Un grupo de manifestantes conmemoraron esta semana en esta capital el cuarto aniversario de la ejecución en Nigeria de nueve ambientalistas y activistas de los derechos humanos, y advirtieron al Banco Mundial y a empresas petroleras sobre desastres similares en Chad y Camerún.
Vestidos de negro, los manifestantes recordaron el miércoles al novelista nigeriano Ken Saro-Wiwa y otros ocho defensores de los derechos de la minoría ogoni ejecutados el 10 de noviembre de 1995 por el entonces régimen militar de Nigeria, encabezado por el general Sani Abacha.
"Los nueve de Ogoni", como se conocían, protestaban por la destrucción ambiental causada por la explotación de petróleo en tierras habitadas por la comunidad ogoni, que no obtenía beneficios económicos de la extracción.
Los manifestantes de Washington expresaron su preocupación porque algo similar ocurra a raíz de un proyecto de extracción petrolera en Chad y la construcción de un oleoducto entre ese país y Camerún, con financiación del Banco Mundial.
El proyecto provocaría devastación ambiental, trastornos sociales y matanzas como las ocurridas en las tierras de los ogoni, advirtieron los activistas.
La marcha, tras una pancarta que decía "No más pesadillas en el delta del Níger", comenzó frente a las oficinas en el centro de Washington de la compañía anglo-holandesa Royal Dutch-Shell y terminó frente a la sede del Banco Mundial.
Shell había sido acusada por "los nueve de ogoni" de destruir sus tierras y alentar la corrupción y la brutal represión de sucesivos gobiernos nigerianos.
La empresa petrolera iba a participar del consorcio que patrocinará el proyecto Chad-Camerún, pero trascendió que se retirará, al igual que la francesa Elf Aquitaine, lo cual deja a la principal accionista, la estadounidense Exxon, a la busca de nuevos socios.
"Nada se ha decidido aún", y el retiro es sólo una de las opciones, aclaró a IPS Cerris Tavinor, portavoz de Shell, desde Londres.
Analistas de la industria y activistas sugirieron dos posibles motivos para las acciones de la compañía.
Una posibilidad es que amenace con retirarse para marcar su disgusto hacia la lentitud del proceso del plan dentro del Banco Mundial, que demoró años para someter el proyecto a la aprobación de la junta directiva.
Otra es que Shell se haya cansado de la presión ejercida sobre el Banco y el consorcio por organizaciones defensoras del ambiente y los derechos humanos.
No obstante, el proyecto sigue su camino y, si es necesario, se encontrarán nuevos socios, declararon a la prensa ejecutivos de Exxon.
Mientras, los críticos del plan formulan advertencias a las empresas que piensen en incorporarse al consorcio.
"La explotación petrolera en áreas políticamente inestables y ecológicamente sensibles siempre resulta en una pesadilla", previno Erick Brownstein, director de la campaña africana de la Red de Acción para los Bosques Tropicales.
"Exhortamos al Banco Mundial y a las compañías petroleras interesadas a archivar sus planes hasta que se construya una verdadera democracia en Chad y Camerún", expresó Mobolaji Aluko, presidente de la Alianza Democrática Nigeriana, una coalición no gubernamental.
De lo contrario, "de este proyecto sólo saldrá violencia", advirtió Aluko, quien también es presidente del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Howard, Washington.
El proyecto de 3.500 millones de dólares incluye la perforación de 300 pozos petroleros en la cuenca de Doba, en el sur de Chad, y la construcción de un oleoducto subterráneo de 1.050 kilómetros de largo, que atravesaría Camerún y desembocaría en un buque petrolero estacionario en el océano Atlántico.
Bosques tropicales, comunidades indígenas, grandes ríos y la costa atlántica de Camerún resultarán afectados, sostienen los críticos.
Los riesgos incluyen derrames de petróleo del gran buque petrolero, una hipótesis para la que el proyecto no tiene respuesta.
Según las condiciones acordadas, el gobierno de Chad otorgaría al consorcio la concesión de la producción petrolera por 30 años y obtendría a cambio 70 por ciento de sus ingresos fiscales.
Camerún, por su parte, espera que el oleoducto promueva inversiones en la explotación de yacimientos del norte del país y así aumentar su producción de petróleo, del que depende la mitad de sus ingresos.
Por eso, los activistas congregados frente a la sede del Banco Mundial en Washington se hicieron eco de los pedidos de grupos africanos para suspender el proyecto.
"No se puede equiparar la situación del delta del Níger con la de Chad y Camerún", replicó a las críticas Richard Uku, portavoz del Departamento de Africa del Banco Mundial.
"Este proyecto fue exhaustivamente estudiado" mediante 19 evaluaciones diferentes de impacto ambiental, y además la ruta original prevista para el oleoducto fue modificada para evitar problemas ecológicos, por insistencia del Banco, aseguró Uku.
El propio presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, expresó particular preocupación por el proyecto y estudia maneras de mejorarlo, según funcionarios de la institución financiera.
Las opciones incluyen la supervisión del plan por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pero esto no ha sido confirmado.
"No queremos retirarnos de este proyecto", declaró Caroline Anstey, jefa de relaciones con los medios del Banco, y consideró que el plan es la "única esperanza" para la economía de Chad.
"Para nosotros no es un proyecto petrolero, sino un proyecto contra la pobreza", dijo Anstey a IPS.
Funcionarios del Banco reconocieron las preocupaciones por la posibilidad de que los ingresos derivados del petróleo no lleguen a las comunidades pobres de ambos países africanos, donde la corrupción es un fenómeno generalizado.
Sin embargo, insistieron en que un buen plan de administración de los ingresos asegurará la transparencia del proceso. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/mlm/en-hd/99