El campesino de Bolivia Víctor Estrada nunca imaginó que el Día Mundial de Lucha contra la Pobreza lo pasaría en Nueva York para recibir de manos del secretario general de la ONU, Koffi Annan, un reconocimiento por haber mejorado las condiciones de vida de su comunidad.
En la zona central de Potosí, el departamento más pobre de Bolivia, el país más deprimido de la región, Estrada supo aprovechar muy bien el proyecto Minka ("Trabajo compartido", en quechua) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
"Víctor (Estrada) es uno de los cinco hombres en todo el mundo que será reconocido por nuestro secretario general, en mérito a sus esfuerzos en el Programa Minka", dijo a IPS María Teresa Aguirre, oficial de programas principal de PNUD.
El proyecto Minka nació en Bolivia en 1982, tras la peor sequía que vivió el país en esa época, y principalmente a Potosí.
Ese año, a solicitud del gobierno del fallecido Hernán Siles Zuazo, el PNUD apoyó la formulación y ejecución de un proyecto de emergencia, para posibilitar el abastecimiento de agua a los pobladores de las regiones afectadas por la sequía.
Los resultados de esta primera experiencia fueron tan alentadores -principalmente porque demandaron bajos costos- que ese plan inicial de emergencia se convirtió cuatro años después en un proyecto de desarrollo agropecuario.
Al ingresar ahora a su cuarta fase, Minka se ejecuta en el área central de Potosí, caracterizada por la vulnerabilidad de su agricultura frente a fenómenos climáticos adversos como sequías y heladas.
En las cuatro fases de su ejecución, el proyecto benefició a más de 11.000 familias de campesinos pobres.
Su objetivo principal es contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de los campesinos, mediante acciones destinadas a incrementar la producción, la productividad agrícola y, consecuentemente, los ingresos.
Además de sistemas completos de riego, el proyecto implementó nuevos componentes, como la construcción de terrazas para ampliar las áreas de cultivo.
Paralelamente al beneficio social, el proyecto desarrolla tareas de investigación, extensión, asistencia técnica y capacitación agrícola.
"Se estudia, por ejemplo, cuáles pueden ser las mejores especies para producir en diferentes contextos ecológicos o elegir las mejores semillas", expresó Aguirre.
Después de ese proceso, el proyecto aplica el componente de poscosecha, en el que se identifican oportunidades para procesar los productos y comercializarlos en términos convenientes para los beneficiarios.
En forma simultánea, Minka trabaja en la preservación del ambiente a través de un adecuado uso del suelo, el agua y la forestación, además de medidas para evitar la erosión.
Parte fundamental del proyecto es el enfoque de género, que se manifiesta en la organización y participación de las mujeres de la comunidad.
"Minka busca que las comunidades entiendan el rol vital que asume la mujer no sólo a nivel reproductivo, sino también en la producción y participación dentro de la comunidad. Ellas mismas deben valorar su rol para que su autoestima sea elevada", advirtió la funcionaria del PNUD.
Potosí tiene el índice de analfabetismo más alto de los nueve departamentos de Bolivia, y también en esto la mujer lleva la peor parte. Por eso mismo, las estrategias de capacitación de las mujeres beneficiarias del proyecto son diseñadas especialmente para que los mensajes sean captados fácilmente por ellas.
Además, esos conocimientos se imparten en quechua, el idioma nativo de la comunidad, con el apoyo didáctico de prácticas, gráficos y otros instrumentos educativos. Y en la región del proyecto se advierten notables progresos en los últimos años.
"Al principio, la participación de la mujer era mínima, pero actualmente las cosas cambiaron mucho. Antes, ellas no participaban en las reuniones y si lo hacían se quedaban en la parte de atrás y no hablaban", señaló Aguirre.
Ahora, hombres y mujeres intervienen activamente en charlas y conferencias, emiten su opinión y dan a conocer sus necesidades, hacen sugerencias y tienen representantes en los municipios y dentro de las comunidades, añadió.
En una fase anterior de Minka, se logró un incremento de los ingresos de sus beneficiarios en alrededor de 500 por ciento y tuvo impacto importante en materia de mejoramiento nutricional y sobre el ambiente.
Aguirre indicó que a través del acceso al agua y a mejores tecnologías e insumos, los beneficiarios mejoraron su calidad de vida, diversificaron su producción de hortalizas, lo que les permite comprar o alquilar camiones para comercializar sus productos en diferentes ciudades del país.
Desde entonces, los campesinos mejoraron sus casas e incluso ya están en condiciones de enviar a sus hijos a estudiar a ciudades cercanas, como Sucre y Potosí.
El representante residente auxiliar del PNUD, Eduardo Forno, comentó que fue muy difícil asegurar la sostenibilidad del financiamiento del programa, pero que este objetivo se logró gracias al respaldo de gobiernos amigos.
"Tuvimos la suerte de tener como socio principal del proyecto al gobierno de Holanda, que apoyó constantemente el proceso en las etapas II y III. Para la siguiente fase ingresará a colaborar también el gobierno de Gran Bretaña", afirmó Forno.
En su actual fase, la tercera, Minka se expandió a los municipios de Betanzos y Tinkipaya, en Potosí, con una inversión de 2,7 millones de dólares, con recursos de la cooperación holandesa, que aportó 90 por ciento, y el propio PNUD, el 10 por ciento restante.
Aguirre destacó el aporte de la Prefectura (gobierno local) de Potosí, que tiene a su cargo los recursos humanos, técnicos y personal de apoyo y gastos operativos del proyecto.
Los propios beneficiarios tienen ahora la misión de difundir sus conocimientos, porque ellos se encargan de expandir todo lo que aprendieron a otras comunidades. (FIN/IPS/ac/ag/dv/99