Las mujeres de clases sociales más bajas son las que más denuncian en Uruguay actos de violencia doméstica, pese a que esas agresiones también se producen en los estratos medios y altos.
Así lo establece un estudio al que accedió IPS, realizado por el Programa de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior y financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La encuesta revela que las conductas violentas y las agresiones psicológicas se registran por igual en los tres niveles socioeconómicos en los que fue clasificado el trabajo.
El estudio, básicamente estadístico, fue realizado con el aporte de la psicóloga chilena Soledad Larrain, quien ya trabajó para diversos organismos internacionales, como el BID y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Los testimonios personales fueron excluidos del estudio, pero expertos judiciales dijeron a IPS que la renuencia a formular denuncias puede acarrear consecuencias más graves, debido a la acumulación de agresiones.
"No tuve otra salida que matarlo. Desde hace años me castigaba y me humillaba, aun en presencia de mis hijos, y varias veces me obligó a mantener relaciones sexuales", declaró una mujer que fue procesada y luego absuelta por el juez, quien para su fallo se basó en la eximente de la legítima defensa.
Casi 20 por ciento de las mujeres de clases sociales altas declararon en la encuesta padecer violencia psicológica y física de manera "frecuente", y también violencia sexual "severa o moderada" por parte de sus parejas.
El hecho de que la mujer de esa franja social tienda a declarar en menor medida que sufre violencia física y reconoce que es agredida de manera psicológica, es porque lo último es un fenómeno más aceptado socialmente", explica el estudio.
Las denuncias ante la policía o la justicia de mujeres del estrato alto son prácticamente inexistentes, mientras en el estrato medio, 15 por ciento formuló acusaciones, y en los sectores sociales bajos lo hizo 39 por ciento de las consultadas.
El 23 por ciento de las mujeres de capas sociales medias y 24 por ciento de las capas bajas declararon vivir situaciones de violencia psicológica frecuente, y agresiones sexuales y físicas en niveles que van de moderado a severo.
El estudio reveló también que las mujeres de estratos bajos sufren más violencia física severa que las de los otros dos grupos.
Del universo de mujeres que sufren violencia, sólo 14 por ciento de las del estrato alto y 22 por ciento de las de clase media declararon sufrir maltrato físico severo, mientras 32 por ciento de las consultadas en el estrato bajo lo reconocieron.
En cambio, prácticamente no se presentan diferencias en términos de violencia física moderada en los tres grupos sociales.
En los sectores sociales altos, casi un cuarto de las mujeres que declararon sufrir agresiones dijeron que es de tipo moderado, en el estrato medio lo hizo 18 por ciento y en el inferior lo reconoció 20 por ciento.
Cuando se compara sólo la violencia psicológica surgen diferencias, ya que 58 por ciento de las mujeres del estrato alto que sufren violencia declararon padecer exclusivamente agresiones psicológicas.
Este mismo valor fue de 57 por ciento entre las mujeres del sector medio y 37 por ciento entre las del sector bajo.
El estudio también indicó que más de la mitad de las mujeres víctimas de violencia familiar son agredidas físicamente por su pareja al menos una vez por mes, 29 por ciento tres veces al año y 11,8 por ciento una vez al año.
Los episodios de violencia física suelen comenzar en los primeros años de la relación de pareja.
Una amplia mayoría (71 por ciento) de las mujeres maltratadas físicamente señalaron que los episodios de violencia comenzaron entre el noviazgo y el tercer año de matrimonio.
En este terreno surgieron diferencias según el nivel socioeconómico de las encuestadas.
El comienzo de la violencia durante el noviazgo se da con mayor frecuencia entre las mujeres del estrato socioeconómico bajo: 73 por ciento de los casos comenzó entre el noviazgo y el tercer año de matrimonio y 15,4 por ciento se inició después del décimo año de relación.
En cambio en el nivel social medio, 67,3 por ciento de los episodios de violencia comenzaron entre el noviazgo y el tercer año de relación y en 28,8 por ciento después del décimo año.
Mientras tanto en el nivel alto, 80 por ciento de los hechos violentos comenzó en la primera de las etapas del noviazgo y 6,7 por ciento comenzó después del décimo año.
"Estos datos demuestran que en todos los niveles sociales la violencia no es consecuencia de un desgaste o deterioro de la relación, sino que responde a distintos factores y pautas de conducta que se establecen muy temprano en la relación", indica el estudio.
El programa financiado por el BID apunta a reducir la violencia familiar y capacitar a las personas que se encuentran en relación directa con el fenómeno, dijo a IPS el director del proyecto, Carlos Bastón.
Bastón señaló que el análisis de esta problemática es relativamente nuevo en la región y que sólo en 1989, en Puerto Rico, se legisló por primera vez para combatir la violencia doméstica.
Desde entonces, Argentina, Barbados, Bahamas, Chile, Panamá, Perú, Colombia, México, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, República Dominicana, El Salvador, Honduras, Guatemala y Uruguay, incorporaron leyes que reconocen la existencia de esas violaciones. (FIN/IPS/rr/dm/hd/99)