La mina de hierro de Hipasam, en Argentina, la mayor de su tipo en América del Sur, se convirtió en centro de atracción turística luego de que fuera cerrada por el gobierno en 1991 por considerar que no era rentable.
"No me siento un guía de turismo sino un baqueano, porque conozco todo lo que pasa allí abajo", comentó a IPS Luis Giménez, quien trabajó en la mina desde que comenzó su explotación en 1969 y ahora acompaña a los visitantes.
El yacimiento está situado en la provincia de Río Negro, a 1.300 kilómetros al sur de Buenos Aires y a menos de 30 kilómetros de la costa del océano Atlántico.
La población de Sierra Grande, ubicada en las cercanías de la mina, creció de 100 a 12.000 personas a partir de que comenzó a explotarse el yacimiento.
El negocio turístico en la actualidad da trabajo directo a unas 30 personas, pero si se reabriera la mina se generarían al menos 600 puestos de trabajo, con el consecuente impacto en el resto de la actividad de esa localidad.
Hipasam, nombre de la empresa pública que inició la explotación, llegó a emplear 1.200 mineros y a producir dos millones de toneladas anuales de hierro, además de plomo, fluorita, mica y manganeso.
Giménez, uno de los tantos que llegaron al lugar solos y sin oficio, recuerda que 99 por ciento de los que comenzaron la explotación de la mina venían de otras provincias y aprendieron el trabajo de minero mientras lo hacían.
"Hoy guiamos a los turistas, pero mi sueño es que la mina se reabra", comentó.
En Hipasam, las mujeres tenían prohibido entrar al yacimiento por temor a los "celos de la Madre Tierra" que, con su ira, podría provocar derrumbes, según la tradición de la zona.
Los mineros transformados en guías turísticos cuentan que por esa causa una geóloga tuvo que disfrazarse de hombre para poder ingresar a la mina. Hoy admiten azorados que la mayoría de las visitas son femeninas.
La mina de Sierra Grande fue cerrada en el marco del proceso de privatizaciones del gobierno de Carlos Menem, por considerar que la producción y traslado de hierro no era rentable, tras la venta de la empresa siderúrgica estatal Somisa, que era su cliente exclusivo.
La reapertura de la mina con reservas para 200 años, que es estudiada por inversionistas extranjeros, obligaría a cambiar la forma de producción tradicional para adaptarla al actual mercado internacional.
La posible reactivación de la actividad minera hizo que mucho pobladores de Sierra Grande abandonaran la idea de emigrar, que prevalecía hasta hace poco tiempo.
Mientras, el negocio del turismo mantiene la esperanza de nuevas fuentes de trabajo. Desde 1994, más de 30.000 turistas visitaron la mina, para lo cual se utilizan dos caminos: uno convencional y otro "de aventura".
Una de las maneras es recorrer tres kilómetros de galerías, que llegan hasta 100 metros de profundidad, caminando o en bicicleta, para concluir en el Museo del Minero.
La mina tiene 96 kilómetros de túneles y más de 500 metros de profundidad, pero los paseos se realizan en zonas ya explotadas y aseguradas para evitar derrumbes.
En el Museo se conservan martillos, barrenas, instrumentos para el manejo de explosivos y fotografías de la época de auge de Hipasam.
Uno de los atractivos es la oferta a los visitantes de que vistan ropa de minero, se pongan botas y el casco con lámpara y se encomienden a Santa Bárbara, como hacían los trabajadores cuando se explotaba el hierro.
El otro camino para recorrer la mina, considerado de aventura, es descender más allá de los 100 metros y recorrer zonas anegadas en una balsa que los mineros bautizaron "La dudosa". La iluminación y los efectos sonoros aportan el resto del ambiente de una mina en actividad.
Giménez, quien vivió durante el primer tiempo en el "campamento de solteros" de la mina, se casó y tuvo tres hijos que nacieron en Sierra Grande. "Nuestros hijos impulsaron esto, ellos no fueron mineros pero conocen mucho de la mina y algunos hablan inglés o francés".
En este proceso que hizo Hipasam, Giménez nunca creyó que se encontraría guiando a los turistas, pero su deseo de quedarse a la espera de una siempre prometida reapertura lo llevó a adaptarse a las nuevas condiciones laborales.
La mina está muy cerca de Puerto Madryn, en la provincia sureña de Chubut, donde los turistas llegan para ver ballenas, lobos y elefantes marinos.
La visita a Sierra Grande es una excursión adicional de esa ruta turística ya afianzada en el mercado internacional del sector.
El turismo minero es una oferta que ya utilizan visitantes argentinos y extranjeros, así como estudiantes que se albergan en cabañas que pertenecían a los mineros. De paso, conocen parte de la historia económica del país. (FIN/IPS/mv/dm/if/99)