/Perspectivas 2000/ INFANCIA: Acciones siguen de lejos a las promesas

El nuevo siglo será testigo de nuevos esfuerzos hacia las metas fijadas en la Cumbre Mundial de la Infancia de 1990, predijeron agencias de la ONU y grupos de derechos humanos, cuya campaña para obtener el respeto universal a los derechos de los niños ha tenido un éxito limitado.

"El desafío consiste en cómo hacer realidad los derechos de la infancia en un mundo donde la acción siempre se demora respecto de las promesas y resoluciones", dijo David Pulkol, director de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) para Africa oriental y austral.

La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en noviembre de 1989, reafirma que los niños y las niñas, debido a su vulnerabilidad, tienen derecho a protección y cuidados especiales, y esto comprende la responsabilidad protectora de la familia.

Los derechos de la infancia se convirtieron en un tema mundial en 1942, cuando la comunidad internacional comenzó a hacerse cargo de la situación de niños y niñas afectados por la destrucción de la segunda guerra mundial (1939-1945).

Mucho se ha logrado desde entonces hasta 1990, cuando la primera Cumbre Mundial de la Infancia llevó a los líderes políticos a la sede de la ONU, en Nueva York, para discutir nuevas posibilidades de protección.

La cumbre fijó diversos objetivos para el 2000, como reducir la mortalidad de bebés y niños menores de cinco años en un tercio respecto de los niveles de 1990, disminuir la desnutrición a la mitad y aumentar la protección de los niños en circunstancias especialmente difíciles.

Recientes sondeos indicaron que la mayoría de los objetivos para acabar con enfermedades mortales para los niños han sido logrados, sobre todo a raíz de exitosas campañas nacionales de inmunización en todo el mundo.

Desde 1994, por ejemplo, 108 de los 187 países que ratificaron la convención alcanzaron 80 por ciento de los objetivos de inmunización, y sólo 15 naciones permanecieron rezagadas respecto a los niveles de 1990.

El objetivo de lograr 90 por ciento de inmunizaciones para el año 2000 ya fue alcanzado por 45 naciones.

En el Norte industrial, la mortalidad infantil es mucho más baja que en el Sur en desarrollo, y en 1993 descendió a menos de la mitad de los niveles de 1970.

Rumania tiene la mortalidad más alta, con 300 decesos de niños y jóvenes cada 100.000 habitantes, y Japón la menor, con 90 cada 100.000.

La última campaña mundial para erradicar la poliomielitis y evitar la deficiencia de vitamina A ha sido descripta como una historia notable de visión y compromiso por la comunidad mundial, con la erradicación lograda hasta ahora en más de 30 países.

Incluso en circunstancias difíciles, se realizaron esfuerzos excepcionales. En Tanzania y Zambia, por ejemplo, se emplearon barcos y aviones para alcanzar aldeas insulares y montañosas, y en Sudán se utilizaron bicicletas para entregar vacunas.

"El éxito del esfuerzo mundial de inmunización no tiene precedentes, pero se necesita echar una mirada más detenida a este logro", señaló Unicef.

"Por ejemplo, la contundente victoria contra la polio es contrarrestada por la amenaza de otras enfermedades como la varicela", observó.

Africa subsahariana, que es la más afectada, es incapaz de inocular cada año a más de la mitad de sus niños con las tres dosis necesarias de la vacuna contra la difteria, la tos convulsa y el tétanos. En todo el mundo, más de 26 millones de niños no reciben sus tres dosis de esta vacuna triple bacteriana.

El trabajo infantil es otra área en que la comunidad internacional no ha podido hacer respetar los derechos del niño, porque más de 370 millones con edades entre cinco y 14 años trabajan en países en desarrollo, muchas veces en condiciones de esclavitud.

La mayoría, 61 por ciento, trabaja en Asia, 32 por ciento en Africa y el restante siete por ciento en América Latina.

La pobreza y ciertos valores culturales han sido señalados como las principales razones del trabajo infantil en esas tres regiones, donde los niños contribuyen con 20 a 25 por ciento del ingreso familiar.

"Como por definición los hogares pobres gastan sobre todo en comida, está claro que el ingreso que aportan los niños es esencial para su supervivencia", señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El informe de la OIT fue difundido en febrero durante la Reunión Regional Africana Tripartita sobre Trabajo Infantil que se realizó en Kampala.

La OIT calculó que el ejército de niños obreros puede incrementarse en un millón por año hasta llegar a 100 millones en el 2015 si la actual tendencia se mantiene.

"Indudablemente, la pobreza dificulta más los derechos de los niños, pero la justificación del trabajo infantil por la pobreza está equivocada", afirmó John Doohan, funcionario de información de la OIT en Ginebra. (SIGUE/2-E

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