AGRICULTURA: Banco Mundial defiende productos transgénicos

El Banco Mundial tomó parte en el debate sobre la biotecnología en la agricultura al pedir hoy que se haga más investigación para duplicar la producción de alimentos necesaria para la creciente población mundial.

El pedido del Banco se opone al argumento de que la distribución más equitativa de la riqueza, y no la ingeniería genética, es la solución al hambre en el mundo.

El mundo se enfrenta a una nueva crisis alimentaria ahora que la población superó los 6.000 millones de habitantes y aumenta en 90 millones por año, advirtió un informe del Grupo Consultor de Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) de la institución multilateral.

Más de 840 millones de habitantes, más que la población combinada de Canadá, Estados Unidos, Europa y Japón, no tienen suficiente para comer, según el CGIAR. Aproximadamente 30 personas mueren de hambre en el Sur en desarrollo cada minuto, agregó.

"Los granjeros del mundo deberán aumentar 50 por ciento la producción de alimentos para alimentar a 2.000 millones más de personas para el 2020 y quizá 100 por ciento si sigue la tendencia actual de creciente consumo de carne, y la demanda de raciones de granos", dijo CGIAR.

Aunque el informe reconoce que la solución al hambre "es más compleja que el aumento del consumo", subraya cómo los descubrimientos científicos, sobre todo en la ingeniería genética, pueden ayudar a que la producción de alimentos crezca al ritmo de la población.

Algunos agricultores del Sur en desarrollo ya se benefician de la biotecnología, asegura el informe.

"La inserción de un gen que produce betacaroteno, un precursor de la vitamina A, en la planta de canola es un ejemplo del éxito de la biotecnología", según el CGIAR.

La deficiencia de vitamina A, común en el mundo en desarrollo, puede causar daño ocular irreversible. Como muchas familias cultivan canola para producir aceite comestible, la planta alterada genéticamente o transgénica ofrece una solución a ese problema de salud, señala el Banco Mundial.

También se logran avances con los genes que dan resistencia a las plantas a los insectos, las enfermedades, las sequías y las inundaciones. En India, por ejemplo, los científicos agregaron al arroz dos genes para ayudar a las plantas a sobrevivir cuando quedan sumergidas por largos períodos, algo común en Asia.

En China, un grupo de 650 pequeños cultivadores de algodón cultivaron una semilla resistente a un tipo de gusano. Pagaron un precio mayor por la semilla, pero a cambio tuvieron 90 por ciento de germinación, no el 40 por ciento habitual, señaló el CGIAR.

Tres años después, 1,3 millones de pequeños agricultores habían cultivado la semilla, y el número sigue en crecimiento, agregó el CGIAR.

Pero el informe agrega que las firmas trasnacionales de biotecnología revelaron poco interés en investigar plantas, plagas y enfermedades comunes a las zonas tropicales.

"Sus productos se adaptan mejor a la agricultura comercial de gran escala de los países industrializados que a los complejos sistemas de los agricultores en los países en desarrollo", reconoce el CGIAR.

Incluso si las grandes firmas de biotecnología, como Monsanto y Novartis, prestan más atención a los problemas agrícolas de los países en desarrollo, muchos creen que la nueva tecnología no asegurará la seguridad alimentaria ni reducirá la pobreza.

"Las causas reales del hambre son la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a la tecnología", dijeron Peter Rosset, del Instituto de Política Alimentaria y de Desarrollo, y Miguel Altieri, de la Universidad de California en Berkeley, ambos de Estados Unidos.

Los dos presentaron un trabajo la semana pasada en una conferencia sobre biotecnología celebrada en la sede del Banco Mundial en Washington.

"Demasiada gente es demasiado pobre para adquirir la comida existente, pero a menudo mal distribuida, o no tienen las tierras ni los recursos para cultivarla por su cuenta", señalaron.

El mundo produce hoy más alimentos por habitante que antes, según Rosset y Altieri. "Hay suficiente para darle a cada persona 1,6 kilos de alimentos por día: 0,9 kilos de granos, frijoles y nueces, 370 gramos de carne, leche y huevos, y lo mismo en frutas y verduras", aseguraron.

Así mismo, Rosset y Altieri dijeron que las últimas investigaciones revelaron que las semillas alteradas genéticamente no aumentan la producción de los cultivos.

Un estudio del Departamento de Agricultura de Estados Unidos halló que las semillas de soja "Roundup Ready", de Monsanto, producen menos medidas de frijoles que las variedades no alteradas genéticamente.

El uso de semillas transgénicas que fueron alteradas para contener un pesticida puede, como los pesticidas convencionales, contribuir a la resistencia de plagas y a desatar pestes de insectos, advirtieron Rosset y Altieri.

Ambos señalaron que hay una gran cantidad de cultivos transgénicos en el mercado que contienen el insecticida Bt, una toxina bacteriana natural utilizada durante años por agricultores que cultivan sin usar pesticidas industriales.

Las compañías de semillas, incluso Monsanto, Novartis y Pioneer Hi-Bred International, sostienen que la alteración de los cultivos para que contengan la toxina reducirá la necesidad de pesticidas químicos y por tanto, beneficiarán al ambiente.

Pero cuando el producto se introdujo en la planta, las plagas aumentaron de una cantidad "mínima y ocasional" a una "masiva y continua", lo cual aceleró drásticamente la resistencia, aseguraron Rosset y Altieri. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/aq/en-if/99

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