JAPON: Consumidores organizados contra alimentos transgénicos

El humilde frijol de soja, básico en la dieta de Japón, es ahora el centro de una feroz discusión sobre la seguridad de los alimentos transgénicos y está por convertirse en el catalizador de un cambio de actitud en este país.

Las compañías japonesas empiezan a dar más importancia a las necesidades del consumidor que a sus ganancias, señalan los activistas. Mientras, cada vez más personas se unen al movimiento contra los frijoles de soja genéticamente modificados, la mayoría importados de Estados Unidos.

Los supermercados separan los productos derivados de la soja, como el tofu (queso vegetal) y las salsas, y colocan los importados en una sección diferente que los fabricados a partir de materia prima nacional. La iniciativa no fue impuesta por el gobierno, y muestra un gran cambio de actitud en Japón.

Esa medida es importante para las organizaciones defensoras del consumidor que encabezan la oposición a la importación de alimentos modificados genéticamente y piden garantías de seguridad alimentaria, además de incrementar la autosuficiencia alimentaria en Japón.

Japón puede ser el segundo país más rico del mundo, pero la crisis de los frijoles de soja hizo que muchos japoneses se dieran cuenta de su dependencia de países extranjeros para obtener alimentos, indicó Yoko Tomiyama, presidenta del Sindicato de Consumidores de Japón, un fuerte opositor a los alimentos transgénicos.

"Nos alegra la crisis de los productos alimentarios genéticamente modificados. Ya era hora de que más japoneses pensaran en lo precaria que es ahora su situación", explicó.

El Sindicato envió una carta la semana pasada a los agricultores estadounidenses, instándolos a separar los productos genéticamente alterados de los naturales cuando se exportan a Japón.

La carta cita datos científicos sobre los peligros que representan los alimentos genéticamente alterados para la salud y el ambiente.

Japón es el principal exportador de alimentos del mundo. Los frijoles de soja de Estados Unidos, en su mayoría genéticamente modificados, representan más de 90 por ciento del consumo local.

Este es el motivo por el cual las organizaciones de defensa del consumidor no piden la prohibición inmediata de los frijoles transgénicos. "Si pedimos eso, los japoneses tendrían que renunciar a buena parte de su dieta habitual. Seríamos ricos económicamente, pero pasaríamos hambre", explicó.

El Ministerio de Agricultura, Forestación y Pesca informó que la agricultura transgénica representa grandes ventajas para los productores, porque dicha tecnología sirve para que los cultivos se vuelvan resistentes a las condiciones climáticas y a los insectos.

Canadá y Estados Unidos son los líderes mundiales de los cultivos transgénicos, y este último le vende a Japón, el principal comprador, cerca de 11.000 millones de dólares anuales.

El gobierno de Tokio dispuso una subvención de 20.000 millones de dólares para desarrollar cultivos transgénicos durante los próximos cinco años, a fin de competir con Estados Unidos en el mercado biotecnológico.

Las principales firmas también están haciendo grandes inversiones en tecnología.

Hitachi Ltd. anunció el mes pasado que una de sus divisiones se está especializando en biotecnología para analizar alimentos y medicamentos, con el objetivo de que sus ventas lleguen a 25 billones de yenes (233.000 millones de dólares) para el 2010.

Las organizaciones de defensa del consumidor manifestaron temor al uso de fondos públicos para convencer a los agricultores, cuyas ganancias ya son bastante bajas, de abandonar los cultivos intensivos tradicionales y comenzar con los transgénicos.

"Las ganancias financieras y la conveniencia podrían alentar a la comunidad agícola de Japón a adherir a la biotecnología. La única manera de combatir consiste en aumentar la conciencia del consumidor para reducir el mercado de los productos transgénicos", explicó Tomiyama.

Pero también comienzan a verse las victorias de la campaña de los activistas, indicó. Honda Motors anunció esta semana que construirá una planta en Estados Unidos y contratatará agricultores para producir sólo frijoles de soja convencionales.

Además, Tokyo Grain Exchange informó que los precios de los frijoles de soja disminuyeron estrepitosamente en octubre, lo cual refleja la resistencia de los consumidores japoneses a los productos transgénicos.

El frijo de soja bajó a 17.500 yenes (163 dólares) la tonelada, casi la mitad de lo establecido en noviembre.

Pioneer Hybrid Japan, una importante firma de semillas, anunció que estableció un sistema para importar frijoles de soja convencionales encargando el producto a los granjeros estadounidenses, en respuesta a la demanda de los fabricantes de alimentos.

Por su parte, el gobierno decidió que, a partir de abril próximo, 30 productos alimentarios, nacionales e importados, deberán portar una etiqueta que identifique a los fabricados a partir de cultivos transgénicos.

Japón también se propone notificar su plan a la Organización Mundial de la Salud en diciembre. La lista de productos que portarán etiqueta incluye al maíz, el tofu y otros productos derivados de la soja y de consumo masivo.

Es probable que la decisión cause indignación entre los principales países exportadores de alimentos, que intentan convencer a Japón de no utilizar el sistema de etiquetas para evitar mayores preocupaciones a los consumidores.

Casi 90 por ciento de los encuestados este año por iniciativa del gobierno expresaron una profunda inquietud por la tendencia creciente de la biotecnología.

Las cooperativas de consumidores empezaron a etiquetar sus productos, para alejar temores. Pero incluso eso es cada vez más difícil porque ciertos cultivos transgénicos se mezclan con los convencionales, advirtieron. (FIN/IPS/tra-en/sk/ral/ceb-mlm/dv- he/99

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