Los 38,5 millones de jubilados de Rusia constituyen uno de los sectores de la población más duramente afectados por la regresión socioeconómica pos-soviética.
Habituados al sistema soviético de precios fijos y amplia protección social, primero perdieron los ahorros de toda su vida cuando la inflación barrió con los depósitos de los bancos estatales en 1991.
Posteriormente, la situación empeoró en 1998 por el derrumbe financiero casi total del país.
Tatyana Alexeyevna, de 68 años, supuestamente debe vivir con una pensión equivalente a 18 dólares mensuales. Tras pagar ocho de alquiler y seguro de salud, le quedan 10 para vivir el resto del mes. La cifra es insignificante, porque el precio de los alimentos en Moscú es casi equiparable al resto de Europa.
No es de extrañar, por eso, que Alexeyevna, en edad de pensionarse desde hace 13 años, siga trabajando en una fábrica textil donde gana entre 30 y 40 dólares mensuales.
Además, a través de los años se ha vuelto normal que las pensiones se paguen con dos o tres meses de retraso en muchas regiones rusas.
La mala reputación de las administraciones regionales ha hecho que bandas de delincuentes se aprovechen de la situación.
En un incidente particular, ocurrido en Omsk, Siberia central, un grupo de carteros fue sorprendido robando cheques de pago de las pensiones de ancianos que habitaban en aldeas alejadas y creían ser víctimas de la enésima demora burocrática.
"Es una vergüenza. Es imposible vivir con esas pensiones" se quejó Valentina Sarkisova, una de los 12.000 pensionados de la región central de Tambov, que cobra la jubilación mínima de 304 rublos (unos 12 dólares) por mes.
La "incompetencia y arrogancia" de muchos burócratas rusos, en efecto, priva a muchas personas ancianas de sus derechos básicos, declaró Andrei Babushkin, titular de la Comisión de Derechos Cívicos.
"Por ejemplo, personas ancianas sin registro de residencia no pueden cobrar su pensión y, como resultado, mas de un millón de jubilados rusos no recibe absolutamente nada", agregó.
Antes que comenzara la crisis, la pensión promedio en Rusia era 30 por ciento superior al nivel oficial de subsistencia, mientras ahora es un tercio inferior.
Para peor, la gente madura tiene menos oportunidades de conseguir trabajo porque la discriminación por edad también es cosa común en este país.
Mientras los precios se han duplicado y en algunos casos triplicado desde agosto de 1998, el promedio de las pensiones se ha mantenido casi intacto. Para tratar de contener el gasto social, los gobiernos apelaron a esquemas poco ortodoxos.
Este año, una décima parte de los atrasos fueron pagados mediante la venta de la ayuda alimentaria procedente de Europa y Estados Unidos.
"Los ancianos enfrentan innumerables problemas nuevos debido a la difícil situación económica en Rusia", apuntó Alexander Ovanesov, representante adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Rusia.
No obstante, "es ridículo e irreal esperar que esos problemas puedan ser resueltos por la comunidad internacional. Esto es responsabilidad de los gobiernos nacionales, mientras los organismos internacionales pueden brindar únicamente asistencia técnica", dijo.
El PNUD proporciona asistencia a numerosos proyectos en Rusia, incluso centros geriátricos en Voronezh y Ulyanovsk.
No obstante, ahora hay buenas noticias para los jubilados. El gobierno decidió aumentar las pensiones un 15 por ciento a partir del 1 de noviembre y Valentina Matvienko, viceprimera ministra a cargo de asuntos sociales, anunció que la pensión mínima subirá de 304 a 365 rublos.
El gobierno explicó su actitud conservadora en el alza de las pensiones por el hecho que los beneficios sociales están ligados por ley al salario promedio, el cual es bajo.
En el último trimestre de 1999, la pensión promedio aumentará de 474 a 545 rublos (19 a 22 dólares), confirmó Mijail Zurabov, titular del Fondo de Pensiones.
El Fondo de Pensiones está financiado por trabajadores activos, un sistema cuestionado en muchos países debido al aumento de la carga financiera ocasionado por la población anciana. Los empleadores contribuyen con 28 por ciento del salario, mientras los trabajadores aportan uno por ciento.
Tras admitir que el nivel de las pensiones es miserablemente bajo, Zurabov arguyó que el sistema no es responsable de los males económicos del país. "Si tenemos sueldos promedio de 1.619 rublos (65 dólares), ¿cómo podemos obtener pensiones más altas? Los salarios bajos afectan directamente el sistema", afirmó.
Todos los gobiernos rusos que asumieron el poder prometieron terminar con los atrasos del anterior gabinete, pero el poder adquisitivo real de las pensiones sigue bajando inexorablemente.
El primer ministro Vladimir Putin anunció a comienzos de septiembre que el gobierno había liquidado las pensiones atrasadas. Según las estadísticas oficiales, desde principios de año alrededor de 26.000 millones de rublos (1.000 millones de dólares) han sido pagados.
Sin embargo, concedió que amortizar solamente las deudas no es suficiente, dado que la pensión promedio no puede asegurar las necesidades mínimas de subsistencia. Pero el gobierno tiene a elevar sustancialmente las pensiones, aseguró.
Además, el presidente Boris Yeltsin ordenó pagar 50 rublos adicionales a cada pensionado en octubre. Zurabov dijo que su Fondo de Pensiones pagó 2.150 millones de rublos (800 millones de dólares) con ese propósito. No obstante, está lejos de ser cierto que dos dólares más por mes hagan una gran diferencia.
Muchos analistas opinaron que el atraso en las pensiones seguramente se convertirá en instrumento de futuras maniobras políticas, dado que las elecciones parlamentarias están fijadas para diciembre.
El gobernador de Sverdlovsk, Eduard Rossel, se adjudicó una convincente mayoría de votos a comienzos de año porque pagó todas las pensiones atrasadas en la región.
Muchos analistas sostienen que los 38,5 millones de pensionados rusos son una fuerza electoral decisiva y un esquema para atraer su voto es la causa fundamental detrás de la iniciativa oficial de aumentar las jubilaciones.
El sistema ruso de pensiones no es inmune al vórtice político del país y los temores acerca de la seguridad.
El gobierno federal suspendió el envío de fondos a la separatista región de Chechenia desde mediados de septiembre, porque las autoridades sospechan que el dinero podría ser usado para apoyar a los militantes islámicos que combaten con las tropas rusas en la frontera con Daguestán.
Las humildes esperanzas de miles de jubilados por una vida más digna están amenazadas ahora por la escalada bélica en la región del Cáucaso. Ante la necesidad de financiar una operación militar en gran escala, el gobierno ruso podría una vez más apelar al dinero de las pensiones.
Sin embargo, los analistas apuntaron que una medida de esa naturaleza tendría enormes repercusiones en las inminentes elecciones parlamentarias de diciembre y las presidenciales en junio del 2000. (FIN/IPS/tra-en/sb/ak/ego-mlm/dv/99