AFRICA: Recursos naturales financian guerras civiles

Los recursos naturales de Africa son usados por gobiernos, grupos guerrilleros y compañías multinacionales para financiar el interminable ciclo de guerras civiles en el continente.

"Con frecuencia existe una red de conexiones personales y financieras entre jefes de Estado, integrantes del gobierno, corporaciones multinacionales y firmas de seguridad privadas que facilita el saqueo", según Jackie Cilliers, directora ejecutiva del Instituto de Estudios de Seguridad de Africa.

Durante la guerra fría, la Unión Soviética, China y Estados Unidos estaban ansiosos por comprar socios ideológicos para prolongar las guerras civiles en Angola y Mozambique y apoyar a dictadores como Mobutu Sese Seko en Zaire (actual República Democrática de Congo, RDC) y otras partes de Africa.

Ahora se culpa a las corporaciones multinacionales de dar la espalda al flagelo de la guerra y alimentar conflictos en toda Africa en su afán de lucro, según los analistas.

"La explotación depredadora de los recursos económicos a lo largo de Africa es algo reciente", dijo Cilliers.

"Las pruebas de estas prácticas incluyen el desarrollo de la caza ilegal casi militar, los ataques armados, el robo de ganado y de vehículos, la tala indiscriminada y la expansión de la tendencia de soldados/rebeldes y policías/criminales", agregó.

Después de años de presión para que dejara de comprar diamantes a Angola, la líder del mayor cartel de diamantes del mundo, la firma sudafricana De Beers, anunció que impuso un embargo a la compra de gemas de ese país porque esta alimenta la guerra civil.

De Beers también prometió revisar sus operaciones en RDC y Guinea. La presión sobre el gigante sudafricano procede principalmente de las amenazas de boicot de Europa más que de la preocupación por los angoleños, 500.000 de los cuales murieron en la guerra civil entre 1992 y 1997.

Un grupo de organizaciones no gubernamentales europeas llamado Transacciones Fatales lanzó una campaña este mes para alertar al público sobre el comercio de diamantes, cuyo valor de 42.000 millones de dólares financió a los ejércitos rebeldes de Angola, Sierra Leona y Liberia.

Representantes de Transacciones Fatales afirmaron que la rebelde Unión Nacional por la Independencia Total de Angola (UNITA) obtuvo 3.700 millones de dólares entre 1992 y 1997 con la venta de diamantes.

En Sierra Leona, el comercio ilegal de diamantes generó 200 millones de dólares durante los últimos ocho años y costó la vida a 150.000 personas en el conflicto.

La crisis en Sierra Leona comenzó en 1991, cuando el Frente Revolucionario Unido (RUF), liderado por Foday Sankoh, cruzó la frontera desde Liberia para desatar una rebelión contra el gobierno del presidente Joseph Momoh.

"Pero la economía en decadencia, la falta de ayuda extranjera y el grave problema de fondos obligaron al ejército a abandonar Freetown para vivir como lo hizo el RUF, buscando la manera de sustentarse, y de ese modo dedicar menos tiempo a la guerra", señaló Ian Douglas del Consejo Canadiense para la Paz y la Seguridad Internacional.

Ya en 1994, la organización de derechos humanos Human Rights Watch advirtió que "el cartel de diamantes de De Beers y otros comerciantes internacionales compran gemas extraídas en territorios ocupados por los rebeldes, en contra de las leyes de Angola".

Antes, De Beers admitió haber gastado 500 millones de dólares en 1992 en "transacciones de mercado abierto" en Angola.

El gobierno angoleño, igualmente culpable de utilizar el petróleo nacional para financiar la guerra contra UNITA, anunció en abril que agotó todas sus reservas extranjeras. Después de eso hipotecó las ventas de crudo para conseguir 1.500 millones de dólares para comprar armas.

Los gobiernos de Uganda y Ruanda se unieron a las fuerzas rebeldes de RDC en el intento de derrocar al presidente Laurent Kabila. A su vez, Kabila es apoyado por Angola, Namibia y Zimbabwe.

Ambos bandos dejaron en claro que su atención no sólo está fijada en el combate, sino también en las minas de diamantes que llenaron los bolsillos de generaciones de saqueadores, desde el rey Leopoldo II de Bélgica hasta Mobutu.

Las cifras publicadas en julio por la Oficina de Diamantes, una división de la aduana belga, muestran que Zimbabwe exportó 19.000 quilates de la piedra preciosa, Ruanda 1.500 y Uganda 11.000, a pesar de que no son países productores de la misma.

Zimbabwe también se las arregló para obtener una concesión sobre 200 kilómetros cuadrados de tierra en una región productora de diamantes en el centro de RDC.

El ministro de defensa de Zimbabwe reveló que las dos fuerzas de defensa establecieron una compañía conjunta para explotar los recursos de RDC.

Zimbabwe controla ahora Gecamines, la mayor compañía minera de RDC, dirigida por el empresario Bill Rautenbach.

La Oficina de Minas de Estados Unidos calcula que los yacimientos de Africa austral contienen casi 90 por ciento de la producción mundial de platino y paladio, 85 por ciento de la de cromo, 75 por ciento de la de manganeso y 50 por ciento del oro y el vanadio.

"En el caso de un país como Angola, el botín de los abundantes recursos naturales de Africa es a la vez la causa y el medio para la guerra", dijo Cilliers.

Sin embargo, los recursos naturales pueden terminarse, como en otras partes del mundo, observó Global Witness, un grupo de presión internacional que se centra en áreas donde las ganancias de la explotación ambiental se emplean para financiar violaciones a los derechos humanos.

Desde comienzos de los años 70, los bosques de Camboya disminuyeron de más de 70 por ciento a entre 30 y 35 por ciento de la superficie del país, según el grupo no gubernamental.

Igual que en el caso de los recursos naturales de Africa, la madera de Camboya fue explotada para financiar a las dos partes en la guerra civil.

En el auge del conflicto, los guerrilleros del Jemer Rojo generaron entre 10 millones y 20 millones de dólares por mes a partir de su comercio ilegal de madera con Tailandia, según Global Witness.

Entre 1969, cuando la guerra de Vietnam alcanzó a Camboya, y 1998, cuando los últimos integrantes del Jemer Rojo desertaron y se pasaron al lado del gobierno, Camboya sufrió 29 años de conflicto constante que resultó en la muerte de más de 1,5 millón de personas.

"Mientras las compañías multinacionales sigan obteniendo petróleo para el consumo occidental en Angola y llenando los bolsillos de la elite de Luanda, que son libres de hipotecar futuras concesiones y ganancias de petróleo para alimentar la guerra, y mientras UNITA pueda extraer y vender diamantes en bruto imposibles de rastrear, hay pocas probabilidades de que la guerra termine", señaló Global Witness. (FIN/IPS/tra-en/gm/mk/at/aq/ip-if/99

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