Un coleccionista de Estados Unidos devolvió a Nepal cuatro esculturas de los siglos IX, X, XII y XIV, una década después de la publicación de un libro que documenta obras de arte robadas de este país.
El libro "Las imágenes robadas de Nepal", del historiador de arte Lain S. Bangdel, parece haber surtido su efecto, finalmente. Los arqueólogos y amantes del arte nepalíes están exultantes.
"Se trata de un hecho histórico, algo que jamás había sucedido. Las obras de arte de Nepal fueron saqueadas durante siglos, y esta es la primera vez que alguien se siente moralmente obligado a devolverlas", declaró Jurgen Schick, un amante del arte.
Varias fotografías de íconos hindúes y budistas, tomadas por Schick en sus viajes a Nepal a principios de la década del 80, aparecen en el libro de Bangdel, publicado en 1989 por la Real Academia de Nepal.
El libro del propio Schick, "Los dioses abandonan el país – El robo de arte en Nepal", publicado en Alemania ese mismo año, tiene fotografías y reseñas de esculturas en piedra y en bronce que desaparecieron en las décadas del 70 y del 80. El libro fue publicado en inglés en 1997.
Ambos libros, uno de un profesional que investiga el tema hace 30 años y el otro de un aficionado que se dedicó siete años a documentar los íconos del valle de Katmandú, son una prueba del pillaje de obras de arte de Nepal.
Es posible que esos dos libros sean los únicos documentos que quedan de las obras de arte robadas, según los arqueólogos.
"Esos libros podrían ser la única prueba que existe y nos permiten reclamar las obras de arte desaparecidas del país, ya que el Departamento de Arqueología no lleva un registro" de las mismas, explicó el arqueólogo C.P. Tripathee.
El Departamento invirtió cerca de 3.000 dólares para que las cuatro esculturas, tasadas en unos 100.000 dólares, reingresaran al país tras superar numerosos obstáculos burocráticos.
Las esculturas, una figura del Buda del siglo IX, otra de Garudasana Vishnu del siglo X, la cabeza mutilada de una imagen de Saraswati (diosa de la palabra, el aprendizaje y el conocimiento) del siglo XII, y una estatua de Surya del siglo XIV, están ahora en el Museo Nacional de Katmandú.
Schick visitó Nepal por primera vez en 1980, como turista, y quedó muy impresionado por la riqueza cultural concentrada en Katmandú, un valle donde se encuentran las antiguas ciudades de Patán, Bhaktapur y Katmandú.
Schick se propuso realizar un libro sobre la herencia cultural del valle de Katmandú, pero entonces empezó a encontrar nichos vacíos, agujeros en las paredes, y estatuas mutiladas, producto del trabajo profesional de organizaciones internacionales de robo de obras de arte.
Muchos de esos ídolos sagrados, venerados por generaciones de nepalíes, se encuentran protegidos por cúpulas de vidrio en la las galerías de arte, museos y colecciones privadas de Occidente.
"A comienzos de la década del 80, llevé a un grupo de personas a ver la estatua de Lakshmi Narayana (esposa de Vishnu, diosa de la prosperidad, la pureza, la castidad y la generosidad) en Baktapur, pero no estaba allí. La habían robado durante la noche. Había una muchedumbre, y las mujeres lloraban", recuerda Schick. Ahora hay una mala copia en su lugar.
El objetivo del libro de Schick, al igual que el de Bangdel, es cambiar las modalidades de adquisición de las colecciones occidentales y preparar el terreno para el regreso futuro de las piezas robadas.
Uno de los ejemplos citados por Schick es una escultura de Vasudeva Kamalaja del siglo XV que aparece en un catálogo de Sotheby's (Nueva York, 1990) sobre arte de los Himalayas, y que fue robada en 1984.
Otra escultura robada a mediados de la década del 60, una de Uma Mahesvara en piedra, se exhibe en el museo de Denver, Estados Unidos, y otra estatua de la misma diosa, robada en 1984 de Baktapur, se puede ver en el Museo Guimet de París, uno de los principales del mundo en arte asiático.
Uma Mahesvara es la pareja principal del panteón hindú, formada por Shiva-Mahesvara, el dios dador, que encontró la calma de la naturaleza humana luego de vencer al mal, y por Uma, hija de los Himalayas, y novia fiel y paciente de Shiva.
"La estatua estaba allí", asegura Rabindra Kharbuja, un residente de Baktapur, mientras señala un nicho vacío y cubierto de musgo, a pocos metros de la falsa escultura de Lakshmi Narayana.
"La devolución de las obras robadas nos dio esperanzas. Si nuestros dioses vuelven, iremos al aeropuerto a recibirlos con toda la pompa y las ceremonias. Los hemos venerado durante siglos", sentenció Kharbuja.
Ocho esculturas más, registradas en el libro de Bangdel, desaparecieron. Esos íconos son mucho más que obras de arte, y han tenido un profundo significado religioso para generaciones de nepalíes que depositaban flores, leche y manteca a sus pies en señal de veneración.
Las estatuas que aún no fueron robadas están ahora protegidas por barrotes de hierro, para disuadir a los ladrones. Nepal prohibió la exportación de objetos de arte hace más de 100 años.
"Durante la década del 90 hubo menos robos de obras de arte. Ya no debe quedar mucho para llevarse. También creo que las actitudes están cambiando. El mercado es cada vez menor", sostuvo Schick.
Una convención de la Organización de las Naciones Unidas que prohíbe la exportación y el intercambio de bienes culturales fue firmada por Nepal, pero no todos los países ricos la ratificaron. (FIN/IPS/tra-en/rl/an/ceb/aq/cr/99