Australia sabía de la vinculación entre el ejército de Indonesia y las milicias que perpetraron matanzas en Timor Oriental meses antes que ocurrieran las masacres, revelaron informes de inteligencia.
La nueva información podría socavar la credibilidad internacional del gobierno de John Howard, mientras la oposición exige una investigación judicial completa de las actividades diplomáticas de Australia en Indonesia.
Según informes de inteligencia citados por la revista The Bulletin, altos diplomáticos australianos tenían pruebas directas de que el ejército indonesio estaba dirigiendo a las milicias, meses antes de la matanza iniciada en el territorio tras la votación del 30 de agosto por la independencia de Indonesia.
El artículo de la revista reveló que el 21 de junio, ocho semanas antes del referéndum, un alto oficial militar australiano viajó a Yakarta para hacer frente a altos oficiales del ejército indonesio.
El subjefe de la Fuerza Aérea de Defensa, mariscal Doug Riding, tenía un juego de fotos satelitales, transcripciones y evaluaciones de inteligencia que "mostraban sin lugar a dudas que el ejército indonesio era cómplice en el establecimiento, promoción, financiación, entrenamiento y coordinación de las milicias", que más adelante matarían a miles de personas.
El material de Riding, según The Bulletin, fue reunido por las principales organizaciones de inteligencia australianas (el Servicio de Inteligencia Secreta, las instalaciones de la Dirección de Señales de Defensa en Shoal Bay, cerca de Darwin, y la Organización de Inteligencia de Defensa).
Las actas filtradas a la prensa del Departamento de Defensa australiano sobre la reunión en Yakarta con altos oficiales del ejército indonesio indicaron, según Riding, que Indonesia temía que sus fuerzas especiales "kopassus" estuvieran dirigiendo a las milicias.
Aunque no mencionó al jefe de las fuerzas armadas de Indonesia, el general Wiranto, Riding dijo que Australia tenía pruebas de que los vínculos con las milicias iban "desde abajo hacia los puestos más altos" del ejército.
El artículo de The Bulletin recalcó la poca credibilidad de los testimonios de funcionarios del Departamento de Relaciones Exteriores y Comercio (DFAT) en representación del canciller Alexander Downer durante las audiencias de investigación de la política australiana sobre Timor Oriental en el Senado.
El 13 de agosto, siete semanas después de la reunión de Riding en Yakarta, el subsecretario del DFAT, John Dauth, dijo al Comité de Referencias de Relaciones Exteriores, Defensa y Comercio que no podía confirmar los informes referentes a tropas kopassus indonesias en Timor Oriental.
"No puedo confirmarlo realmente, no porque esté ocultando algo sino porque no tenemos información definitiva acerca de eso… Simplemente no sé si es verdad", explicó.
El canciller en la sombra del opositor Partido Laborista, Laurie Brereton, atacó al DFAT y afirmó que la instrumentación de los kopassus de las milicias proindonesias fue un elemento decisivo en la masacre de Timor Oriental.
"Dar pruebas falsas o engañosas en una investigación del senado es un asunto muy grave por el que el Sr. Downer, como canciller, deberá responsabilizarse", dijo Brereton.
"Siempre se ha dicho que un diplomático es la persona enviada al exterior a mentir por su país. El gobierno de Howard envió a nuestros diplomáticos para engañar al parlamento y al pueblo australianos".
"Es indispensable que se haga una investigación judicial de gran alcance para restaurar la confianza pública en el manejo de las relaciones exteriores de Australia", agregó.
"Obviamente ningún gobierno del mundo, en Australia o en cualquier parte, destruiría su relación con otros países haciendo públicas todas las discusiones y la correspondencia diplomática", dijo Downer al responder a los pedidos de la oposición de una investigación.
Si se prueba que Downer abrogó sus responsabilidades ministeriales, será obligado a renunciar.
Todavía se desconoce la magnitud de la matanza en Timor Oriental. Los grupos defensores de los derechos humanos afirman que fue bien planificada y que los refugiados cuentan que las milicias apoyadas por el ejército indonesio utilizaban listas cuando seleccionaban a las víctimas.
Ross Mountain, el coordinador humanitario de la Organización de las Naciones Unidas para Timor Oriental, dijo que todavía se ignora la suerte de unos 300.000 refugiados.
"Estamos muy preocupados por saber qué le sucedió a los refugiados desaparecidos. Se presume que todavía hay decenas de miles en las montañas, pero no vemos que los números aumenten", señaló.
Otra bomba política para Canberra son las revelaciones en The Bulletin acerca de que el canciller indonesio Ali Alatas informó a Downer en febrero que Indonesia estaba armando a los grupos a favor de la integración.
De acuerdo con la revista, Alatas dijo a Downer el 23 de febrero que armar a estos grupos era "legal".
Al responder a las acusaciones, Downer dijo a los periodistas que Alatas no se refirió a milicias sino a "auxiliares de toda Indonesia" que complementaban al "personal policial y del ejército que contaba con pocos recursos".
"Alatas dejó claro que en Indonesia se establecieron, después de los acontecimientos de mayo de 1998, grupos auxiliares de seguridad que complementaban a la policía y al ejército indonesios. También dijo que estaban armados, principalmente con palos y bastones", dijo Downer en el informe de las 7:30 de ABC TV.
"La existencia de estos auxiliares, que están en todas o casi todas las provincias de Indonesia, era ampliamente conocida", agregó.
Los artículos de The Bulletin, que podrían ser utilizados como importantes pruebas en una investigación formal de las responsabilidades ministeriales de Downer y del DFAT, también causaron cierto grado de turbación en los lazos entre Estados Unidos y Australia.
A comienzos de agosto, el Departamento de Estado de Estados Unidos buscaba pruebas sólidas para obligar al ejército indonesio a dar marcha atrás en su plan de "arrasar" Timor Oriental en caso de una votación a favor de la independencia.
En ese momento, Estados Unidos respondía a un informe secreto del gobierno indonesio filtrado que indicaba que la violencia aumentaría drásticamente si los timorenses votaban a favor de la independencia.
El documento pedía al gobierno indonesio que confirmara su compromiso con las milicias "dando poder" a las fuerzas a favor de la integración y daba instrucciones a los paramilitares de que destruyeran instalaciones fundamentales en Timor Oriental durante su retirada.
Australia hizo algo que rara vez hace: le dijo no a Estados Unidos. Canberra argumentó que como la información fue reunida únicamente por agencias de inteligencia australianas, no podía compartirla con Washington porque comprometería a sus fuentes.
Australia dijo que quería enfrentar sola a los indonesios.
"El gobierno australiano se alejó de su camino para cubrir a Yakarta y, por supuesto, el resultado final fue una enorme tragedia para los habitantes de Timor Oriental", dijo Brereton. (FIN/IPS/tra-en/si/ral/at-mlm/ip hd/99