El fuerte aumento de los precios de alimentos, combustibles y servicios genera en Brasil el temor de un retorno del temido fantasma de la inflación, que a comienzos de esta década llegó hasta 2.000 por ciento anual.
La suba este año del precio de los combustibles en más de 50 por ciento promedio, de 70 por ciento en el valor de la carne, 30 por ciento en las tarifas de energía eléctrica y 11 por ciento en los transportes públicos, generó grave preocupación entre los brasileños.
Sin embargo, el gobierno de Fernando Henrique Cardoso celebró el aumento en la recaudación de impuestos provocado por el llamado "tarifazo".
Las cuentas públicas superaron el déficit en septiembre y presentaron un excedente de 25 millones de dólares, atendiendo a las exigencias establecidas por Fondo Monetario Internacional (FMI).
El repunte inflacionario en Brasil comenzó en junio, cuando se superó el uno por ciento mensual, manteniendo la tendencia al alza hasta esta semana, en que el aumento de los precios al consumidor llegó a 1,95 por ciento en los últimos 30 días, según estudios privados.
La inflación de junio fue de 0,36 por ciento, respecto de mayo que registró una tasa negativa. Desde entonces siguió subiendo sostenidamente hasta llegar a 1,89 por ciento en octubre, según el índice general de precios que divulga la Fundación Getulio Vargas.
La inflación acumulada desde enero, cuando se produjo la devaluación de la moneda, ya alcanza a 15,59 por ciento, la más alta desde 1994, y muy cercana al 16,5 por ciento registrado en los últimos 12 meses.
Las cifras divulgadas generaron temor en una población que comenzaba a acostumbrarse a valores anuales menores a 10 por ciento.
El rebrote inflacionario en Brasil coincide con una serie de reajustes dispuestos por el gobierno para tarifas y precios aún sometidos al control estatal, como los combustibles, la energía eléctrica y las telecomunicaciones.
Los precios de la gasolina y el combustible para motores diesel aumentaron en promedio 55 por ciento desde abril, cuando el gobierno adoptó la estrategia de incrementar las tarifas para mejorar los ingresos, con el fin de bajar el déficit fiscal como recomendó el Fondo Monetario Internacional .
El economista Paulo Bramont, experto en cuentas públicas, afirmó que se trata de "una inflación estimulada por el gobierno".
También las principales centrales sindicales responsabilizaron a Brasilia por provocar la cadena de ajustes de precios y lanzaron la idea de reactivar el "gatillo salarial", mecanismo de aumento automático de sueldos a la par de la inflación.
El gobierno negó de manera enérgica tener responsabilidad en el aumento del costo de vida y culpó a los empresarios de la situación, según declaró el propio presidente Cardoso el fin de semana pasado.
Expertos de las principales consultoras de Brasil estudian detenidamente el proceso ante la eventualidad de tener que revisar las metas económicas, que incluye una inflación estimada para el 2000 de ocho por ciento, según reveló una encuesta hecha por la revista Veja entre los principales bancos.
El ministro de Hacienda, Pedro Malán, mantiene la confianza de que la inflación bajará de manera drástica en enero, para ubicarse en el entorno de 0,9 por ciento mensual, y pronostica seis por ciento para los 12 meses del 2000. (FIN/IPS/cc/dm/if ip/99