Los países en desarrollo deberán fortalecer su papel en el debate sobre alimentos transgénicos en la próxima conferencia ministerial de la OMC, y concentrarse en el potencial de la biotecnología para aliviar la pobreza y promover la seguridad alimentaria, exhortaron activistas sociales.
La reunión ministerial de la OMC (Organización Mundial del Comercio), se realizará en Seattle, Estados Unidos, entre el 30 de este mes y el 3 de diciembre, y determinará en gran parte el futuro de la biotecnología, entre otros temas relacionados con el comercio.
Hasta ahora, la discusión sobre organismos manipulados genéticamente involucró principalmente a países industrializados, que tienen la mayor superficie de tierra cultivada y son los mayores consumidores de esos productos.
El debate se ha centrado en la seguridad alimentaria, el bienestar animal, la agricultura industrializada y el papel de las empresas privadas.
Pero el potencial de la biotecnología para aliviar la pobreza y promover la seguridad alimentaria en los países pobres ha recibido escasa atención, más allá de declaraciones de rechazo u oposición a la ingeniería genética.
"Se necesita con urgencia un debate basado en las mejores pruebas empíricas disponibles para los pobres de países en desarrollo", instó Per Pinstrup-Andersen, director general del Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias Internacionales.
Ese debate debe estar dirigido a "identificar los modos más apropiados en que la investigación sobre biología molecular podría contribuir a solucionar problemas de los pobres", agregó.
La mayoría de los campesinos pobres dependen directa o indirectamente de la agricultura, y la baja productividad es una gran causa de pobreza, inseguridad alimentaria y desnutrición en las naciones de bajos ingresos.
Estos campesinos constituyen un porcentaje importante de los 1.200 millones de personas que viven en la pobreza absoluta y obtienen malas cosechas debido a enfermedades, plagas, hierbas, sequías, baja fertilidad del suelo y falta de acceso a nutrientes vegetales de precios razonables.
También forman parte, por ende, de los 800 millones de personas en todo el mundo que carecen de seguridad alimentaria.
La deficiencia de proteínas provoca anualmente la muerte de más de cinco millones de niños menores de cinco años.
Por lo tanto, consumidores, trabajadores y pequeños agricultores de países en desarrollo deben participar del debate y la planificación de políticas en la ronda multilateral de comercio de Seattle, instaron activistas sociales.
Las conversaciones sobre el futuro de los productos alterados genéticamente se enmarcarán en la discusión del acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIP, por sus siglas en inglés), que obligaría a todos los países a respetar los derechos de invención, incluso de alimentos transgénicos.
Las naciones en desarrollo deben tener en cuenta que, el año próximo, dos importantes hechos relacionados con el TRIP los afectarán.
Los países en desarrollo (excepto los menos desarrollados) deben adecuarse a las normas del acuerdo a partir del próximo 1 de enero, y podrán expresar sus preocupaciones al respecto en la revisión que realizará el Consejo sobre TRIP durante el año.
El Servicio Internacional para la Investigación Agrícola Nacional realizó en 1998 un estudio entre organizaciones nacionales de investigación agrícola de Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México.
Ninguno de los centros estudiados tenía un marco jurídico ni institucional apropiado para asuntos relacionados con los derechos de propiedad intelectual.
Salvo dos instituciones de investigación, ninguno de los centros tenía una oficina o persona responsable para asistir a los investigadores en cuestiones de propiedad intelectual, acceso a tecnologías adaptadas, transferencia de tecnología o formas de proteger sus propias invenciones, señaló el Servicio.
Ya hubo importantes discusiones en el Consejo sobre TRIP acerca de varios temas que podrían causar cambios en el acuerdo, sobre temas como el manejo de cuestiones éticas y morales (si las formas de vida pueden patentarse), el conocimiento tradicional y los derechos de las comunidades donde se origina el material genético.
Algunos países en desarrollo desean asegurarse que el pacto sobre TRIP incluya disposiciones más específicas, por ejemplo para permitir que sus agricultores puedan guardar semillas de una temporada a otra o para impedir prácticas desleales que amenacen su "soberanía alimentaria".
