La democracia de Guatemala puede lograr grandes avances, pero su proceso de pacificación está en el limbo, dijo hoy en San José Roberto Cuéllar, director ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH).
Cuéllar, que en los años 70 fue colaborador del obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980, ubicó el logro de una efectiva pacificación y reconciliación entre los principales desafíos del próximo presidente de Guatemala, que será elegido en segunda ronda el 26 de diciembre.
Este abogado salvadoreño que dirige el IIDH, institución autónoma de carácter académico creada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, consideró que la pasada campaña política guatemalteca tuvo enfrentamientos agresivos, que no beneficia a las aspiraciones de reconciliación nacional.
"Nos preocupan los incidentes que se presentaron y esperamos que los dos candidatos ofrezcan ahora campaña más pacífica", dijo Cuéllar a la prensa extranjera en Costa Rica.
El director del IIDH asistió como observador a la primera ronda de las elecciones guatemaltecas del día 7.
Entre los incidentes, mencionó disturbios cerca de los lugares de votación, supuestos traslados de las mesas a áreas cuyos votantes eran más favorables a un partido que a otros y fallas en el sistema de transporte público, que habrían impedido que muchos votantes sufragaran.
El opositor partido Frente Republicano Guatemalteco (FRG), fundado por el ex dictador Efraín Ríos Montt, obtuvo en la primera vuelta electoral casi 48 por ciento de los votos, mientras el gobernante Partido de Avanzada Nacional (PAN), alcanzó poco más del 30 por ciento.
El proceso hacia la segunda vuelta ha levantado grandes expectativas. Los dos candidatos que contendrán por la presidencia, Alfonso Portillo (FRG) y Oscar Berguer (PAN) ya han anticipado que se lanzarán en una fuerte lucha por ganar adhesiones.
Cuéllar afirmó que uno de los principales puntos débiles del sistema electoral guatemalteco es la escasa cantidad y mala ubicación de las mesas de votación.
En Guatemala sólo se puede votar en las cabeceras de los 330 municipios del país, y por las características de su geografía se hace muy difícil para muchos desplazarse gran cantidad de kilómetros para poder sufragar.
"Además, hay un problema de recursos. En Costa Rica, para 2,5 millones de votantes se instalan 7.000 mesas de votación, mientras en Guatemala sólo se disponen 6.000 mesas para más de cuatro millones de electores. Eso es incomprensible", indicó el funcionario.
Estas elecciones han sido las primeras luego de la firma de los acuerdos entre la guerrilla y el gobierno de Alvaro Arzú que pusieron fin en diciembre de 1996 a 36 años de guerra civil.
El director del IIDH consideró que el próximo gobierno también tendrá entre sus principales retos luchar por el fortalecimiento de la justicia en Guatemala.
"Sabemos que esta tarea, que implica combatir la impunidad, no es nada fácil, y mucho menos cuando recordamos el asesinato de un luchador por los derechos humanos como el obispo Juan Gerardi (el 26 de abril de 1998), un hecho que reflejó las grietas de la actual Guatemala", añadió Cuéllar.
Luis Alberto Cordero, director del Centro de Asesoría y Promoción Electoral (Capel) del IIDH, dijo a la prensa extranjera en San José que uno de los elementos interesantes de la primera ronda de los comicios en Guatemala fue la elevada afluencia a las urnas.
En las elecciones del día 7 votó cerca de 54 por ciento del padrón, mientras que en 1995 lo había hecho cerca de 36 por ciento.
Los funcionarios del IIDH consideraron llamativo que la antigua guerrilla guatemalteca de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, ahora como partido político bajo la denominación de Alianza Nueva Nación, se convierta en la tercera fuerza electoral.
"El casi 13 por ciento de los votos que obtuvieron es muy distante del porcentaje de los partidos mayoritarios, pero políticamente es un logro muy significativo", puntualizó Cuéllar. (FIN/IPS/nms/mj/ip hd/99