usa condones en Bangladesh, donde 60 por ciento de las prostitutas padecen enfermedades de transmisión sexual.
"Tuvimos reuniones con líderes religiosos sobre el uso del condón, pero algunos nos acusaron de fomentar la promiscuidad y otros se mostraron arrogantes", se quejó el profesor Nazrul Islam, jefe de virología de la Universidad Médica Bangabandhu, de Dacca.
Por otra parte, en Uganda, Africa oriental, el problema fue resuelto con relativo éxito por las autoridades sanitarias.
La Asociación Médica Islámica fue decisiva para convencer a los teólogos musulmanes del país acerca de la importacia de los condones para combatir la propagación de la epidemia.
Los operadores acordaron que los líderes religiosos seguirán predicando la abstinencia y la fidelidad, pero que no impedirán a la gente adquirir condones, dada su importancia para contener la marea de casos de VIH/sida.
"Los imanes conocen la realidad y admitieron que es necesario hacer algo, si bien no legitimaron su empleo", declaró Magid Kagimu, titular de la Asociación Médica Islámica.
Previamente, los imanes y los líderes de la Iglesia Católica en Uganda habían considerado el uso de condones como algo "contrario a la religión". No sólo se negaron a hablar del problema sino que montaron agresivas campañas para prohibir la publicidad del uso de los preservativos.
Autoridades sanitarias del sudeste asiático esperan copiar el modelo ugandés en países como Malasia, donde predomina la población musulmana.
Un seminario que contó con la presencia de representantes ugandeses en Kuala Lumpur congregó a numerosos teólogos que antes se habían negado a asistir a reuniones de ese tipo.
Un funcionario de salud pública consideró ese cambio como una señal de que los líderes religiosos "querían tomar una parte más activa en la lucha contra el VIH/sida".
Las autoridades confían en que el gobierno apoyará esa iniciativa lanzando mensajes sobre la lucha anti-VIH/sida y el uso de preservativos para prevenir la infección.
Según el Consejo Malayo contra el Sida, entre 300 y 400 nuevos casos se registran mensualmente en los últimos años en el país de poco más de 20 millones de habitantes.
Entre 1986 y 1998, cerca de 73 por ciento de los infectados con VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y 55 por ciento de los enfermos de sida pertenecían a la mayoría musulmana.
En la actualidad, el sida ocupa el cuarto lugar de causa de muerte en el mundo, un drástico aumento respecto a su posición en el año pasado, cuando se lo ubicó como el séptimo factor de mortalidad.
En su último informe anual, la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) describió el sida como "la primera causa de enfermedad que afecta a los países en desarrollo".
Además, el impacto del sida ha sido considerado catastrófico porque afecta a personas jóvenes, al contrario de los tres males que lo preceden, las enfermedades cardíacas, las apoplejías y las infecciones al sistema respiratorio, típicas de la vejez.
"El impacto del sida seguirá experimentándose en forma cada vez más severa, ésta es solo la punta del iceberg", observó Peter Piot, director ejecutivo de Onusida.
"La forma de combatir el mal es aumentar la prevención entre aquellos proclives a contraerlo, sobre todo mediante campañas sobre sexo seguro", dijo. (FIN/IPS/tra-en/mmm/mk/ego/aq/he/99