Otros pretenden un plazo mayor para poder instrumentar las reformas legislativas y administrativas que exige el cumplimiento del acuerdo.
Sin embargo, varios países ya adoptaron la biotecnología. El año pasado, 85 por ciento de toda la tierra cultivada con productos transgénicos se encontraba en Australia, Canadá, Francia, España y Estados Unidos.
El restante 15 por ciento pertenecía a Argentina, China, México y Sudáfrica.
El TRIP abarca derechos de autor y otros derechos relacionados, marcas, diseños industriales y patentes. Incluye tanto productos como procesos, y cubre todos los campos de la tecnología y las variedades de plantas.
"El debate sobre la biotecnología para Africa debe considerarse en el contexto de la necesidad de alimentos y supervivencia de su gente", resaltó Cyrus Ndiritu, director del Instituto de Investigación Agrícola de Kenia.
"Las soluciones derivadas de la biotecnología… podrían reducir la necesidad de agroquímicos caros y agua, así como los efectos de las enfermedades y las hierbas, para promover una agricultura sustentable en Africa", señaló Ndiritu.
El crecimiento de la producción agrícola en Africa se enlenteció considerablemente en las últimas dos décadas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La tasa de crecimiento cayó de 2,3 por ciento al año en la década de 1970 a dos por ciento entre 1980 y 1992. En Africa subsahariana, una de las regiones más pobres del mundo, la producción de cereales por habitante está en disminución desde hace 30 años.
"El debate sobre la biotecnología en Africa no debe referirse a si el continente la precisa o no, sino a cómo puede promoverse apoyarse y aplicarse para contribuir a la agricultura y el bienestar económico de los africanos", observó Ndiritu.
"La necesidad de biotecnología en Africa es muy clara y no debe confundirse con las fuerzas orientadas al marketing y el superávit alimentario del mundo occidental", agregó.
Sin embargo, los procesos utilizados en la biotecnología agrícola, en manos de empresas privadas, están cada vez más sujetos a la protección de la propiedad intelectual.
Esto significa que instituciones investigadoras del sector público podrían carecer de acceso a conocimientos básicos y procesos necesarios para la investigación, "incluso sobre los llamados cultivos huérfanos, como la mandioca y el mijo", advirtió Pinstrup-Andersen.
Estos cereales "constituyen la dieta básica de muchos pobres, pero no ofrecen un retorno económico a la investigación y el desarrollo del sector privado, por lo tanto los esfuerzos para desarrollar mandioca resistente a las enfermedades o mijo resistente a la sequía, sea por modificación genética o cultivo convencional, deben proceder del sector público", subrayó.
Los organismos modificados genéticamente, dados a conocer al mundo en 1973, experimentaron un notable crecimiento en Estados Unidos durante los últimos cuatro años, pero cayeron bajo la crítica de los consumidores europeos este año.
Algunos sectores de Estados Unidos consideran esas protestas como barreras no arancelarias, que han sido causa de discrepancias dentro de la OMC.
Ahora, Japón también anunció que exigirá el etiquetado de los alimentos transgénicos a partir del 2001. Corea del Sur anunció medidas similares, y Tailandia prohibió la importación de semillas y plantas modificadas genéticamente para uso local o con fines comerciales.
En otras partes de Asia, el debate está cobrando más y más vigor.
En México, la presión de grupos opuestos al lanzamiento del maíz transgénico por temor a riesgos sanitarios y ambientales hizo que el gobierno limitara las pruebas de campo de la nueva tecnología.
"En Brasil, la situación podría ser más dramática dado que, por ejemplo, el gobierno estadual de Río Grande del Sur considera la prohibición de todos los cultivos transgénicos, pese a la oposición de la comunrdad científica brasileña", señaló Ariel Alvarez Morales, del Departamento de Ingeniería Genética Vegetal de México. (FIN/IPS/tra-en/gm/mk/mlm/dv-if/99