Salif Keita, la máxima estrella musical de Malí, es acusado de abandonar las tradiciones de Africa para abrazar el rock en su afán de conquistar audiencias de Occidente, a raíz de "Papa", su último disco.
Keita convocó al guitarrista Vernon Reed, ex integrante del ahora disuelto grupo de rock estadounidense Living Colours, para coproducir el disco, con el fin de obtener éxito comercial en todo el mundo.
Salif Keita, que hace poco participó en recitales y festivales en Botswana, Sudáfrica y Zimbabwe para presentar el disco, declaró a IPS que espera conseguir nuevos seguidores en Estados Unidos y en Europa.
"El hecho de que haya varios músicos africanos viviendo en Europa no significa que vendamos muchos discos allí", puntualizó Keita, apodado el Mansa (león) de Malí.
Sólo dos de las nueve canciones del nuevo disco, "Abede" y "Tolon wilile", se parecen a las grabaciones anteriores del músico. Sus seguidores y los críticos lo acusan de haber hecho un álbum "demasiado rockero".
Ninguna de las canciones llega a ser tan buena como las primeras de Keita que alcanzaron difusión internacional, tales como "Soro", "Ne pas bouger" o "Ko-Yan".
Muchos de los espectadores en el festival en el que participó en Harare atribuyeron el frío recibimiento que brindó el músico de Malí a que se volvió "demasiado rockero".
Andrew Malloy, un seguidor de Keita que estuvo en su primera presentación en Zimbabwe, en 1994, estaba decepcionado por el cambio. "La última vez que lo vi era africano. Ahora es un europeo", se lamentó.
Otro seguidor, Isaac Maposa, que vio a Keita en el exterior y sigue su carrera hace años, también manifestó su desagrado por los esfuerzos del músico para "agradar a todo el mundo".
"Papa", grabado en Bamako, Nueva York, y París, es el primer disco de Keita con Capitol Records, su nuevo sello. "Soy su único artista africano", recalcó el músico. Y quizá ese sea el problema, ya que muy pocas compañías de Occidente tuvieron éxito comercial con la música africana.
Pero Keita parece contento con el contrato de Capitol y con el cambio de dirección musical. "El rock es tan africano como el reggae, así que no se puede decir que mi disco sea de rock estadounidense", se defendió.
"La gente de Malí adora lo que estoy haciendo ahora, igual que mi trabajo anterior", aseguró Keita, quien se lamentó de la carencia de una lengua africana común a todos los pueblos del continente, por lo cual sólo algunos pueden entender la letra de sus canciones.
Keita rechaza la afirmación de que la música es un lenguaje en sí mismo. "A veces, la gente quiere entender lo que se dice", alegó.
Sin embargo, el factor linguístico fue rechazado por el mundialmente famoso trompetista sudafricano de jazz, Hugh Masekela, que llegó a Harare un día después del concierto de Keita.
"Hay mucha gente que canta en su propia lengua y tuvo éxito en toda Africa, y también en el mundo", alegó Masekela, refiriéndose a Miriam Makeba, de Sudáfrica, al senegalés Youssou N'Dour y a Angélique Kidjo, de Benin.
No es necesario diluir la música africana para conquistar seguidores occidentales. "No deberíamos esperar que nuestras ventas aumenten gracias a Occidente. Lo que tenemos que hacer es crear una infraestructura panafricana de distribución, para que sea fácil vender un millón de discos y aun más", sostuvo.
"Nos preocupamos mucho de agradar a otros pueblos, pero los artistas pop de Occidente ni siquiera piensan en Africa como un mercado cuando graban un disco que los africanos compran", señaló Masekela.
Masekela alcanzó la cima de la lista de éxitos de rythm & blues de la revista Billboard en 1968 con la pegadiza "Grazing in the grass".
Después de ese éxito y de los intentos infructuosos de repetirlo, Masekela, que en ese momento estaba exiliado en Estados Unidos, volvió a Africa y se quedó allí seis años. Su estancia tenía que ver con la necesidad de ganar un "sentimiento más africano".
Masekela es aun hoy, 31 años más tarde, el único músico africano que logró esa proeza.
La música africana siempre le causó problemas de clasificación a Occidente, y la prueba es que un grupo de compañías discográficas de Londres acuñó el término "World Music" en 1987.
Esa vaga clasificación se aplica a estilos musicales tan diversos como la salsa, el tex-mex y el zouk, y se supone que sirve para vender y para facilitar el sistema de archivo de las casas de venta de música.
Sin embargo, Keita se lamenta de que "si un comercio no conoce o no le gusta la música que uno hace, ni siquiera se molesta en poner los discos en sus bateas". (FIN/IPS/tra- en/im/lm/mn/ceb/mj/cr/99