Chamanes de la provincia de Guangxi, en el sur de China, desafían a los escasos profesionales que intentan defender la decadente reputación del sistema de "médicos descalzos", creado por el fallecido líder comunista Mao Zedong.
La desilusión de los campesinos respecto de ese sistema fue gradual y pasó inadvertida para la comunidad internacional, que aplaudió el éxito de las campañas de salud pública de Mao en las primeras décadas posteriores a la revolución comunista de 1949.
Los "médicos descalzos" eran campesinos con entrenamiento mínimo en el cuidado de la salud, cuyo fervor político compensaba en parte su carencia de conocimientos y equipo, y lograron eliminar las grandes epidemias mediante campañas masivas de prevención y vacunación.
A fines de los años 70, el fracaso de las comunidades de campesinos impulsadas por Mao determinó el colapso de los servicios rurales de salud, en los cuales el Estado había actuado como proveedor de cuidados preventivos gratuitos y garantizado el acceso de todos al tratamiento médico.
En los años 80, China introdujo reformas en la salud basadas en la descentralización y la privatización, y estableció el cobro de honorarios médicos a los pacientes. Esas medidas acompañaron la introducción de elementos de una economía de mercado impulsados bajo el liderazgo de Deng Xiaoping.
El resultado fue dramático para los campesinos. En la época de Mao, 90 por ciento de la población rural tenía asistencia médica básica garantizada, y en la actualidad el sistema de salud beneficia a menos de 10 por ciento.
"Los chamanes llaman a sus dioses y entran en una especia de trance. Algunas veces exigen que se mate a una gallina o incluso a una vaca para estudiar una enfermedad", contó Xie Jinbao, quien trabaja como médico en la aldea de Muye, del municipio de Danian.
En Muye, una pequeña aldea en las montañas con 1.200 habitantes, a la cual nunca llegó un automóvil, hay una floreciente comunidad de seis chamanes. "¿Qué puede hacer una persona como yo contra seis de ellos?", preguntó Xie.
El médico, de 27 años, debe caminar dos horas desde el hospital municipal hasta Muye para vacunar a los niños contra el sarampión.
"Si no fuera por las vacunas para los niños, los campesinos no vendrían a verme. Conocieron a mi padre, que fue un 'médico descalzo' durante años, y me conocen a mí, pero consultan a los chamanes", confesó Xie.
Agregó que no es por el dinero, porque sólo les cobraría 0,48 dólares por la consulta y una medicina simple, mientras los chamanes piden una comida además de sus honorarios. "Simplemente no confían en mí", señaló.
En Danian, uno de los municipios chinos calificados oficialmente como "pobres", los granjeros ganan menos de 60 dólares por año, y el precio de una consulta y un tratamiento en el hospital municipal llega a un promedio de 3,6 dólares, mientras la hospitalización cuesta hasta 36 dólares.
"Un campesino que sufre una enfermedad grave debe optar entre esperar la muerte y endeudarse", dijo Marcel Rouk, jefe de la misión en China del grupo humanitario Médicos Sin Fronteras.
"Los campesinos pueden tardar hasta 10 años en pagar esas deudas, que en algunos casos causan la ruina de una familia entera", agregó.
La influencia de los chamanes en Danian ha tenido consecuencias desastrosas. En 1993 y 1994 hubo una epidemia de fiebre tifoidea y muchos campesinos murieron porque siguieron el consejo de los chamanes, quienes dijeron que no había necesidad de ir al hospital.
"El sistema de salud de Mao era mejor. Si se registraba un caso de cólera o lepra, el paciente era aislado de inmediato, y en cada aldea había dos personas que realizaban estudios epidemiológicos y brindaban cuidados preventivos", comentó Shi Rongsheng, jefe médico del hospital municipal de Danian.
Ahora los campesinos deben pagar por los servicios de los médicos de las aldeas, que llevan zapatos pero están tan poco calificados como sus predecesores, y revenden medicamentos a los pacientes.
"Si no tengo ningún paciente este mes, no tendré salario", dijo Xie, quien está ayudando a su padre a cultivar la tierra y a vender hierbas en la aldea, para ganarse la vida.
"El sistema ya no está funcionando. ¿Cómo pueden trabajar estos médicos, si no reciben ni siquiera los míseros seis dólares que debería pagarles el gobierno local?", preguntó Roux.
A medida que el sistema de salud se derrumba en las áreas rurales pobres, cada vez más personas acuden a los chamanes.
"Algunas personas dicen que deberíamos lanzar una campaña contra los chamanes, pero creo que son realmente necesarios en las aldeas donde los granjeros son muy pobres. Conocen todas las hierbas y las personas confían en ellos", dijo Yang Qingcheng, un médico del hospital de Danian.
Mao Zedong intentó eliminar el chamanismo y lo que él llamaba "supersticiones feudales" profundamente arraigadas. El resurgimiento de este tipo de medicina prueba el fracaso de las reformas en la salud de China.
El estado no puede permitirse prescindir de los chamanes mientras siga recortando el presupuesto del sistema de salud y posponiendo una reforma eficaz. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/at/mp- mj/he/99