MEXICO: Prensa recibe críticas tras asesinato de bebé secuestrado

El asesinato de un bebé de ocho meses cuyos restos fueron calcinados por sus secuestradores volvió a poner sobre el tapete la influencia de los medios de difusión en el desenlace de hechos delictivos.

El pequeño Braulio Suárez fue muerto el día 9 por al menos dos hombres tras ser secuestrado en Tlalnepantla, en el estado de México, colindante con la ciudad de México, confirmó este jueves la Procuraduría de Justicia estadual.

Miguel Salazar, de 33 años y quien se desempeñaba como enfermero del abuelo de la víctima, y Juan Avila, de 27, fueron detenidos como supuestos asesinos del bebé y confesaron haber cometido el secuestro para pedir un rescate.

México disputa con Colombia la primera ubicación en la lista de países con mayor número de secuestros, según Kroll Associates, una de las firmas de consultoría en materia de seguridad más importante de Estados Unidos.

La opinión pública mexicana siguió cada capítulo de la truculenta historia, profusamente difundida por los medios masivos de comunicación desde las primeras horas de la desaparición de Braulio Suárez.

Como parte de una intensa campaña, que incluyó la formación de la organización Recuperemos a Braulio, miles de carteles con la fotografía del bebé invadieron las calles del estado de México y parte de la capital del país, mientras la búsqueda se extendía a todo el mundo a través de Internet.

Diarios, noticiarios y otros programas de radio y televisión se sumaron al movimiento que los padres, Adriana y Enrique Suárez, emprendieron para recuperar a su hijo.

Las súplicas de Adriana Suárez a los secuestradores para que le devolvieran a su pequeño hijo estremecieron a los mexicanos, que saturaron con llamadas telefónicas los programas de radio para referirse al hecho.

Cuando la madre recomendaba a los secuestradores a través de los medios de comunicación formas de alimentar al bebé, alérgico a la lactosa, lejos estaba de imaginar que había sido asesinado en los primeros momentos del rapto.

Según las declaraciones de los secuestradores, que podrían recibir penas de hasta 40 años de prisión, Salazar fue quien planeó el secuestro.

En su calidad de enfermero de Antonio Martínez, abuelo de Braulio Suárez, el secuestrador abrió la puerta de la casa a Avila, quien sacó al bebé en una maleta, pero antes lo golpeó para evitar que hiciera ruido.

Braulio Suárez murió ese mismo día y su cuerpo fue arrojado en un terreno baldío en un populoso barrio del oriente de la ciudad de México.

Los dos delincuentes se acusan uno a otro de haber quitado la vida al bebé. El enfermero sostiene que Braulio Suárez iba con vida cuando abandonó la casa. Avila afirma lo contrario.

Las autoridades capitalinas encontraron el martes el cadáver calcinado de un niño que presentaba signos de traumatismo craneoencefálico.

Aunque los estudios genéticos estaban aún en proceso este jueves, las declaraciones de Salazar y Avila confirmaron que el cuerpo abandonado es el de Braulio Suárez, explicó el procurador de Justicia del estado de México, Jorge Reyes.

Además, los cabellos hallados en los restos calcinados y en el domicilio del bebé resultaron similares, según peritos. Los resultados de los análisis de identificación serán dados a conocer en unos días.

Expertos policiales cuestionaron el abundante espacio dado por los medios de comunicación a la desaparición del bebé, pues eso aterrorizó a los delincuentes, que habrían actuado de manera precipitada, presionados al sentirse rodeados por las autoridades.

Los secuestradores, al parecer, no habrían sabido cómo continuar hasta concluir su objetivo de cobrar una recompensa, a cambio de la libertad de Braulio Suárez, según los expertos.

Victorio Montalvo, presidente de una comisión parlamentaria experta en seguridad pública, pidió a los medios de comunicación una reflexión sobre su papel en el caso.

El legislador acusó a la prensa de haber entorpecido las pesquisas y precipitado la decisión de los secuestradores al sentirse acorralados.

«Se podría presumir que al verse acosados por los medios y la comunidad los sujetos optaron por (hacer) desaparecer los rastros», sostuvo Montalvo.

Por otra parte, el parlamentario recordó que la comisión que preside propugnó por la suspensión de programas de televisión en los que, según él, se promueve la violencia.

Entre 1989 y 1996 se registraron en México más de 2.200 secuestros de empresarios y comerciantes adinerados, pero también de profesionales, estudiantes y trabajadores de clase media y baja, según informes oficiales.

En el mismo periodo, los secuestradores lograron 120 millones de dólares por concepto de rescates, sostuvo la Procuraduría General.

En agosto de 1998, las autoridades judiciales capturaron a Daniel Arizmendi, quien solía amputar las orejas de sus víctimas para enviarlas a los familiares para aplacar la resistencia a pagar los rescates.

Los padres de Braulio Suárez aún tienen esperanza. «Yo sólo espero que no sea él», afirmó el padre del bebé secuestrado. (FIN/IPS/pf/mj/ip/99

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