(Arte y Cultura) MUSICA-COLOMBIA: El cautiverio de un cantautor

El cantor Jorge Velosa, conocido en Colombia como el Carranguero Mayor, fue liberado el miércoles, después de permanecer secuestrado desde fines de septiembre por el insurgente Ejército Popular de Liberación (EPL).

Velosa fue entregado por los rebeldes a una comisión integrada por el Defensor del Pueblo (ombudsman) José Castro y el procurador Jaime Bernal en una zona rural de Santa Cruz de la Colina, en el departamento de Santander (nodeste).

"La vida pa' ser la vida/ dos cosas debe tener:/ risa tuala que le quepa/ y canto más no poder", solía cantar Velosa antes del secuestro, y lo seguirá cantando después de recobrada su libertad.

El Carranguero Mayor le abrió paso a la música campesina del altiplano andino llamada popularmente carranga, voz con la que se denomina la carne animal.

No es el suyo un canto fúnebre, aunque en las dos últimas semanas estuvo asociado a las aflicciones de la guerra que en Colombia cobra cada vez más víctimas del bando inerme de los civiles, incluidos sus cantores.

La noche del sábado 25 de septiembre, después de una presentación de Velosa, en el municipio de Matanza, del centroriental departamento de Santander, el cantor fue secuestrado por un comando del EPL con el propósito de "enviar un mensaje al gobierno".

El secuestro generó una cadena de solidaridad de artistas, intelectuales y medios de comunicación. La noticia se destacó en la primera plana de los principales diarios y ocupó titulares de la mayoría de telenoticieros de audiencia nacional.

Las radioemisoras de la capital y, particularmente las del departamento de Boyacá, de donde es oriundo Velosa, emitieron programas especiales dedicados al repertorio de la música carranguera.

Así, quedó en evidencia el gran arraigo de esta corriente popular, "ya casi un género musical con muchos conjuntos y compositores aficionados y profesionales que lo mantienen vivito y sonando", como dice una reseña del propio Velosa, publicada con ocasión de su álbum número 16 "En cantos verdes".

La pregunta más reiterada que se hizo en los ambientes artístico y político fue por qué a un músico que encarna el sentir popular lo secuestraron quienes dicen haberse alzado en armas en nombre del pueblo.

"Es como si tuvieran que amarrar el viento porque a una cometa se le enredó la cola", dijo el propio Velosa, desde su cautiverio, a una reportera del telenoticiero Caracol que dialogó con él en un paraje montañoso.

En la entrevista, Velosa aparecía en primer plano con sombreo de fieltro y ruana (poncho abierto) de lana a la usanza campesina, la misma que vestía en su presentación en Matanza.

"He intentado cantar pero no me ha salido. Por ahí dicen que cantar es como un acto de amor y cuando es porque toca, qué aburrición", dijo, y los ojos se le llenaron de lágrimas.

En la televisión aparecieron, en planos largos, riscos andinos, vegetación tupida y guerrilleros encapuchados, mientras el artista secuestrado intentaba dar una mirada de picardía a su situación.

"Creí que, como soy pregonero de la vida, del bien, de la alegría, de la paz, de la convivencia, de la fraternidad, con mi pasaporte carranguero me podía desplazar a todas partes", afirmó.

Velosa llegó en 1981 al Madison Square Garden de Nueva York para un concierto que se transmitió por televisión. Más tarde, viajó a Moscú, entonces capital de la hoy disuelta Unión Soviética, como integrante de una delegación cultural.

Sin embargo, su pasaporte que no le valió en un retén guerrillero tendido al amparo de la noche en un camino.

El reconocimiento de su grupo lo ha logrado a punta de tiple, requinto, guitarra y guacharaca, instrumentos propios de esta música festiva con la que en los poblados andinos se celebran bautizos y matrimonios.

Con el bailoteo de paso corto que es característico de la carranga, también se acompañan fiestas patronales y rogativas para llamar la lluvia en tiempos de sequía.

Los Carrangueros de Ráquira, como se llamó la agrupación original de Velosa, aparecieron a mediados de la década del 70 en el caldeado ambiente urbano de Colombia al son de rumbas, merengues y torbellinos.

"Irrumpían en el ámbito nacional con sus ruanas, sombreros y un sabor boyacense (de Boyacá) francamente desconcertante para la mayoría", recordó Diana Molina en un artículo para la edición en español de la revista estadounidense People.

Mientras entonces llegaba desde los países industrializados con toda su potencia el sonido de las guitarras eléctricas, en los muros de la Universidad Nacional de Bogotá, donde Velosa había estudiado veterinaria, se habían pintado leyendas como "Abajo los Rolling Stones, vivan Velosa y su cucharita".

La antropóloga y folclorista Ana María Ochoa explicó que los carrangueros son "músicos emigrados del campo a la ciudad, que heredaron la oralidad de sus ancestros y la inscribieron en la cultura letrada que les dio la escuela, para construir un puente de coplas y cuerdas entre el país urbano y el país rural".

Ochoa cree que Velosa ha logrado entre los cultores de su género un mayor arraigo porque "mantiene una conversación permanente con las cosas de la vida que a veces se nos olvidan, no por invisibles, sino por obvias".

Sus canciones describen "los sonidos del amanecer, los recorridos del agua, la tierra en que moldeamos la vida" y "le han puesto ritmo burlesco a las desazones del amor y al dolor, recordándonos que siempre es posible trastocar la tristeza de los malquereres", dijo.

"Los diferentes ritmos de la carranga combinan la destreza de las cuerdas andinas con los sabores costeños importados al centro del país", agregó Ochoa.

El compositor Mauricio Lozano dijo a IPS que Velosa, además de lograr poner en primer plano la música campesina, tiene el mérito de haber hecho una recopilación de la sabiduría popular musical.

"De no haber sido por ellos (Los Carrangueros) se hubiera perdido la memoria musical del centro del país y, además, han recuperado muchos instrumentos", señaló Lozano.

El músico destacó el reconocimiento del cantautor en los más diversos ámbitos culturales del país.

En Barranquilla, en la costa del mar Caribe, Velosa es cada año el centro de un festival a estadio lleno, con un éxito similar al que tiene en Leticia, en la sureña zona de Amazonia, o Buenaventura, sobre el litoral del océano Pacífico, precisó.

Losano explicó que para Los Carrangueros no ha sido fácil acceder y tener reconocimiento en ámbitos más exclusivos como "El Festival del Mono Núñez", que anualmente se realiza en la localidad de Ginebra, suroccidental departamento del Valle, donde hasta hace tres años Velosa fue el invitado de honor.

Mucho antes, en cambio, ya se había "colado" a los grandes salones de la sociedad. Aún se recuerda cuando el entonces presidente Julio Turbay Ayala (1978-1982), en una cena de gala, pidió "la cucharita", y en vez del cubierto solicitado el mesero puso a sonar la más célebre composición de Velosa. (FIN/IPS/mig/mj- dm/cr/99

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