Si algo empañó las celebraciones de los 50 años de la República Popular China este mes, fue el temor a que las tensiones étnicas amenacen la frágil unidad construida por el Partido Comunista en el último medio siglo.
Con la crisis de Kosovo recién superada y la reanudación de la guerra de Chechenia con el gobierno central de Rusia, los líderes comunistas debieron dar una nota de precaución en medio de las celebraciones y admitir que la salvaguarda de la integridad nacional será su gran desafío del siglo XXI.
"En todo el mundo, muchos conflictos regionales se relacionan con el mal manejo de las disputas étnicas y la intervención extranjera en ellas", dijo el presidente Jiang Zemin en un discurso pronunciado apenas horas antes del comienzo de los festejos del 1 de octubre.
"En todos los lugares donde no se manejan correctamente las cuestiones étnicas, hay problemas", señaló Jiang, y advirtió que "sin la estabilidad de las regiones habitadas por minorías raciales, China no tendrá estabilidad nacional".
Pese al publicitado éxito de la política de Beijing hacia las minorías étnicas, el gobierno teme que en el nuevo milenio se repitan guerras civiles y conflictos raciales del pasado.
China tiene razones para preocuparse. El aumento de conflictos étnicos en todo el mundo dio nuevo ímpetu a la permanente disconformidad de las minorías de Xinjiang y Tibet.
La inquietud de los musulmanes creció en Xinjiang desde el colapso de la Unión Soviética. Los uigures de esa provincia, los últimos musulmanes que viven bajo un régimen comunista, son vistos con gran solidaridad desde el resto del mundo islámico.
Mientras, los tibetanos han resistido todos los intentos de Beijing de aplastar el movimiento por la independencia en la región desde que su líder espiritual, el Dalaí Lama, huyó de China en 1959. Su gobierno en el exilio desde Dharamsala, India, obtiene cada vez más apoyo de todo el mundo.
La forma de salvaguardar la unidad del país dominó las preocupaciones de los líderes chinos incluso en la víspera del Día Nacional.
El Consejo Estatal (gabinete) emitió una propuesta de ley acerca de la Política sobre Minorías Nacionales, y en la Gran Sala del Pueblo se celebró una conferencia sobre cuestiones étnicas.
Los discursos pronunciados por Jiang y el primer ministro Zhu Rongji tuvieron amplia publicidad en los medios estatales.
"Una especie de nacionalismo religioso dominó las celebraciones del 50 aniversario", comentó Dru Gladney, analista de cuestiones étnicas del Centro Asia-Pacífico, con sede en Hawai.
La unificación del país fue el sueño del padre de la nación china, Sun Yat-sen, quien encabezó una revolución para derrocar a la última dinastía imperial en 1911.
Sun concebía la madre patria como una próspera república de cinco nacionalidades: los han, los manchus, los mongoles, los hui musulmanes y los tibetanos.
Pero los líderes comunistas de la nueva China ampliaron ese proyecto e incluyeron 56 nacionalidades, aunque los han siguieron siendo la abrumadora mayoría. Actualmente esta etnia constituye 92 por ciento de la nación más poblada del mundo, con 1.200 millones de habitantes.
La nueva propuesta de ley sobre Minorías Nacionales establece con orgullo que todos los grupos étnicos de China "gozan de igualdad, unidad y asistencia mutua".
Sin embargo, medio siglo después de la llegada de los comunistas al poder, gran parte de los 108 millones de habitantes minoritarios viven en condiciones similares a las de antes de 1949.
En general, las minorías carecen de saneamiento y agua potable, y no tienen acceso a servicios de salud ni a la educación superior.
Tampoco poseen los medios ni las conexiones necesarias para prosperar en una sociedad con una creciente disparidad de ingresos, donde el dinero y el poder son los únicos valores que cuentan.
Pertenecer a una minoría étnica en China significa "ser inferior en educación, salud y desarrollo económico", afirmó Gladney.
"En cierto sentido, el atraso y la diversidad de los grupos minoritarios sirven para reafirmar la homogeneidad y el progreso de la etnia han", agregó.
No obstante, conflictos étnicos de todo el mundo suenan como una alarma para el gobierno chino. Consciente del descontento dentro de sus propias fronteras, Beijing se propuso contrarrestarlo en el próximo milenio invirtiendo dinero en el desarrollo económico de sus zonas minoritarias.
"La aceleración del desarrollo de las regiones minoritarias no sólo es un tema económico crucial, sino también político", destacó Jiang.
"Desde ahora hasta el 2010, nuestras principales metas serán mejorar el nivel de vida de las minorías, fortalecer la unidad étnica y salvaguardad la integridad nacional", declaró.
Por su parte, Zhu prometió que el gobierno invertirá dinero en la construcción de nuevos caminos y redes de energía y comunicación para conectar el interior empobrecido del país, donde en general viven las minorías étnicas, con el mundo exterior.
Además, prometió invertir en la agricultura, el comercio y el desarrollo social de las zonas minoritarias.
"El gobierno cree que el desarrollo económico solucionará todos los problemas de las étnicas minoritarias", pero se olvida de aliviar la represión, comentó Gladney.
Jiang prometió aplastar cualquier actividad separatista o religiosa "antipatriótica" en las regiones minoritarias, y advirtió a los gobiernos occidentales que no se inmiscuyan.
"Nos oponemos firmemente al separatismo bajo el disfraz de actividad religiosa. Ninguna religión está por encima de la Constitución y la ley", dijo el presidente. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/pr-hd/99