DESARROLLO: Nuevas vías para evitar tercera década perdida

El llamado Consenso de Washington, que orientó las reformas de liberalización de mercados, está sepultado y la economía busca nuevas vías de desarrollo, se indicó en dos congresos de economistas finalizados hoy en esta ciudad brasileña.

"Terminó un nuevo ciclo de ilusiones", sentenció Rubens Ricúpero, secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas de Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y ex ministro de Hacienda brasileño, en un mensaje enviado al encuentro.

Los países de América Latina están hoy peor que en los años 70, ante el fracaso del modelo adoptado, de liberalización comercial y financiera, afirmó Jean Kregel, consultor de UNCTAD y profesor de la Universidad italiana de Bologna y de la estadounidense John Hopkins.

El mismo Banco Mundial, que ayudó a imponer ese modelo en los países en desarrollo, ya reconoce la necesidad de superar el Consenso de Washington, dijo Theotonio dos Santos Junior, asesor del gobierno estadual de Río de Janeiro y profesor de una universidad local, en la sesión final de los congresos.

"El neoliberalismo representó un retroceso intelectual al siglo XVIII" y una manifestación de "cinismo" del gobierno estadounidense, que multiplicó su déficit fiscal con gastos militares en la era de Ronald Reagan (1981-89), mientras exigía austeridad en los países periféricos, sostuvo Dos Santos.

En los años 90 se repitió el fracaso de la década anterior en América Latina, a causa de las concepciones de los organismos multilaterales, pero hay que ampliar las críticas para buscar nuevas alternativas de desarrollo, según Antonio Barros de Castro, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), cuyas tesis orientaron la industrialización y el fuerte crecimiento regional en el período anterior, "tampoco concedía atención a la redistribucin del ingreso", observó el economista, quien reconoció su formación "cepalina".

En Brasil, ejemplo destacado del éxito de la sustitución de importaciones, el rápido crecimiento económico en los años 70 permitió al 10 por ciento más pobre del país aumentar sus ingresos en 92 por ciento y reducir en 48 por ciento la población sometida a la pobreza.

Todo eso, sin embargo, no redujo en nada la desigualdad en el país, ya que los ricos avanzaron en la misma proporción, dijo Barros de Castro.

El pensamiento "cepalino" consideraba perfecto el capitalismo de los países centrales y el de los periféricos latinoamericanos como "una desviación".

Pero tampoco las sociedades de los países ricos van bien, ni siquiera Estados Unidos, que tiene 1,8 millones de presos y 3,7 millones más a la espera de sentencia judicial, arguyó Barros de Castro y añadió que todos los países "tienen sus especificidades históricas, son casos especiales y no desviaciones".

El economista criticó también la Cepal como "economicista", por la escasa importancia atribuida a la política y a las instituciones, que deben decidir sobre moneda, trabajo y el combate a la pobreza, cuestiones que no pueden ser dejadas en manos del mercado.

El empresario Eugenio Staub, quien preside del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial, reclamó al gobierno "políticas activas" de apoyo a la producción y exportación, abandonadas en Brasil como considerárselas contrarias a la liberalización comercial.

La idea de que "política industrial es algo pasado de moda" es desmentida por los subsidios practicados por los países ricos, tanto en la industria como en la agricultura, según reconoce la misma Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), observó Staub.

Pero tampoco la economía como disciplina escapó a las duras críticas formuladas durante el congreso.

Roberto Bermejo, profesor de la Universidad del País Vasco, España, defendió la necesidad de "ecologizar" la economía, de que los economistas "salgan de su torre de marfil" y reconozcan los límites y los costos de la explotación de recursos naturales como determinantes de la vida económica.

La escasez de agua, que ya afecta a 500 millones de personas, que serán 3.000 millones dentro de 20 años, tiende por ejemplo a fomentar disputas y guerras, mientras países isleños desaparecen ante la crecida de los océanos por el calentamiento del planeta.

La sustentabilidad ambiental, al exigir cooperación, es incompatible con ideas económicas dominantes, como el libre mercado, la creciente competencia internacional y la globalización que propaga inestabilidad, desigualdad y crisis, arguyó Bermejo.

La sobrevivencia de la humanidad exige una economía ecológica, que recomienda políticas fiscales que gravan duramente, en lugar de subsidiar como hacen los países ricos, a las actividades que van destruyendo el planeta, el reciclaje y otras medidas que protegen el ambiente, sugirió el economista.

Mientras no se afirme en el mundo "una nueva cultura, una religión de austeridad, menos calvinista y más budista", la humanidad tiene que "ganar tiempo", retardar el agotamiento de los recursos naturales con el uso más sustentable y eficaz posible, opinó el economista ambiental brasileño Eugenio Cnepa. (FIN/IPS/mo/ag/dv/99

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