BENIN: Milicias campesinas hacen justicia por mano propia

Milicias de Benín que actúan en las regiones sudoccidentales de Couffo y Mono decidieron hacer justicia por mano propia y ejecutar a quienes suponen culpables de algún delito.

La Liga de Defensa de los Derechos Humanos local condenó esas actividades y exhortó a la población a protestar contra los abusos de las milicias, señalando que "los criminales no deben ser asesinados, sino capturados por las policía y castigados por tribunales de justicia".

El aumento de la cantidad de delitos en Couffo y Mono llevó a muchos campesinos a unirse al líder populista Ehoum Zinsou Devi, llamado "Coronel Civil", quien llama a exterminar a todos los ladrones y violadores.

Devi pretende llenar el vacío creado por "la incompetencia y la resignación de los funcionarios, incapaces de controlar el crimen". Para ello organizó a los campesinos de ambas regiones en milicias de autodefensa, las cuales apedrean hasta la muerte a quienes consideran delincuentes.

"La sangre de las víctimas ruega por justicia", dijo Devi a los milicianos durante una asamblea a la cual asistieron más de 20.000 personas, realizada en el estadio municipal de Lokossa, una localidad situada unos 100 kilómetros al noroeste de la capital.

"Les pido que hagan justicia sin esperar por la justicia del hombre blanco, la de las palabras y las maquinaciones ocultas. El pueblo quiere condenas públicas. Quien mata debe perecer, y quien hace el bien debe beneficiarse de ello", afirmó.

"Un día deberemos entrar en las prisiones, sacar de allí a los ladrones y quemarlos vivos", declaró Devi, inspirando pavor en la audiencia.

Devi es un granjero de 45 años que sufrió personalmente varios abusos de criminales, incluyendo el asesinato de su hermano mellizo.

La región donde nació fue invadida este año por un grupo de delincuentes benineses y extranjeros, quienes cometieron hurtos y violaciones, y obligaron a los padres a tener relaciones sexuales con sus hijas. La policía y las autoridades regionales fueron incapaces de detener esos actos de violencia.

La Liga para la Defensa de los Derechos Humanos informó que desde el comienzo de este año las milicias de Devi realizaron más de 100 ejecuciones.

Varias personas que salieron de la cárcel tras cumplir sus condenas no quisieron volver a sus hogares, por temor a las represalias.

Los milicianos son más de 1.000, están armados con cuchillos o cachiporras y creen en la administración de justicia mediante la ley de "ojo por ojo", que se aplica a menudo entre los pobres y marginados.

El gobierno no ha hecho comentarios oficiales sobre las actividades de Devi.

"Los funcionarios políticos y administrativos de la región aceptan ese tipo de justicia privada", lamentó la Liga en una declaración entregada a los medios de comunicación.

"Las fuerzas de seguridad y defensa enviadas a esas regiones para acabar con la delincuencia se limitan a investigar las ejecuciones de los milicianos y confirmar que existieron, sin hacer nada al respecto", agregó.

Los activistas del grupo sostuvieron que la corrupción imperante en toda la sociedad, incluyendo al sistema jurídico, es la causa de que muchas personas hayan decidido actuar por sì mismas para combatir a los delincuentes.

Los abusos de las milicias violan la legislación nacional y convenciones internacionales firmadas por Benín, y las autoridades deberían erradicar a las milicias y restaurar el orden en Couffo y Mono, afirmaron.

La mayoría de los benineses no parecen preocuparse por las actividades de los milicianos, y las autoridades no adoptan medidas para frenarlas, admitiendo en forma tácita que no son capaces de detener con medios legales el aumento de los delitos.

Devi comentó en una entrevista publicada por un diario de Benin que durante mucho tiempo intentó colaborar con las autoridades para combatir al crimen, pero que luego se dio cuenta de que eso era inútil, y decidió crear "una milicia de voluntarios campesinos para deshacerse de los maleantes".

Devi recibió apoyo explícito de algunos partidos políticos y del secretario general de un sindicato durante la asamblea realizada en Lokossa.

El respaldo popular y político a las milicias inquieta a las organizaciones defensoras de los derechos humanos.

"Es difícil luchar contra un fenómeno masivo como éste, que tiene tanto apoyo popular, pero no podemos permitir que este alboroto criminal y bárbaro siga desarrollándose sin control", señaló Jean Segla, un activista. (FIN/IPS/tra- en/mb/nrn/sz/mn/ceb/mp/ip/99

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